Un estudio global en 23 países revela que plantas adultas de distintas especies se ayudan mutuamente favoreciendo el desarrollo de juveniles. Esta cooperación es esencial para mantener la biodiversidad.
Redacción
Estos resultados han sido publicados en la prestigiosa revista Nature Ecology & Evolution, desafiando la teoría de la competencia entre las especies. Durante décadas, la ecología ha considerado que las especies más competitivas desplazan a las demás. Sin embargo, en el artículo “Indirect reciprocal facilitation promotes species coexistence in plant communities worldwide” un equipo cientifico ha demostrado que las interacciones de facilitación en el reclutamiento —donde individuos adultos modifican su entorno y crean condiciones favorables para que otras especies germinen y se establezcan bajo su copa— no solo son frecuentes, sino que, en la mayoría de los casos, implican una reciprocidad. “Las especies que benefician a otras también reciben beneficios a cambio, muchas veces mediante interacciones indirectas que involucran a otras especies intermediarias, siguiendo la idea del amigo de mi amigo es mi amigo”, apuntan los investigadores.
Este hallazgo ofrece una perspectiva innovadora sobre los mecanismos que sostienen la biodiversidad, subrayando el papel clave de las relaciones cooperativas en la naturaleza. La facilitación recíproca —ya sea directa o indirecta— emerge como un mecanismo fundamental en la estructura y resiliencia de las comunidades vegetales a escala global, en contraste con la visión tradicional centrada en la competencia.
El trabajo ha estado liderado por Joaquín Calatayud, investigador del Instituto de Investigación en Cambio Global de la Universidad Rey Juan Carlos (IICG-URJC), y Rafael Molina Venegas, de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC). Además, en esta investigación han participado Ezequiel Antorán, miembro del IICG-URJC, Miguel Verdú y Alicia Montesinos Navarro, ambos del Centro de Investigaciones Sobre Desertificación (CIDE, CSIC-UV-GV), Julio M. Alcántara, del Instituto Interuniversitario de Investigación del Sistema Tierra en Andalucía (IISTA) y de la Universidad de Jaén, y José L. Garrido, de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC).
La “ley del más fuerte” frente a la colaboración entre especies
Los investigadores han identificado diferentes redes de facilitación en las que los beneficios se transmiten entre varias especies y acaban retornando al benefactor original. Estas estructuras, en forma de bucles, promueven la coexistencia de un mayor número de especies y refuerzan la estabilidad de las comunidades. Además, el equipo científico ha observado que, a medida que los bucles de facilitación se alargan, las interacciones positivas se intensifican y disminuyen las interacciones negativas entre las especies involucradas, lo que favorece la estabilidad y persistencia de estas comunidades naturales a largo plazo.
A raíz de estos resultados, el estudio invita a revisar la clásica noción de la “supervivencia del más apto” y a reconocer que las interacciones colaborativas entre especies, en línea con la teoría del altruismo recíproco propuesta por Robert Trivers en los años 70, pueden desempeñar un papel esencial en la evolución y conservación de la diversidad biológica.