Ray Loriga: «Lo que me ha sujetado durante la vida han sido la lectura y la escritura»

RAY LORIGA EN CINELAB RIVAS
MIÉRCOLES 9 ABRIL / 19.30.
Edificio Atrio: salón de actos. Entrada libre.

Actividad del Mes del Libro de Rivas: ‘Libertad entre líneas: memorias contra la desinformación’.

Ray Loriga (Madrid, 1967) acaba de publicar su última novela, ‘Tim’, una historia oscura en la que un tipo despierta en la cama de una habitación que le resulta totalmente ajena. Esa “sensación de desconcierto” es “probablemente propia”, reconoce Loriga, que aborda con una prosa deslumbrante los vericuetos más recónditos del alma humana: la memoria, la frustración, la identidad.

Lo hace sin ánimo de “dar lecciones de nada ni sobre nada” y advirtiendo de que el mundo no está ante ninguna encrucijada, sino que esta ha sido y es constante en el tiempo y la historia: “Lo que está sucediendo últimamente nos ha quitado, a lo mejor, una falsa sensación de seguridad o confort, pensábamos que teníamos algo ordenado”, comenta el autor de ‘Héroes’, ‘Rendición’ o ‘Cualquier verano es un final’ y director de ‘La pistola de mi hermano’. Ha escrito guiones para Pedro Almodóvar o Carlos Saura y llega al CineLab de Rivas el miércoles 9 de abril para abordar la relación entre el cine y la literatura -“son ramas del mismo árbol”- en el edificio Atrio (19.30).

¿Qué importancia tienen espacios como el CineLab de Rivas para acercar a la ciudadanía el mundo del cine y la literatura, en este caso?

Todo lo que sea conectar unas disciplinas artísticas con otras está bien, porque no habitan en un compartimento estanco. Son ramas del mismo árbol. Todo lo que sea crear vasos comunicantes me parece muy natural, sensato y saludable, porque estamos todos en lo mismo y sacamos ideas y sensaciones de unas y otras artes, dentro de que cada disciplina tiene sus rigores y sus mecánicas.

¿Reconoce Ray Loriga el mundo en el que se despierta cada día?

Imagino que la novela nace también de una sensación de desconcierto al despertar, que se alarga y se potencia. Voy investigando a través de una extrañeza que probablemente es propia.

Hay una sentencia en la novela que llama la atención: “El mundo, es bien sabido, es una emboscada”. ¿Cree que hemos caído en la trampa definitiva?

Es un poco ‘sálvese quien pueda’. En todos esos desconciertos del mundo en que vivimos, la palabra que quitaría es “ahora”. La gente habla, lees entrevistas y se dice: es que ahora pasa esto, es que ahora está muy raro todo… Yo creo que siempre ha estado todo muy extraño y muy desconcertante.

Digamos que siempre hemos vivido momentos de incertidumbre.

De incertidumbre, injusticia, aplastamiento del más débil. Ese es un poco el nombre del juego, desde que el mundo es mundo. De vez en cuando hay sensaciones engañosas de placidez. Lo que está sucediendo últimamente nos ha quitado, a lo mejor, una falsa sensación de seguridad o confort, pensábamos que teníamos algo ordenado. Pero en realidad nunca lo ha estado. Y si lo ha estado en una casa, estaba fatal en la otra.

«La memoria es un aliado y un enemigo. Es también la base de lo que somos y lo que no somos. Estamos perfilados por la memoria. Mi duda: ¿es una cárcel la memoria?»

¿Qué papel ha querido que juegue la memoria en la novela?

La memoria es un aliado y un enemigo. Es también la base de lo que somos y lo que no somos. Estamos perfilados por la memoria. Mi duda: ¿es una cárcel la memoria? Es una merma de libertad y al mismo tiempo nos consolida. Y, luego, la propia naturaleza de la memoria es muy frágil, porque tiene una gran parte de reconstrucción y de fábula. Recordamos como preferimos recordar.

¿Y qué función juega a la hora de definir nuestra identidad?

Sobre todo de la identidad propia de la escritura, porque la escritura somos nosotros y nosotros somos la escritura. Se escribe con memoria, memoria inmediata. Incluso lo proyectado está basado en una memoria previa. Son temas en los que me interesa indagar, como escritor y persona.

¿Cuál ha sido el proceso de escritura de ‘Tim’?

Tenía claro que quería contarlo en un lugar que para mí era incómodo y difícil. Quería ver hasta dónde podía llegar esta construcción y deconstrucción constante, esta duda eterna y ver por qué camino me llevaba. Intento que cada libro sea para mí un camino inesperado, aunque luego corriges y corriges y acaba siendo lo que es. Pero sí me gusta que tenga, para mí como escritor, un poco de vértigo.

Llama la atención una prosa tan luminosa en una novela tan oscura.

Es algo que intento siempre, tratar la desolación con cierta luz y con cierto sentido del humor también. Me ayuda y pretendo que ayude al lector para relativizar un poco todo, todos los dramas, y darle como una esquina de refugio en el sentido del humor.

Hay algún tramo que es incluso poético.

Es algo que me interesa en la prosa. La prosa tiene derecho a pisar el jardín, el bosque o la tormenta de la poesía, porque la poesía no es siempre un jardín de flores. A veces es un diluvio, una tormenta o un pozo negro. Sí me interesa contagiar la prosa de ese aliento.

Si algo temía de su enfermedad fue que le llevara a dejar de escribir. ¿Tanto supone la literatura para Ray Loriga?

A día de hoy, con 60 años, es toda mi vida, una vida de ciudadano normal, con mi familia y amigos, pero la esencia de lo que he intentado ser o lo que me ha sujetado durante este tiempo han sido la lectura y la escritura.

«Tengo contactos todavía con el cine, pero a nivel escritura de guiones. No me veo ni con el ánimo ni con la capacidad física de empezar un proyecto para dirigir»

También ha trabajado en el cine y con bastante solvencia. ¿No le apetece volver?

Sí, tengo contactos todavía con el cine, pero a nivel escritura de guiones. No me veo ni con el ánimo ni con la capacidad física de empezar un proyecto para dirigir. No tanto por el hecho de dirigir, que también, porque es una actividad físicamente exigente, sino por el proceso tan complejo y frustrante que lleva hacer una película. La financiación, toda esa especie de marasmo, que siempre estás a punto de hacerla o de no hacerla a la vez… Todo ese territorio ya me supera un poco.

El trabajo de escritor no requiere de tanta gente como el de director de cine. ¿Se ha vuelto más solitario con el paso de los años?

Después de haber escrito libros, entré en contacto con el mundo del cine. Me gustaba mucho lo de jugar con otros niños, lo de no estar siempre solo y embarcarte en una aventura donde el talento de los demás era esencial y donde todo no empezaba y acababa en ti, como en la literatura. Ahora, con la edad, me está gustando volver al refugio o la condena de mí mismo y de estar solo todo el día, escribiendo o leyendo. La verdad es que lo llevo con bastante placidez.