Las universidades de La Laguna y Buenos Aires (UBA) han iniciado una colaboración conjunta para determinar los efectos que las sustancias psicodélicas atípicas pueden producir en el tratamiento de trastornos como la depresión profunda y las adicciones. El objetivo de esta investigación es identificar el impacto que los compuestos como la ibogaína y la noribogaína, psicoactivos provenientes del Golfo de Guinea (África), provocan en los receptores neuronales.

La investigación se centrará en caracterizar el comportamiento de estos dos compuestos, que ya han mostrado su potencial en el tratamiento de las depresiones severas y en la rehabilitación de personas con adicciones, tal y como han evidenciado los estudios previos realizados en la Universidad de Buenos Aires y en otros centros internacionales. Dichos trabajos apuntan a que las personas con depresión refractaria (resistente a los tratamientos) que los han usado, experimentaron una recuperación más rápida que la generada con los antidepresivos convencionales.

Así lo han indicado Teresa Giráldez Fernández, catedrática adscrita al Departamento de Ciencias Médicas Básicas del Instituto de Tecnologías Biomédicas (ITB) de la Universidad de La Laguna, y Francisco J. Urbano Suárez, profesor de la Facultad Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Ambos investigadores han impulsado un convenio de colaboración para confirmar que estos compuestos, tal y como han comprobado en el centro latinoamericano, actúan a través del bloqueo de los receptores de NMDA, los receptores de glutamato con los que Giráldez, experta en modelos de enfermedades neuronales y en mutaciones de este tipo de receptores, trabaja desde hace muchos años.

Giráldez destacó que esta colaboración conjunta se enfoca en el empleo de sistemas que simplifiquen el estudio de estos receptores, además de incidir en que la investigación se iniciará en células aisladas y en condiciones controladas para asegurar una base sólida antes de considerar otros modelos más complejos. “Mediante modelos controlados podemos identificar cómo actúan estas sustancias en las neuronas, lo que podría tener implicaciones clínicas en el futuro”.

El estudio de células aisladas plantea muchas ventajas porque permite desarrollar aproximaciones en el laboratorio, manejar el entorno, añadir diferentes sustancias y realizar modificaciones genéticas. “Podemos generar sistemas que pueden ir desde los más simples a los más complejos, añadiendo partes del problema. En una rodaja de cerebro o en un animal se puede ejercer control hasta cierto punto, pero en una célula aislada se pueden controlar la mayoría de las variables, como la temperatura, el pH, o las características fisicoquímicas que rodean a la célula. También se pueden simular situaciones patológicas y, sobre todo, eliminar otros componentes que podrían afectar a la interpretación de la respuesta”, explica Giráldez.

 Aplicación de la noribogaína en pacientes

Debido a que la ibogaína presenta “cierta peligrosidad al usarla en humanos”, según indica el investigador de la UBA, los esfuerzos en esta línea de investigación se centrarán en el estudio de la noribogaína -principal metabolito psicoactivo de la ibogaína, y bastante más seguro- y en su posible aplicación clínica en pacientes. “La noribogaína posee características prometedoras para ser usada. De hecho, se está utilizando en pacientes adictos a drogas como la heroína, con el fin de eliminar las recaídas en el consumo. Puede decirse que estamos empezando un campo de ciencia básica consistente en caracterizar cuál es el efecto en los circuitos neuronales de la corteza, o de células que expresan estos receptores”.

Aunque este tipo de investigaciones está en un “estadío todavía inicial” porque aún no se ha determinado si estas drogas (ibogaína y noribogaína) necesitan o no de receptor de serotonina, involucrado en aspectos de depresión, muchos psicodélicos empezaron a usarse en ensayos clínicos en forma de microdosis. “Ahora las microdosis tienen un efecto bastante prometedor y eliminan muchos de los aspectos negativos que la psicodelia puede inducir”, detalla el profesor Francisco Urbano.

Además de identificar los mecanismos moleculares de estas sustancias, el proyecto impulsado por La Laguna y Buenos Aires busca promover la movilidad académica y de personal investigador entre ambas instituciones. La colaboración entre ambos centros prevé, en un futuro próximo, el intercambio de estudiantes de doctorado, investigadores y docentes, con el fin de enriquecer las investigaciones, tanto desde el punto de vista académico como experimental.

“La idea es iniciar un flujo de personas e ideas entre ambas universidades que permita lograr avances científicos conjuntos”, enfatizó López, quien impartió un seminario durante su reciente visita a la Universidad de La Laguna, enmarcada en el programa de ayudas a estancias de profesores invitados para el personal investigador que financia el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia. Bajo el nombre «Nuevas fronteras del conocimiento para el uso de los psicodélicos atípicos ibogaína y noribogaína: participación del receptor 5-HT₂ᴀ en circuitos talamocorticales de ratón y sus implicaciones funcionales», el investigador de origen tinerfeño abordó sus estudios enfocados en los neurotransmisores y efectos psicoactivos.