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Los diseñadores de Škoda Auto han vuelto a sumergirse en la rica historia de la marca. Inspirándose en modelos legendarios, los han reinterpretado a través del prisma del diseño contemporáneo. ¿Cómo serían estos iconos hoy en día, en la era del lenguaje de diseño Modern Solid? El primero en desvelarse es una reencarnación de la motocicleta Slavia B, una máquina que pide a gritos ser probada
Los orígenes del fabricante checo de automóviles se remontan a las bicicletas y motocicletas fabricadas bajo el nombre de Laurin & Klement. Por lo tanto, para inaugurar esta nueva serie, en la que los diseñadores dan un giro moderno a los vehículos más emblemáticos de la marca, tiene mucho sentido comenzar con un vehículo de dos ruedas.
El concepto de la motocicleta fue desarrollado por el diseñador francés Romain Bucaille, que trabaja en el diseño exterior de automóviles en Škoda Design. «Quería hacer algo único y volver a las raíces de la marca. Trabajo con coches todos los días y, como también me encantan las motocicletas, crear una fue algo realmente estimulante», afirma Romain sobre lo que le motivó.
Formas icónicas a lo largo de tres siglos
En su cuaderno de bocetos, fue tomando forma poco a poco una interpretación moderna de la Laurin & Klement Slavia B. La versión original de la motocicleta se remonta a 1899, lo que significa que vio la luz en el siglo pasado. Para esta reedición, Romain optó por un enfoque futurista, totalmente adaptado al siglo XXI.
A pesar de su aspecto eléctrico, el concepto conserva la forma característica del chasis de las primeras motocicletas Laurin & Klement, en las que antaño se montaba un motor de combustión. «Tenía una forma muy distintiva: el chasis envolvía el motor, lo protegía por debajo y se hundía más que el resto de la estructura», explica Romain. Esta ingeniosa solución técnica sirvió de base arquitectónica para su elegante diseño.
Slavia B
La Slavia B se presentó al público en 1899 junto con la Slavia A. Estaba propulsada por un motor monocilíndrico refrigerado por aire de 240 cc con una potencia de 1,75 caballos y una velocidad máxima de 40 km/h (25 mph). La motocicleta no tenía caja de cambios: la potencia se transmitía a través de una correa plana conectada directamente al motor. También incluía pedales, que se utilizaban para arrancar y como propulsión auxiliar. La transmisión de la potencia se realizaba mediante una cadena. Entre 1899 y 1904, Laurin & Klement fabricó 540 unidades de la Slavia B.
La sección delantera del bastidor rinde homenaje al extraordinario trabajo de ingeniería de Václav Laurin, cuyos diseños de motocicletas eran conocidos por su estabilidad y maniobrabilidad. Mientras que la moto original presentaba un motor integrado en el bastidor, el concepto futurista de Romain deja este espacio vacío y el logotipo de la interpretación moderna del icono parece flotar en el aire. Una audaz línea vertical divide las secciones delantera y trasera, enfatizando la silueta única del bastidor.
Un homenaje a una resistencia extraordinaria
La futurista Slavia B también hace un guiño al legado deportivo de la máquina original. El piloto de fábrica Narcis Podsedníček completó la famosa y agotadora carrera París-Berlín en 1901 como único finalista de diez motocicletas, todas ellas Slavia B. “Quería hacer referencia a esas cualidades deportivas en mi concepto. El asiento está diseñado para que parezca que flota, desconectado del cuerpo de la moto“, explica Romain. «También he añadido un toque vintage con una bolsa de herramientas de cuero integrada en el bastidor, un elemento esencial en las pruebas de resistencia de aquella época».
Romain describe el resultado final como una “café racer futurista con estilo Modern Solid“. El lenguaje de diseño de Škoda es conocido por sus formas sencillas y sólidas, y el moderno Slavia B lo refleja con líneas limpias, bordes afilados y unos faros característicos, otro sello distintivo de la estética actual de la marca.
Del papel al modelo 3D
Romain abordó el diseño de la motocicleta de la misma manera que aborda los proyectos de automóviles en su trabajo diario. «Empecé con bocetos a lápiz para encontrar las proporciones adecuadas. Como se trataba de una motocicleta, tuve que practicar un poco, ya que hacía tiempo que no dibujaba una», comenta entre risas. «Lo bueno del papel es que puedes dibujar en cualquier lugar y en cualquier momento, sin necesidad de una tablet o un ordenador».
A continuación, pasó a las herramientas digitales, donde creó tres bocetos y renders diferentes con diversas interpretaciones de la forma de la máquina. «Fue un proceso de exploración. Seguí haciendo bocetos hasta que quedé satisfecho con el resultado», afirma Romain.
Romain Bucaille
El diseñador francés Romain Bucaille trabaja en Škoda Design desde 2018. Antes de trasladarse a Mladá Boleslav, estudió y trabajó en diseño, pero su primera titulación fue en ingeniería mecánica. Nacido y criado en Francia, Romain fue un apasionado de los coches desde muy joven. «En aquella época no había Internet, así que esperaba con impaciencia cada semana el último número de mi revista de motor favorita. Veía programas de coches en la televisión y seguía la Fórmula 1: absorbía todo lo relacionado con los coches», recuerda. «Ya entonces me fascinaban los bocetos de diseño y los estudios de conceptos futuristas».
De las tres direcciones iniciales del diseño, Romain seleccionó sus elementos favoritos y los fusionó en un concepto único y coherente. A continuación, se desarrolló un modelo en 3D, una técnica cada vez más habitual en el proceso de diseño de Škoda. «El modelado en 3D solía ser algo que solo hacían los modeladores, pero ahora los diseñadores lo utilizamos cada vez más, ya que nos ayuda a evaluar las proporciones de forma directa y en una fase temprana», explica Romain.
Para él, trabajar en un concepto de motocicleta también supuso una vuelta a sus raíces. Antes de convertirse en diseñador, estudió ingeniería, y su aprecio por la mecánica clásica sigue siendo muy profundo. «Los coches modernos tienden a ocultar sus partes mecánicas, pero las motocicletas siguen mostrándolas. Eso me encanta», añade. Y aunque su Slavia B carece de motor de combustión, sigue siendo una obra maestra del diseño y una creación profundamente emotiva inspirada en la ingeniería.