Los adultos mayores que mantienen su curiosidad y desean aprender cosas nuevas relevantes para sus intereses podrían contrarrestar o incluso prevenir la enfermedad de Alzheimer. Por el contrario, quienes muestran poca curiosidad y desinterés pueden estar en riesgo de padecer demencia, según un reciente estudio de un equipo internacional de psicólogos liderado por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en EE.UU.
Se cree que con la edad la gente pierde interés en conocer algo nuevo. Sin embargo, el estudio demuestra lo contrario: un tipo de curiosidad, la curiosidad ‘situacional’ que experimenta una persona ante un tema específico, puede crecer en la vejez.
A diferencia de la curiosidad como un rasgo de la personalidad, la curiosidad situacional surge en respuesta a estímulos específicos, como una pregunta interesante o una nueva tarea.
Para distinguir entre los dos tipos, los científicos encuestaron a más de 400 personas de entre 20 y 84 años.
Los voluntarios primero completaron un cuestionario de curiosidad general y luego calificaron su interés al responder preguntas desafiantes como: «¿Qué país fue el primero en otorgar a las mujeres el derecho a votar?».
Los resultados fueron sorprendentes. Aunque la curiosidad como rasgo de carácter disminuyó con el tiempo, el interés situacional, tras un declive en la mediana edad, aumentó en la vejez.
Una razón para esta discrepancia, sugieren los investigadores, es que hasta la mediana edad la gente suele estar interesada en adquirir los conocimientos, las habilidades y las oportunidades que necesita para tener éxito en los estudios, en el trabajo o para sostener a sus familias. Pero a medida que estas personas crecen y adquieren tales conocimientos, ya no necesitan destinar tantos recursos a la curiosidad. No obstante, a la hora de jubilarse, pueden dedicarse a intereses específicos, lo que aumenta su curiosidad situacional.
«A medida que envejecemos, no queremos dejar de aprender, simplemente somos más selectivos sobre lo que queremos aprender», afirmó Alan Castel, psicólogo de la UCLA y autor principal del estudio publicado en Plos One.
«Esto se ve en el contexto del aprendizaje permanente: muchos adultos mayores vuelven a tomar clases, a practicar pasatiempos o a observar aves. Creo que demuestra que este nivel de curiosidad, si se mantiene, puede realmente mantenernos despiertos a medida que envejecemos», concluyó.