Sergio Ramírez confiesa ser un escritor riguroso, heredero de Rubén Darío

Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel – 10 abr 2025 12:17 CET

«Todos en Nicaragua venimos de Rubén Darío, un poeta de a pie, y de las norias de las dictaduras, porque los períodos democráticos son escasos, y excepcionales «. Así se ha expresado Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017, en el conversatorio que ha mantenido en la Facultad de Filología de la UCM, con la catedrática emérita Rocío Oviedo. Invitado por la cátedra Vargas Llosa, el escritor ha hablado de varias de sus novelas, ha revelado de qué irá su próximo trabajo, y ha indagado en sus orígenes y en su manera de trabajar. Emilio Peral, vicecedano de Cultura, Relaciones Institucionales y Biblioteca, ha presentado a los dos participantes en el conversatorio.

 

Explica Sergio Ramírez que en su país Rubén Darío es «un héroe que está en todas partes, pero en un plano al que la gente no tiene acceso«. Se le ve siempre como ese ser que está más allá del bien y del mal, que «derrotaba al adversario en combates verbales, cuando la realidad es que era bastante tímido y superaba esa timidez con la bebida«. El escritor le dio un aspecto más humano a Rubén Darío en su novela Margarita, está linda la mar, que «en realidad son dos novelas, una sobre la dictadura de Somoza y otra sobre la vida de Darío, unidos por la figura de un médico de ascendencia francesa, que era amigo del poeta y cuya hija se casó con el dictador».

 

En esa novela también hay otro vínculo, que es la ciudad nicaragüense de León, en la que habitó Ramírez y donde descubrió «la cantidad de gente que se tomaba en serio a sí misma«. En parte para desacralizar esa solemnidad escribió la novela con gran carga humorística Castigo divino.

 

También hay algo de humor en su, hasta ahora, trilogía del inspector Dolores Morales. Explicó el Premio Cervantes, que «para liberarse del compromiso con la realidad, la novela polícíaca es una manera maravillosa de tomar distancia«, así que tras leer muchas novelas de ese tipo decidió trasladar el ambiente policíaco a su país de origen, donde los esquemas estrictos de la ley no funcionan, «porque no lo pueden hacer en una dictadura y con un gobierno corrupto». Asegura por tanto, que estas novelas policiacas, donde Dolores Morales es un personaje contemporáneo de la propia vida de Sergio Ramírez, al hacer denuncia de la situación de Nicaragua se convierten en novelas políticas.

 

Ha anunciado en su conferencia que ya tiene en marcha la cuarta parte de esta saga policíaca, en la que el protagonista está envejecido, en el exilio en Costa Rica, y tendrá que resolver un asesinato en un barco turístico, sabiendo, como en algunas novelas de Agatha Christie, que el asesino sólo puede ser uno de los viajeros del propio barco.

 

Dolores Morales comparte cojera con la protagonista de El caballo dorado, que hasta ahora es su última novela, y no es una coincidencia azarosa, sino que el escritor confiesa tener «fascinación por personajes que son distintos, como los de las películas de David Lynch, y además la princesa de este libro es la anti princesa de los cuentos de hadas».

 

En cuanto a su proceso creativo, Sergio Ramírez reconoce que escribe pensando «en un lector que está reflejado en la pantalla del ordenador, es un lector muy exigente que no va a pasar ni una». Considera, además, que si escribiese para cualquier otro lector, sería «menos exigente y menos riguroso como escritor».

 

En cuanto al español en el que escribe asegura que es «un lenguaje muy hermoso, pero muy traicionero». Para comprobar que no hay un exceso de «ques», ni rimas involuntarias, ni repetición de palabras, Ramírez lee cada párrafo en voz alta, «lo que ralentiza el trabajo y lo hace más difícil, al tiempo que más satisfactorio y más digno para la página final».