La Asociación de Investigación en Relaciones Públicas (AIRP) ha elegido la Universidad de La laguna como sede de su décimo noveno congreso internacional, que se celebra del 25 al 27 de junio en el edificio La Pirámide de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación y, en esta edición, abordará el papel de esta disciplina comunicativa en “la era del caos”. Y, en sintonía para esa temática, la ponencia inaugural ha corrido a cargo de Miguel Ángel Morcuende, director general de Espacios Naturales y Biodiversidad del Gobierno de Canarias que fue director técnico del PEVOLCA durante la erupción del volcán Tajogaite en La Palma, quien explicó cómo se gestionó esa emergencia, poniendo especial énfasis en la comunicación.
Previamente, se celebró el acto inaugural que fue presidido por el vicerrector de Docencia de la Universidad de La Laguna, José Manuel García Fraga, quien compartió mesa con el decano de la facultad anfitriona, José Antonio Batista Medina. Ambos valoraron que el centro acoja un encuentro de estas características, que facilitará el intercambio de conocimientos y experiencias, y apreciaron también el valor de las relaciones públicas en la sociedad, una profesión que requiere cualidades como la comunicación, la empatía, la escucha activa, la capacidad de adaptación, la ética, la credibilidad y la capacidad de trabajar en situaciones de crisis.
Tanto el vicerrector como el decano reconocieron que las relaciones públicas son una disciplina que tiene gran demanda entre profesionales de la comunicación, por lo que sería de lo más oportuno ampliar la oferta formativa de la Universidad de La Laguna en ese ámbito. Y, si bien la posibilidad de crear un título de grado específico parece lejana, coincidieron en la oportunidad de explorar la posibilidad de crear microcredenciales especializadas.
El presidente de AIRP, Antonio Castillo Esparcia, explicó que durante las dos décadas que lleva activa, la asociación ha tratado de dar a conocer mejor esta rama de la comunicación que no es tan conocida como otras y sobre la que pesan muchos tópicos frívolos. A su juicio, parte de esos prejuicios vienen de la mala traducción que se ha hecho del término anglosajón “Public relations”, que no debió hacerse en un sentido literal sino hablar, más bien, de “relaciones con los públicos”, pues de eso se trata: lograr que las organizaciones interactúen bien con las personas y otras entidades. Otra parte importante de su labor es la resolución de situaciones de crisis, que es la que centrará el interés de este encuentro.
Por su parte, el director del Departamento de Ciencias de la Comunicación y Trabajo Social, Alberto Ardèvol Abreu, señaló que en el pasado las relaciones públicas vivieron momentos de esplendor, pero ahora necesitan reflexión, estrategia y debate para afrontar los retos que plantean la Inteligencia Artificial, la desinformación, la sostenibilidad y la comunicación con propósito. Al ver la sala llena para dar inicio a un congreso, tuvo un recuerdo afectuoso al catedrático de Comunicación de la Universidad de La Laguna José Manuel de Pablos, recientemente fallecido y que fue un impulsor de las reuniones científicas en la facultad que acoge este acto. “Seguro que hoy estaría muy contento de tener a una comunidad académica en estas paredes”.
La crisis del Tajogaite
En su ponencia inaugural, Miguel Ángel Morcuende narró pormenorizadamente cómo se actuó durante la erupción del volcán Tajogaite entre septiembre y diciembre de 2021. La sesión contó con la moderación de Mayer Trujillo, director de la radio pública de Canarias y docente en la Universidad de La Laguna, y María del Carmen Carretón Ballester, catedrática de Relaciones Públicas de la Universidad de Alicante y vicepresidenta de la AIRP.
Una de las cuestiones que aclaró el ponente es que el PEVOLCA es un plan de actuación ante emergencias volcánicas que es de ámbito nacional, no canario. Existe para toda España, pero se da la circunstancia de que solamente hay volcanes activos en el archipiélago, dado que en otras áreas peninsulares como Ciudad Real u Olot (Girona) ya están totalmente extintos. Es esa condición nacional la que explica que, por ejemplo, en la supervisión de la parte científica de este plan esté adscrito por ley el Instituto Geográfico Nacional en lugar de organismos regionales como el Involcan.
Morcuende explicó que el riesgo se define como el producto de la peligrosidad, la vulnerabilidad y la exposición que experimentan las poblaciones en relación a un riesgo como, en este caso, un volcán. Así, la combinación de eso factores es la que hizo que la erupción del Teneguía en 1971 fuera considerada de bajo riesgo mientras que la del Tajogaite 50 años después se calificara de alta peligrosidad y supusiera la evacuación de unas 7.000 personas y la pérdida de hogares e infraestructuras básicas. Ese riesgo volcánico es algo que debe estar siempre presente en los planes urbanos de Canarias.
Detalló que un sistema de gestión de emergencias como el PEVOLCA es una estructura organizada y normalizada de gestión que se adapta a las complejidades y demandas de determinados incidentes. La puesta en marcha del plan de volcanes no es tan común, pero en otro tipo de emergencias como los incendios forestales, la búsqueda de personas, las grandes heladas en alta montaña, son maquinarias muy engrasadas que funcionan de manera muy parecida, aunque la naturaleza del peligro en cada caso difiera.
Es importante contar con un sistema de mando único y contar con asesoramiento de científicos y otros expertos externos para tener toda la información disponible antes de tomar las decisiones. También es fundamental la cooperación entre instituciones y, en el caso de la erupción de La Palma, el ponente señaló que fue perfecta, con el trabajo coordinado entre gobierno central, autonómico, insular y los municipios afectados.
Sobre la información a la población, explicó que el primer nivel es el clásico semáforo de emergencias que tiene cuatro niveles que van de verde a rojo. En el caso del Tajogaite, en un día pasó de amarillo a rojo sin pasar por el naranja, ya que la erupción fue más repentina de lo previsto: frente a eventos como el del Teneguía o el Mar de las Calmas de El Hierro, en los cuales los episodios sísmicos previos duraron varios meses antes de la erupción, en la erupción de 2012 apenas fueron unos días.
De cara a comunicar a la población, el experto señaló que era importante, en primer lugar, decidir qué datos se deben difundir y cuáles no, ya que en esos momentos de máxima tensión en ocasiones no es oportuno dar toda la información para evitar confusión en la población. Una vez decidido el mensaje, hay que exponerlo de manera clara, pronunciando con claridad, agradeciendo al público receptor de la información para mostrar empatía, y comprender que hay personas que están sufriendo.