[LARPSICO] El retorno de las vacaciones navideñas: ¿cómo gestionarlo eficazmente para que no genere síndrome alguno?

Dice un viejo refrán popular que “¡Hasta San Antón Pascuas son!” Con él se recuerda la proximidad de ambas fiestas, dado que el día de San Antón o san Antonio abad, 17 de enero, abriría el ciclo festivo del nuevo año. Célebre en pueblos de Castilla-La Mancha, también se dice en zonas de Andalucía, como Jaén, que lo celebra en estos tiempos con una gran carrera, muy seguida y hogueras en las calles. En realidad, no sería sino una fórmula que tiene la sabiduría popular y el imaginario colectivo para tratar de afrontar el tránsito, no siempre fácil, desde un periodo vacacional largo, en tiempos modernos cada vez más, sobre todo en determinados sectores (ej. en los servicios, en especial servicios públicos), en otros no (ej. comercio, alimentación), a otro de rutina laboriosa. Con ello se hace creer a nuestro cerebro que el tiempo festivo tiene continuidad.

En nuestros días, sin embargo, el clásico no está en ese dicho popular, sino en la proliferación de una multitud de noticias e informaciones, en todos los medios, que nos alertan del riesgo de padecer algún síndrome por el brusco cambio de situación, desde el tiempo de descanso, ocio y fiesta al de laboriosidad, productividad y disciplina. De ahí, en paralelo, que se multipliquen los consejos y recomendaciones para afrontarlo del modo más adecuado para evitar problemas de salud alguno. Conviene, de inicio, advertir con claridad que no estamos, salvo casos excepcionales, ante ningún problema de salud real y que hay muchas informaciones confusas, como las que alertan de la posibilidad de que, en este retorno, con la vuelta a la rutina laboral, sea “habitual que aparezcan síntomas de burnout, afectando al bienestar, motivación y productividad de los profesionales”.

Este tipo de informaciones son confusas, cuando no erróneas por completo. El síndrome de burnout es un problema de salud ocupacional, como reconoce desde el año 2022 la OMS (CIE-11), que no puede generarse solo con este tipo de situaciones de tránsito, porque en él inciden diversos factores de riesgo psicosocial mucho más profundos y que precisan un tiempo más prolongado. Si el retorno genera burnout es porque ya estaba en la situación previa que vive la persona trabajadora. Dado que no es la primera vez que tratamos este tema, pues lo hicimos en relación con las vacaciones de verano, informando de qué dice exactamente la ciencia sobre el impacto real en la salud psicosocial de estos tiempos de descanso y sus retornos, a ello remitimos.

En otras ocasiones, se acude a conceptos mucho más ambiguos e imprecisos. Es lo que sucede con el genérico “síndrome postvacacional”, a fin de alertar, primero, del eventual problema de salud y, después, tratar de convertirlo en un desafío o reto. En vez de vivirlo, en su caso, como algo negativo, el tránsito de una situación de descanso, de ocio y de felicidad a otra donde la rutina, la disciplina, el trabajo domina los tiempos de vida, a otra más positiva, en la que “ese retorno inevitable también es una oportunidad para retomar tu carrera profesional con la energía renovada.”

Ciertamente, para eso deben servir los tiempos de descaso, para renovar energías, reducir el agotamiento propio de los tiempos productivos y prepararse mejor para tiempos de retorno laboral. En principio, un periodo vacacional de cierta duración a final del año, una vez agotados los efectos de las vacaciones de verano, varios meses antes, está llamado a tener efectos de recuperación de salud, sea en términos de reconstitución física como de mejora de los estados de ánimo, según su duración. Los Estudios confirman el efecto positivo de las vacaciones de Navidad en la salud psicosocial, como ya expresamos en su día para dar una segunda oportunidad a quienes no aprovecharon adecuadamente el verano y sus vacaciones: “Todo lo que quiero para Navidad es recuperación: cambios en el bienestar afectivo de los empleados antes y después de las vacaciones”.

Bien sabemos que, en la realidad, no siempre sucede así. Con todo, hay que recordar una vez más que ese “síndrome de estrés postvacacional” (mera reacción de ansiedad y estrés, que puede provocar alguna alteración emocional y de conducta, muy localizada y transitoria) no existe en los términos médicos (no es un trastorno, ni una enfermedad, ni siquiera un síndrome clínico) que a menudo se presupone, es solo una construcción social y que, si se presenta, como se decía, es porque ya estaba previamente, sin que los periodos propios de vacaciones puedan resolver los síndromes crónicos (como el burnout) o situaciones ya de enfermedad (ej. estados depresivos). Con todo, sí sirve para adiestrarnos a una mejor gestión de los tiempos de vida y de trabajo, porque un retorno con algún periodo de transición (un día previo) y una planificación adecuada (organizar la actividad a lo largo del día), así como el retorno a hábitos saludables, puede ser suficiente, bien para decirle “adiós al síndrome” bien para no tenerlo.