Representantes europeos y del Gobierno piden diálogo y respuesta coordinada en las relaciones de la Unión Europea con el Sahel

La Unión Europea debe establecer un nuevo tipo de diálogo con los países del Sahel y actuar con mayor coordinación, en un momento caracterizado por la inestabilidad en la región y la presencia de otros actores como Rusia y China. Así lo recoge el informe ‘El Sahel: presente y escenarios futuros para la acción exterior de España y la UE’ de EsadeGeo y en ello coincidieron los participantes en el coloquio cebrado el miércoles en el campus de Esade en Madrid.

“Lo que pasa en la zona del Sahel tiene un impacto muy importante en nuestra seguridad”, señaló Diego Martínez Belío, secretario de Estado de Asuntos Exteriores y Globales del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Belío recordó que más del 50% del terrorismo mundial tiene lugar en Mali, Níger y Burkina Fasso y pidió que la UE esté presente de una forma coordinada en la zona, escuchando y fomentando la estabilidad.

“Si no hay convergencia europea no tendremos capacidad de tener influencia”, coincidió João Cravinho, representante especial de la UE para el Sahel. El diplomático comunitario cree que hay que establecer otro tipo de diálogo con las naciones de la región africana, basado en la escucha y en explicar con claridad los intereses europeos en la zona. Entre ellos estaría trabajar con los países de origen sobre las circunstancias socioeconómicas que empujan a los jóvenes a migrar. 

La presencia de la UE: más allá de la seguridad

Según el informe elaborado por EsadeGeo, una de las principales incógnitas para la zona es la futura presencia internacional tras la salida de Francia, la UE y las Naciones Unidas. La posición de Rusia, con fuerzas militares sobre el terreno, es una alternativa en términos de seguridad, apunta, aunque por el momento no parece haber contribuido a mejorar la situación.

El análisis incide en que la UE debe replantearse su relación con el Sahel, teniendo en cuenta que sus intervenciones en la región no han sido bien recibidas por la población. Para ello considera indispensable una buena coordinación europea y evitar el liderazgo de un solo Estado miembro.

Los autores recomiendan a la UE y a España mantener su presencia, pero a través de un enfoque que vaya más allá de la seguridad y abarque la agricultura, la educación, la sanidad o el fortalecimiento de las estructuras estatales. Además, debe estar basado en el diálogo con los gobiernos, poblaciones locales, sector privado y asociaciones regionales,

Entre los ejes de incertidumbre para la zona, los investigadores subrayan la posible expansión de los grupos armados, que dependerá en gran medida del futuro de Burkina Faso, donde el Estado está al borde del colapso. Además, alertan de que la climatología extrema, exacerbada por los efectos del cambio climático, amenaza con alterar las condiciones de vida de las comunidades del Sahel y las rutas y periodos de migración.

El coloquio, celebrado con motivo de la publicación del informe, estuvo moderado por Juan Moscoso del Prado, senior fellow de EsadeGeo. El acto fue clausurado por Javier Solana, presidente de EsadeGeo, quien pidió a Europa asumir su responsabilidad en África y no olvidarla en estos momentos de dificultad geopolítica y geoeconómica a nivel mundial. “La UE no sólo debe tener en mente el problema del comercio con Estados Unidos, sino también lo que está pasando en África y cómo podríamos ayudarla”, concluyó.

Posibles escenarios para las relaciones con el Sahel en 2030 

En medio de una situación altamente volátil, el informe plantea cuatro posibles escenarios para 2030. El primero dibuja una situación de inestabilidad en la que los gobiernos nacionales piden una mayor intervención de la UE. Esta lo haría de forma similar a las ocasiones pasadas, entrenando a las fuerzas armadas y asesorando, sin suministrar armamento ni intervenir directamente en los conflictos.  

En el segundo escenario, también de inestabilidad, los países del Sahel seguirían estableciendo acuerdos con potencias no occidentales, con Rusia en primera línea del frente en los conflictos regionales. En este planteamiento, la Unión Europea no sería bienvenida en la zona y mantendría su presencia en los Estados colindantes situados al norte del Sáhara y los que tienen acceso al Golfo de Guinea.

La tercera hipótesis presenta un escenario de estabilidad con muchos actores internacionales involucrados en la reconstrucción de la zona. Entre ellos estaría la UE, no sólo con operaciones de mantenimiento de paz, sino también con proyectos vinculados a la educación, la inserción de la juventud en el mundo laboral o la capacitación del funcionariado.

El cuarto planteamiento, también de estabilidad, contaría con una fuerte influencia rusa, que se ampliaría a la adjudicación de proyectos para la reconstrucción y desembocaría en una creciente dependencia comercial. China, por su parte, habría mantenido el papel de socia comercial y económica, y jugaría un gran papel en la construcción de infraestructuras. En este marco, la UE habría perdido toda su influencia y su actuación se vería limitada a la política de vecindad.