La Universidad de Burgos recuerda el legado de Vargas Llosa

En el Jardín de la Sabiduría, junto al tejo que recuerda su nombramiento en 2016 como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos, esta mañana se ha celebrado un homenaje al recientemente fallecido Mario Vargas Llosa.

Un “sentido sencillo y también profundo homenaje a uno de los nuestros”, según el rector José Miguel García, quien definió a Vargas Llosa como un «literato universal» y un «humanista» que simbolizaba los valores fundamentales de la universidad, como la libertad de cátedra y de pensamiento, además de destacar su espíritu crítico, “puso en duda el poder”. También aseguro que «nos enseñó que soñar estaba por encima de la vida convencional», destacando su capacidad para ir más allá de lo establecido.

Quien fuera su padrino en 2016, el decano de la Facultad de Humanidades y Comunicación, Carlos Pérez, ahondó en la fuerza literaria y el compromiso ético del autor “no pidió permiso para decir verdades… su obra fue una constante interrogación sobre la violencia, el poder, la dignidad y la libertad. En su denuncia del autoritarismo en los claustros militares le dio voz al miedo, a la rebeldía, a la soledad juvenil, con un lenguaje tan descarnado como poético”, afirmó.

Pérez también alabó el estilo valiente y polifónico del Premio Nobel, recordando alguna de sus obras en las que logró expresar tanto el dolor como la belleza.  “Nos deja la dignidad de su pluma y el testimonio de que la literatura, cuando es verdadera, no duerme nunca la maldita. Gracias Mario por enseñarnos que escribir también es pelear”, concluyó

La parte final del homenaje estuvo a cargo de Sara Sánchez Hernández, coordinadora del Grado en Español, con la lectura de algunos pasajes de obras como “La ciudad y los perros”, “Pantaleón y las visitadoras” o “La fiesta del chivo”, que pusieron de manifiesto su mirada crítica, su humor, su sensualidad, su capacidad de explorar el poder, el amor y la identidad a través de la palabra.

Sara Sánchez cerro el homenaje con parte del discurso del propio Vargas Llosa con motivo del Premio Nobel 2010, en el que reflexionaba sobre el profundo poder transformador de la literatura, no solo como fuente de belleza y evasión, sino también una forma de protesta y de toma de conciencia, una muestra de inconformismo frente a las limitaciones de la vida real, porque “leer es protestar contra las insuficiencias de la vida.»