Una crónica política de la rama vasca del GATEPAC

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Fecha de primera publicación:
24/03/2025

Lauren Etxepare frente al edificio del Real Club Náutico de San Sebastián, proyectado por los arquitectos José Manuel Aizpurúa y Joaquín Labayen | Foto: Nagore Iraola. UPV/EHU

El GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) nació en Zaragoza en 1930. Aunque no duró mucho (1930-1937), la innovación que trajo consigo provocó un gran soplo de aire fresco en el panorama arquitectónico, “hasta el punto de que España nunca había seguido tan de cerca la impronta de la arquitectura vanguardista como cuando la organización pervivió. De ahí la admiración despertada por el GATEPAC entre los arquitectos franceses y alemanes contemporáneos, quienes creyeron que el país sería capaz de recuperar su retraso. La irrupción de la nueva organización revolucionó la relación entre varios conceptos fundamentales: la forma y la función, el arte y la tecnología, el estilo y la abstracción”, explica Lauren Etxepare Igiñiz, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad del País Vasco. Miembros ilustres de este grupo fueron Josep Lluis Sert, Josep Torres Clavé, líderes de la rama catalana, Fernando García Mercadal, cabeza visible del grupo de Madrid, o los guipuzcoanos José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen.

El profesor Lauren Etxepare expone en su trabajo una visión de las circunstancias políticas de la rama vasca de la organización, que adoptó el nombre de Grupo Norte. «No es fácil hacer nuevas aportaciones en torno al GATEPAC, ya que son muchos y muy variados los trabajos publicados sobre él», dice Etxepare. “¿Cuál es, entonces, la aportación de este libro? Su novedad consiste en aportar una visión de las circunstancias políticas de la rama vasca del GATEPAC. De hecho, nadie había abordado hasta hoy la relación entre el grupo y los vaivenes políticos de la época; no, al menos, de forma expresa y considerando al grupo en toda su amplitud. Salta a la vista la omisión de las circunstancias políticas en los abundantes estudios publicados sobre el Grupo Norte del GATEPAC, y sorprende el hecho de que no se hayan abordado hasta ahora, ya que, desde un punto de vista político, se perciben mucho más claramente las vicisitudes personales y arquitectónicas de todos los miembros, así como las del propio grupo”.

«Porque la arquitectura nunca ha sido una actividad aislada de los avatares que suceden en la sociedad»

El GATEPAC se componía de tres grupos: el de Madrid, el de Euskadi y el de Cataluña; el Grupo Centro, el Grupo Norte y el Grupo Este, según la propia nomenclatura de la organización. «Es bien sabido que fue, de entre todos, el grupo catalán el que actuó con más decisión y el que más continuidad mostró. Sin embargo, más de uno ha lamentado que la rama vasca del GATEPAC fuera un proyecto a medio camino, una iniciativa colectiva que no llegó a madurar. Una de las principales finalidades de este trabajo es aclarar qué es lo que hay de cierto en ello y, de ser así, determinar las razones por las que el Grupo Norte no alcanzó la plena madurez. El libro, cuya escritura ha estado motivada por la proximidad del centenario del nacimiento de la organización, trata de arquitectura, pero no sólo, ya que la arquitectura nunca ha sido una actividad aislada de las vicisitudes sociales, por estar ligada a cuestiones sociales, al progreso, al crecimiento de las ciudades o a la expresión artística del poder», subraya el profesor de la UPV/EHU.

La refundación

En 1933 se constituía por segunda vez el Grupo Norte. Si bien cuando se creó no contaba más que con  tres miembros (Aizpúrua, Labayen y Luis Vallejo), en su segunda etapa incorporó a otros nueve miembros, por lo que el número se amplió considerablemente, alcanzando los doce miembros diversos: «Uno se hizo fascista, dos tocaban el piano, tres eran iruneses, cuatro tuvieron responsabilidades políticas en determinados partidos, cinco participaron en los congresos CIAM, seis eran nacionalistas, ocho guipuzcoanos, nueve de ello se unieron al grupo apenas terminaron sus estudios, diez estudiaron en la escuela de Madrid y once eran diestros .¿Y doce? Los doce eran varones; no había ninguna arquitecta en la época de la fundación del GATEPAC ni en la de la refundación del Grupo Norte —la primera arquitecta, Matilde Ucelay, se tituló en el verano de 1936 en la Escuela de Arquitectura de Madrid, en vísperas de la sublevación y de la Guerra Civil—“.

Tras la guerra, la vida de los arquitectos del Grupo Norte quedó “de raíz” dividida en dos. En palabras de Etxepare los años de la posguerra fueron duros para todos los miembros del Grupo Norte, «años difíciles y lúgubres incluso para aquellos que se hicieron un lugar y que gozaron de una cierta posición dentro del nuevo régimen. Ni qué decir tiene para aquellos que sufrieron algún tipo de castigo: prisión, destierro, destitución o inhabilitación. Algunos de ellos, al menos los más sanos y los más jóvenes, sobrevivieron el tiempo necesario hasta poder conocer el fin de la dictadura y ser rehabilitados y reconocidos, pero fueron unos pocos «. Este trabajo también tiene como objetivo esclarecer la vida de cada uno en la posguerra y mostrar cómo se desenvolvieron en el nuevo régimen. «Pero sin hacer ningún juicio político. Solo he introducido las vivencias personales de sus protagonistas en la medida en que contribuyen al conocimiento de este movimiento que ocupa un lugar destacado en la historiografía de la arquitectura europea; solo en la medida en que afectaron a sus obras arquitectónicas me ha parecido pertinente contarlas».

De este modo, a lo largo del libro, titulado ‘GATEPACeko Ipar taldea. Inguruabar politikoak’, se enumeran y describen las principales obras de los arquitectos del Grupo Norte: viviendas, hospitales, escuelas y clubes deportivos; algunos de ellos construidos y otros. No se trata, sin embargo, de una recopilación de sus obras, ya que «es otro el objeto de este trabajo». El legado del Grupo Norte alcanza las 60 obras, de las cuales 35 fueron construidas. «Se pueden encontrar aquí y allá, sobre todo en entornos urbanos como San Sebastián, Bilbao, Eibar o Irun. Los proyectos no construidos, por su parte, son mayoritariamente propuestas presentadas a concursos, tanto en licitaciones municipales como en certámenes convocados por algún ministerio. Todas ellas forman parte del legado del Grupo Norte. Quede, pues, valorado y recordado, que buena falta nos hace», subraya Lauren Etxepare, profesor de la UPV/EHU.