El Espacio Cultural La Capilla de la Universidad de La Laguna ha acogido hoy, viernes 22 de noviembre, la inauguración de la exposición fotográfica “Miradas cruzadas”, que podrá visitarse en horario de tarde hasta el 28 de noviembre. La muestra ha sido desarrollada por Casal Petit, la sede en Palma de Mallorca de Oblatas, organización de acompañamiento a mujeres en situación de prostitución y víctimas de trata sexual. Las 54 imágenes que la conforman están tomadas tanto por personas ajenas al mundo prostitucional como por mujeres dentro de él, de tal modo que ofrece una mirada honesta de esa práctica tanto desde dentro como desde fuera.

En la inauguración estuvieron presentes el rector de la Universidad de la Laguna, Francisco García; la vicerrectora de Cultura y Extensión Universitaria, Isabel León; la representante de La Casita- Oblatas Tenerife, Natalia González; y Jaume Perelló, coordinador de la exposición y del proyecto del cual emana.

Isabel León, Francisco García, Jaume Perelló y Natalia González.

Isabel León, Francisco García, Jaume Perelló y Natalia González.

Perelló agradeció a la Universidad de La Laguna su valentía por acoger una muestra que ha generado polémica en varios de los lugares por los que ha pasado, dado lo explícito de algunas de sus imágenes, inevitables para mostrar la realidad cruda de la prostitución. La exhibición ha llegado a la institución académica como parte del programa de actividades organizado con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

La exposición es resultado de un proyecto de investigación de seis meses de duración, en el cual Perelló creó dos grupos: uno de seis personas ajenas al mundo de la prostitución, con perfiles como abogados, empresarios y profesorado universitarios y secundaria, a los que se pidió tomar imágenes de su percepción de la prostitución; y otro grupo de seis mujeres integradas en el entramado prostiucional, ya fuera en la calle, en clubes o en e sector de lujo, quienes reflejaron su día a día. Como normas, se les impidió utilizar zoom, para así forzar que se acercaran a la realidad plasmada, y que no hubiera edición posterior.

Ninguno de los dos grupos sabía que el otro existía y estaba desarrollado un trabajo similar. Durante el semestre de duración del proyecto, se organizaron reuniones periódicas entre ambos grupos que dieron como resultado 21 horas de grabación. De este modo se han podido incorporar testimonios que complementan y contextualizan algunas de las imágenes, a los que se puede acceder con el móvil a través de un código QR.

La hipótesis del proyecto es que, en el caso de las personas ajenas al mundo de la prostitución, la distancia a la que toman sus imágenes refleja sus prejuicios, estigmas y empatía hacia la realidad que retratan. Efectivamente, se comprobó que, al principio del proyecto, muchas de las imágenes eran lejanas y relacionadas con la criminalidad, pero poco a poco se fueron tornando más cercanas.

En un momento dado, se produjo la casualidad de que una de las fotógrafas ajenas al sector se sentó en un café del barrio donde se ejerce la prostitución para tomar unas imágenes y, al mismo tiempo, ella fue fotografiada por una de las mujeres prostituidas. Los dos grupos se encontraron así, y es esa mirada cruzada la que da título a la exposición. Ambas mujeres solo supieron la realidad en un encuentro final en el cual Perelló reunió a todas las personas implicadas y les explicó la existencia de los dos grupos.

Las imágenes no están seleccionadas por su calidad plástica y, de hecho, algunas poseen deficiencias técnicas evidentes. Su valor es otro: la documentación de una realidad que resulta ajena a la mayoría de la sociedad, pero también la empatía hacia las personas atrapadas en ella. Por ello, los bloques temáticos de la muestra abarcan realidades como la invisibilización de la prostitución, su ocultamiento, las creencias religiosas que muchas veces atan a las prostitutas a sus proxenetas, la salud, la cosificación y los clientes.

Este relato visual directo busca derribar también tópicos sobre este sector. Por ejemplo, el que asocia la droga a las mujeres que lo ejercen. Es algo que se da, indudablemente, pero muchas veces porque son los propios clientes y proxenetas quienes las fuerzan a consumir alcohol y otras sustancias estupefacientes. Muchas de las imágenes muestran a los clientes drogándose antes o después del encuentro, y en las reuniones de trabajo algunas de estas mujeres contaban sus trucos y estrategias para evitar consumir cuando eran forzadas a hacerlo.