Sigüenza. 24 de junio de 2025. La tarde del 23 de junio, Sigüenza volvió a llenarse de vida, color y emoción con la celebración de los Arcos de San Juan, una tradición centenaria profundamente arraigada en el alma seguntina y vinculada al solsticio de verano. Esta festividad, declarada Fiesta de Interés Turístico Provincial, es mucho más que un evento. Es un acto de transmisión cultural, un ritual compartido entre generaciones y una muestra de la fortaleza de una comunidad que, año tras año, se reencuentra con sus raíces, como muestran el olor a cantueso que perfuma las calles y el sonido de la dulzaina y del tamboril.
Desde días antes, los vecinos de los distintos barrios comienzan a recoger ramas de chopo, tomillo, cantueso y rosas —siempre robadas, como manda la costumbre—, con las que visten las estructuras metálicas que se transforman en arcos floridos coronados por la figura de San Juan. En el centro de cada uno, objetos con fuerte carga sentimental evocan historias familiares, recuerdos de infancia y homenajes a los que ya no están.
En esta edición participaron seis arcos. El jurado, presidido por la concejala de Festejos, Conchi Huelves, e integrado por miembros del Ayuntamiento y asociaciones locales, valoró cada uno de acuerdo con su originalidad, composición y fidelidad a los elementos tradicionales. Tras recorrer los barrios, acompañados por dulzaineros y un ambiente festivo, el primer premio fue otorgado al Arco de San Juan, ubicado en la emblemática Plazuela del mismo nombre. Su regreso al certamen tras varios años de ausencia fue especialmente celebrado, impulsado esta vez por un grupo de jóvenes del barrio. “Este año hemos recuperado la tradición. Llevábamos cuatro años sin hacerlo, y ahora los que éramos niños, los juniors, hemos crecido y hemos decidido seguir con ello. El más mayor tiene 27 y el más joven, 18. Mi madre ha sido nuestra maestra. El cuadro de San Juan es de la familia Plaza, las rosas, como manda la tradición, todas robadas, y el diseño lo hicimos entre todos”, contaba con emoción Anabel Bellón, portavoz del grupo. El arco olía a tomillo y a sanjuaneras. Con su regreso, la fiesta de San Juan ha recuperado uno de sus pilares.
El segundo premio fue para el Arco de la Residencia Saturnino López Novoa. Allí, su terapeuta ocupacional, Esperanza Juberías, ideó un arco que rindiera homenaje a todos los participantes en este fiesta popular a lo largo de los años. “Hemos querido rendir tributo a todos los arcos. Nos consta que en el XIX ya se hacían, y esta ha sido nuestra manera de agradecer su esfuerzo a quienes han mantenido y mantienen viva la tradición. También ha sido mi despedida, con mucho cariño y respeto por lo vivido”, explicó Juberías, que se jubila este año tras una larga trayectoria en la residencia.
El tercer puesto recayó en el Arco de la Residencia de La Alameda, cuya elaboración estuvo marcada por el trabajo textil y el entusiasmo de los residentes. “Este año hemos centrado el arco en el bordado. Hicimos los banderines, una falda al pie del arco, todo a juego. Ha sido una fiesta con mucha ilusión y participación”, detalló su terapeuta ocupacional, Daniel Santos.
Otros barrios se sumaron también con fuerza a esta expresión festiva. En el barrio de Alfarerías, Fernando Álvarez destacó la continuidad del arco tras una pausa motivada por la pérdida de algunos vecinos. “Después de un parón difícil, por la muerte de algunos vecinos, este año lo hemos vuelto a hacer por segundo año consecutivo. La gente ha respondido, ha traído flores, se ha sumado con ganas. En el centro pusimos una foto de un arco antiguo, con Luciano y Chano, que ya no están”. En el barrio del Tinte, Asun Villareal celebraba especialmente la participación de los más pequeños. “Este año ha habido muchos niños, incluso recién nacidos. Robamos rosas, como siempre, y usamos el mismo cuadro de San Juan de cada año. Para mí, es la fiesta más bonita de Sigüenza, más incluso que San Vicente”. También en el barrio de los Herreros se vivió intensamente la preparación. Elisa Carrasco explicaba que incluso construyeron dos arcos, uno sobre la propia muralla: “Tuvimos mucha gente joven, tenemos la suerte de contar con dulzaineros y los niños disfrutan muchísimo. Cuando llega el jurado, es lo más emocionante para ellos”.
La alcaldesa de Sigüenza, María Jesús Merino, quiso destacar el significado profundo de esta celebración y su vínculo con el futuro de la ciudad, del municipio y de la comarca. “Celebramos un año más esta tradición tan bonita de los Arcos de San Juan. Quiero agradecer su labor a los seis barrios que han participado, y especialmente al de la Plazuela de San Juan, donde los jóvenes se han implicado con entusiasmo. Mantener vivas nuestras tradiciones nos fortalece como comunidad y nos acerca a ese gran objetivo que compartimos todos los seguntinos: convertirnos en Patrimonio Mundial. Estas fiestas son la prueba de que nuestras raíces siguen vivas gracias a la gente que las cuida y las disfruta”.
La jornada culminó en la Plaza Mayor, con la entrega de premios, la actuación de la Rondalla Seguntina y su grupo de baile de la Virgen de la Mayor, y una chocolatada popular junto a la hoguera, símbolo ancestral que cada año despide esta noche mágica. Al amanecer del día de San Juan, las calles amanecieron silenciosas, dejando tras de sí el rastro efímero pero poderoso de una tradición que florece con la misma fuerza con la que los seguntinos la mantienen viva.
En el marco de la misma festividad se entregaron también los premios a los balcones más floridos, un reconocimiento a quienes, con mimo y dedicación, embellecen la ciudad con sus plantas y flores. Las ganadoras de este año fueron Pauline Sainz-Smith, Juana Bermejo y Rosa María Espinosa.
La fiesta de los Arcos de San Juan es, ante todo, una afirmación de identidad, un espacio compartido donde pasado, presente y futuro se entrelazan en un gesto colectivo de belleza, memoria y esperanza. En un momento clave en el que la candidatura de Sigüenza y su comarca como Patrimonio Mundial avanza con paso firme, celebraciones como esta refuerzan la convicción de que las tradiciones vividas con pasión y compromiso son también patrimonio de la humanidad.