Las prácticas en prisión de cuatro jóvenes estudiantes del Grado en Criminología en la Universidad Loyola han dejado una huella imborrable en sus corazones y han transformado su visión del mundo. Claudia Corbacho, Alejandra Pedroso, Alba Osuna López y Carmen Barba Guillén comparten sus experiencias, destacando la importancia de la empatía, el apoyo y la segunda oportunidad en el proceso de reinserción de los internos.
Creer en la Evolución Personal
Claudia Corbacho describe su tiempo en la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) de la prisión como una «experiencia inolvidable, ha sido un placer tener la oportunidad de compartir tiempo y espacio con profesionales que se desviven día tras día por hacer de la UTE un lugar repleto de nuevas oportunidades y enseñanza». Durante su tiempo allí, ha sido testigo de la evolución personal de los internos cuando se les brinda una segunda oportunidad. Claudia enfatiza cómo la confianza y el apoyo pueden transformar vidas, y cómo esta experiencia ha fortalecido su vocación, tanto profesional como humana.
Además, Claudia subraya la necesidad de combatir los prejuicios y mitos sobre la población carcelaria en España, basándose en sus observaciones y estudios internos, «Es difícil hablar de forma generalizada por hay muchos casos y personas que me han marcado y aportado mucho, pero es fácilmente aplicado al resto, cuando das recursos y apoyo, la gente está dispuesta a cambiar y reconstruir sus vidas». Agradece a sus compañeras de prácticas y a Esther por la oportunidad de participar en esta experiencia enriquecedora, y expresa su deseo de seguir contribuyendo a la profesión y devolver lo que ha recibido.
Desafiando Prejuicios
Para Alejandra Pedroso, su experiencia de prácticas de fin de carrera en una prisión fueron una mezcla de ansiedad y nerviosismo al entrar por primera vez en una prisión. «Desde el inicio, pudimos ver la distribución de una cárcel y conocimos a los funcionarios; aún desde fuera del módulo, tanto los internos como nosotras nos observábamos con curiosidad. Ellos se preguntaban qué hacíamos allí, mientras nosotras intentábamos conocer cómo sería nuestro trabajo durante esos meses».
A medida que avanzaban los días, Alejandra y sus compañeras comenzaron a interactuar con los internos, construyendo una confianza mutua que les permitió aplicar sus conocimientos académicos en la vida real. Alejandra afirma que esta experiencia desafió sus prejuicios iniciales, mostrándole a los internos como personas que, en muchos casos, no han tenido oportunidades o han tomado decisiones erróneas.
Resalta la importancia del apoyo para aquellos que buscan cambiar y mejorar, y la dedicación del Equipo Técnico y los funcionarios que trabajan incansablemente por el bienestar de los internos. Esta experiencia ha transofrmado profundamente a Alejandra, brindándole una perspectiva más humana y real sobre el sistema penitenciario.
Lecciones de Humanidad
Alba Osuna López comparte cómo sus prácticas en prisión transformaron «su visión del mundo». Al principio, sintió una mezcla de ilusión y nerviosismo, pero al final, salió con lágrimas en los ojos y el corazón lleno de aprendizajes, «jamás imaginé que esas paredes, que muchos ven como un lugar frío, desagradable…me regalaría tantas lecciones de humanidad y momentos inexplicables».
Alba destaca cómo las historias de los internos, marcadas por el dolor y la falta de oportunidades, le enseñaron lecciones de humanidad y empatía. Nos cuenta que ha reflexionado sobre la importancia de dejar de lado los prejuicios y comprender las circunstancias que llevaron a los internos a cometer errores. Esta experiencia le ha enseñado que la verdadera reinserción comienza cuando se mira con empatía y se deja de juzgar.
Alba insiste en que detrás de cada interno hay personas con sueños y arrepentimientos, y que muchos de ellos crecieron en entornos familiares desestructurados. También resalta el trato cálido y respetuoso de los funcionarios de la prisión, cuya dedicación y apoyo fueron fundamentales para que la experiencia fuera enriquecedora. Alba concluye que esta vivencia la ha hecho más comprensiva y comprometida con romper los estigmas sociales, «el último día no fue una despedida fácil, porque ellos dejaron una huella imborrable en nuestros corazones. Hoy me siento una persona distinta: más comprensiva, menos prejuiciosa y comprometida con la idea de romper con los estigmas que la sociedad a menudo impone».
Más Allá de los Errores
Carmen Barba Guillén describe sus prácticas en prisión como un viaje de aprendizaje, emociones y humanidad que ha dejado una huella imborrable en su corazón. A lo largo de su tiempo en la prisión, Carmen ha conocido a personas que le han enseñado valiosas lecciones de vida, destacando la fortaleza, el dolor, el arrepentimiento y la esperanza que encontró en los internos, «cada cara, cada historia y cada conversación dentro de esos muros me han marcado».
Ella reflexiona sobre los prejuicios que pesan sobre estas personas y cómo, al conocer sus historias y compartir momentos con ellos, ha aprendido a ver más allá de sus errores, «muchas veces, no son los actos los que definen a alguien, sino su capacidad de querer ser mejor, incluso en medio de las dificultades». Enfatiza en la importancia de dar segundas oportunidades y de mirar a los internos con empatía y sin juzgarlos, «mirar más allá de lo superficial y de valorar la fuerza que todos tenemos para cambiar».
Carmen se siente transformada y comprometida a no olvidar las caras, los nombres y las historias que tanto le han enseñado. Sostiene que tiene la esperanza de que «la sociedad también pueda verlos como yo los he visto: no por sus errores, sino por sus ganas de seguir adelante».
La Importancia de la Empatía y el Apoyo
Las experiencias de estas cuatro estudiantes del Grado en Criminología de la Universidad Loyola, Claudia, Alejandra, Alba y Carmen en prisión han sido transformadoras, no solo para ellas, sino también para los internos con los que trabajaron. Estos testimonios destacan la importancia de la empatía, el apoyo y la segunda oportunidad en el proceso de reinserción. Al dejar de lado los prejuicios y mirar a los internos como personas con sueños y arrepentimientos, estas jóvenes criminólogas han aprendido valiosas lecciones de humanidad que llevarán consigo a lo largo de sus carreras.