Remigio Beneyto ofrece una conferencia sobre las virtudes de la vida universitaria

El catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado ahonda sobre las confusiones que vive el mundo universitario, en el ciclo Dies Academicus “Pensar la Universidad hoy”

El catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado del CEU-UCH, Remigio Beneyto Berenguer, ha dado hoy continuidad en el Ciclo Dies Académicus “Pensar la Universidad hoy” a la última intervención del pasado mes de diciembre, a cargo del jurista Rafael Navarro-Valls. Si el profesor emérito de la Universidad Complutense reflexionó sobre la responsabilidad del docente, Beneyto ha centrado su intervención en cómo vivir virtuosamente la Universidad.

El profesor del departamento de Ciencias Jurídicas confesó que su conferencia era fruto de sus años de experiencia como universitario, tanto como alumno y profesor. Beneyto apuntó que la clave para vivir virtuosamente en la Universidad es “la búsqueda del bien, actuando siempre con libertad, con mucha libertad”.

El catedrático señaló que la libertad y la búsqueda del bien son claves para vivir “intensamente” la vocación universitaria. En su opinión, ser profesor “exige sacrificios” para estar a la altura de lo que exige la investigación y la docencia. “Ser profesor universitario solo se puede conseguir estudiando y pensando hasta el final de la vida, sin parar”, remarcó.

En este sentido, aseguró que el prestigio de una universidad es “inseparable de la calidad de sus profesores”, y que esto depende “de la calidad de la Universidad y del modo de funcionar”. El catedrático añadió que para que un centro universitario funcione correctamente es esencial “cuidar y atender a los PAS, tan necesarios como imprescindibles”.

A lo largo de su conferencia, el profesor Beneyto incidió en los males que deben evitar los centros universitarios. En primer lugar, indicó que una universidad “no puede ser una continuación del bachiller o de la enseñanza secundaria. Es un cambio de vida. Nadie que desee seguir siendo alumno de secundaria y nadie que desee seguir enseñando como en Secundaria merece estar en la Universidad”. Asimismo, declaró que

«la universidad no debe perseguir únicamente la exaltación de lo práctico, de lo directamente aplicable. Es necesario elevar lo práctico, lo experimental a reflexión, a concepto, a principio”. “Nosotros no formamos a los alumnos sobre cómo lograr un empleo inmediatamente o cómo ganarse un buen sueldo. La Universidad no puede ser un Departamento de formación de las empresas”.

También previno sobre el error de confundir un ideario, un carácter propio, con los peligros de la ideologización: “He descubierto que la Universidad tampoco puede pretender imponer una determinada ideología a sus alumnos, y muchas Universidades lo están haciendo. Hay que ser muy honrados con nuestros alumnos y sus familias”.

Otra de las confusiones en que también caen muchos centros universitarios en opinión del catedrático es considerar a sus estudiantes meros clientes. “Si pensara que el alumno es mi cliente, y que el cliente siempre tiene razón, yo no estaría en la Universidad. El alumno no es mi cliente y menos sus padres”, remarcó.

Por último, el profesor del departamento de Ciencias Jurídicas alertó sobre los peligros de la especialización. “Frente a una Universidad –indicó- extremadamente compartimentada en facultades, departamentos, áreas, con poca capacidad de interacción con las otras realidades, se impone la necesidad de iniciar proyectos comunes de Facultad o de Universidad”. Este motivo junto la obsesión por publicar los convierte a un docente “en un personaje de laboratorio, de biblioteca o de despacho, molesto por tener que interrelacionar con los alumnos”.

El catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado recordó que enseñar es “un acto de amor, una magia, donde el profesor va sacando de su chistera lo mejor para sus alumnos”.

“La Universidad –parafraseó a Claudio Sánchez-Albornoz- es un templo donde el pensamiento nace, crece y madura, liberándose de los límites del ‘tener’ y ‘poseer’, para convertirse en cultura, en cuidado del hombre y de sus relaciones con el trascendente, con la sociedad, con la historia y con la creación”.