República Democrática del Congo: los restos explosivos de guerra vuelven a ser una amenaza para la población

Frente a su casa en Sake, a 25 kilómetros de la ciudad de Goma, Franck juega con un precario balón y, cada tanto, levanta la mano derecha, a la que le falta una parte del dedo índice. A los once años, fue víctima de un artefacto explosivo que lo hirió de gravedad. Acaba de salir del hospital, después de haber pasado allí dos semanas. Anhela jugar con su hermanito de tres años y no pierde su espíritu lúdico, a pesar de seguir sintiendo algunos dolores.

“Un día, mientras jugábamos afuera, mi amigo vio un objeto pequeño, lo levantó y comenzó a sacudirlo. Sonaba como una maraca. Se le ocurrió aplastarlo, para sacar lo que se movía adentro. Cuando brotó el humo, le empezó a quemar la mano y me lo arrojó de repente”, relata. 

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