Personalidad y Edadismo

El edadismo plantea múltiples problemas que afectan tanto a las personas como a la sociedad en general. Implica varias áreas: la cognición, la emoción y la conducta. Su impacto y las respuestas a la discriminación, los prejuicios y las experiencias derivadas del edadismo varían dependiendo del tipo de personalidad.

Una persona puede ser introvertida o extrovertida, nerviosa o tranquila, preocupada o despreocupada, influenciable o inflexible, etc. Estas características son “rasgos” de personalidad. Personalidad es el conjunto de rasgos cognitivos, emocionales y de conducta que caracterizan a una persona. Estos rasgos predicen cómo vamos a reaccionar ante cualquier situación. Con frecuencia van “en racimos”, es decir, algunos se manifiestan casi siempre juntos. Sin embargo, no son rígidos. La personalidad cambia poco con la edad, aunque algunos investigadores han observado que, en las personas mayores, el neuroticismo, la apertura a la experiencia y la extraversión suelen disminuir, mientras que la responsabilidad y la amabilidad suelen aumentar. Naturalmente, depende en gran parte del modo de envejecer.

Uno de los rasgos de personalidad más conocidos es el de extraversión e intraversión. Queremos ver cómo puede afectarnos el edadismo a los mayores según estos dos rasgos. Y vamos a resumirlo en tres frases clave que simbolizan situaciones diarias.

Minusvaloración: “Ya no vales para nada”

Despersonalización: “Todos los mayores sois iguales…siempre con dolores, enfermedades, sin tener nada útil que hacer…”

Incapacitación: “Eres muy viejo para aprender y para la vida actual”. 

 

Estas tres frases llevan dentro una gran agresividad. Nos afectan a todas las personas mayores. Atacan de lleno al individuo en su autoconcepto, autovaloración y autoestima. Es una clasificación de rebaño, despersonalizadora, sin tener en cuenta que cada persona es única. Afectan al concepto que cada cual tiene sobre sus capacidades y su adaptación a la vida actual moderna.

La persona extravertida tiene tendencia a hablar. Va a reaccionar enfrentando al interlocutor, quizá recordándole sus mismos fallos. Puede responder con frases como: “Pues mira, hago muchas cosas y algunas mejor que tú”, “Ha sido un fallo que cualquiera puede tener”, “No soy igual a nadie, tengo ‘mis cosas’ igual que tú tienes las tuyas”. Esta reacción nos afianza e incluso puede provocar la reflexión a quien nos hiere. Las personas extrovertidas pueden buscar más fácilmente ayuda, tienden más a preguntar. Para ellas, establecer la relación es más importante que aprender una técnica o algo concreto. Por otra parte, suelen tener más superficialidad y olvidan antes lo que les han dicho. Al hablar con quién le señala de este modo hiriente, hay una liberación, la tensión se puede mitigar, hay un afianzamiento del Yo. Pero, según sea el interlocutor, también puede haber enfrentamiento y discusión.

Y este enfrentamiento es lo que teme la persona introvertida. Puede decirse para sí misma: “Es mejor callarse”, o, lo que es peor, “Tiene razón, siempre estamos con dolores y enfermedades”. Tiene miedo a expresar sus sentimientos. Los mayores que son introvertidos van a preguntar menos; les preocupa más mantener su imagen ante sí mismos y ante los demás. Por no preguntar, pueden quedarse sin saber y sin reaccionar. Pero son más constantes en general, pueden centrarse en conseguir ellos solos los conocimientos que necesitan y su aprendizaje será más estable. No obstante, si la persona introvertida tiene seguridad y confianza en sí misma, con un Yo fuerte, apenas le va a afectar, pero si es alguien que tiene un Yo débil puede haber disminución de autoestima y hundimiento.

Estas situaciones, simbolizadas por las tres frases, traen consecuencias negativas: la baja autoestima, inseguridad, el bajo estado de ánimo, la soledad o la disminución de las relaciones con los demás, incluso, la depresión. Siempre nos suponen un conflicto en las relaciones con el entorno.

Debemos trabajar para que se destierren de nuestra vida y de la vida social.

 

Dr. Pedro Montejo Carrasco, médico psiquiatra.

Miembro del grupo SENIOR de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

Deja un comentario