La catedrática de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de La Laguna Teresa González Pérez ha dedicado buena parte de su carrera investigadora a indagar en la historia de las pioneras de la educación en Canarias, esas primeras mujeres que se adentraron en un mundo tradicionalmente acotado para hombres. Ya indagó hace un tiempo en sendos trabajos sobre sobre las primeras mujeres que obtuvieron el bachillerato y se graduaron en la universidad en las islas, y recientemente lo ha hecho sobre las primeras mujeres maestras tituladas en el Archipiélago, en un artículo publicado en la revista italiana History of Education & Children’s Literature.
Gracias a este trabajo, es posible saber que, en el cómputo total, entre 1863 y 1900, en la Escuela Normal de Maestros de La Laguna se titularon 360 maestras, de las cuales 259 lo hicieron con el grado elemental y 101, con el superior. En la Escuela Normal de Maestros de Las Palmas de Gran Canaria, la cifra total fue de 275, de las cuales 188 fueron en grado elemental y 87 en el superior.
Con nombre y apellidos, Ignacia Oramas, de Granadilla, y María del Castillo Franchi, de Antigua, fueron las dos primeras maestras elementales tituladas en la escuela de La Laguna en el curso 1863-64. El siguiente año académico fueron cuatro más, y sucesivamente fue aumentando esta nómina. En la escuela de Las Palmas de Gran Canaria, las pioneras fueron en el curso 1865-66, Juana Alemán (Ingenio), Ana Navarro (Santa Brígida), Mª Carmen Santana (Las Palmas de Gran Canaria), Mª Pilar Gil (San Mateo) y Tomasa Álvarez (Tetir, Fuerteventura).
En cuanto a las tituladas en el grado superior, en la escuela de La Laguna la primera fue, en el curso 1864-65 Francisca Pérez Ríos, natural de Gáldar, a quien se unió un curso después Luisa Vizcaíno, de Santa Cruz de La Palma. En la escuela palmense, la primera titulada superior fue Juana Jiménez, de Teror, en el curso 1865-66.
El artículo detalla el papel de las Escuelas Normales como instituciones fundamentales para formar el magisterio femenino, que no se dieron en todas las provincias españolas. La primera abrió en Madrid en 1838 y en 1867 funcionaban 48 de estas escuelas para maestros y 29 para maestras. Canarias fue, de hecho, una de las últimas provincias en contar con estudios normalistas femeninos, cuya apertura se dio ya iniciado el siglo XX. Sin embargo, sí hubo escuelas masculinas desde 1849 en La Laguna y en Las Palmas de Gran Canaria en 1853.
Con la Ley de Instrucción Pública de 1857, estas Escuelas Normales se convirtieron en Profesionales, con un plan de estudios de dos cursos y un examen de Reválida para acceder al título de maestra elemental y un curso más para el de maestra superior. Sin embargo, las mujeres canarias no pudieron acceder a este plan de estudios, por lo que solamente se examinaban por libre de la reválida en la Escuela Normal de maestros correspondiente, preparándose en colegios privados o con otras maestras.
La ideología de la época que patente en los requisitos que el tribunal exigía a toda mujer que se presentara al examen de Reválida: fe de bautismo que acredite haber cumplido veinte años, certificación de buena conducta moral y religiosa, algunas labores de costura y bordado de la aspirante, dos muestras de escritura de letras de distinto tamaño, y fe de casada, si lo fuera. Todo ello era reflejo del tipo de educación que iban a impartir, muy centrada en la economía doméstica, pues el objetivo era formar a futuras madres, esposas y trabajadoras del hogar.
A parir d 1881, hubo un cambio normativo que aumentó las exigencias académicas para las estudiantes, mejorando la formación de las maestras ya que el plan de estudios se unificó con el de los hombres, con la salvedad de la materia de Labores para alumnas. Ambos sexos debían cursar las mismas asignaturas, si bien los sesgos de enero prosiguieron, porque prevalecían materias consideradas femeninas y una tercera parte del horario semanal estaba dedicado a las materias del hogar.
El artículo aporta el nombre de todas las mujeres que cursaron estas primeras promociones de la formación en maestras, y también detalla su procedencia geográfica, con el dato de que en la escuela de La Laguna el alumnado era procedente de Canarias, mientras que en la de Las Palmas de Gran Canaria también hay registros de alumnas de la España peninsular, Cuba y Venezuela.
Como señala el propio estudio en una introducción, se ha seguido una metodología de análisis histórico educativo con perspectiva de género, combinada con la técnica interpretativa de análisis documental de fuentes primarias y secundarias. La autora señala la dificultad de abordar este estudio por las trabas para acceder a determinada documentación, mucha de ella a mano, sin digitalizar, y la carencia de datos estadísticos históricos. Estas carencias documentales han dificultado la reconstrucción de las micro biografías de estas mujeres y, por tanto, no se han podido seguir sus trayectorias individuales, aunque sí su rastro colectivo.