Fri-Housing (friendly housing) es un proyecto nacional que busca generar una herramienta para analizar los modelos de vivienda y entornos habitacionales amables para personas con discapacidad intelectual. Una decena de universidades, entre ellas La Laguna, participan en esta iniciativa, además del Instituto Universitario de Lisboa y entidades especializadas en esta materia.
El proyecto está liderado por la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla, y la Universidad de Jaén, que cuentan con un equipo multidisciplinar en áreas como trabajo social y servicios sociales, psicología, urbanismo, ordenación del territorio, estadística, arquitectura o sociología. La profesora titular de Trabajo Social de la Universidad de La Laguna Celsa Cáceres dirige al equipo investigador por parte de este centro académico.
Como parte de los trabajos de este proyecto, el equipo de la Universidad de La Laguna se ha reunido recientemente en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación con diferentes colectivos relacionados con la problemática estudiada, divididos en grupos focales específicos: profesionales y personal investigador especializado en discapacidad intelectual, personas con discapacidad, familiares, personas de la comunidad y representantes políticos.
Cada grupo discutió sobre las características, tanto internas como externas, que debería tener una vivienda «amable» para una persona con discapacidad intelectual. Como explica Celsa Cáceres, la idea de amabilidad se relaciona con ser practicable para que pueda ser habitada por una persona con discapacidad intelectual.
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El equipo de la ULL: De izquierda a derecha, Cristina Sáenz-Marrero, Mario Cortés, Maryurena Lorenzo, Celsa Cáceres y Cristina Chinea.
Las conversaciones en estos grupos focales se ordenan por áreas temáticas como el espacio (dónde se deben ubicar y cómo deberían ser); el acceso a los servicios; la movilidad; el tipo de gestión y financiación; las características de las personas, especialmente lo relativo al género; y los aspectos más intangibles, como las características que facilitarían la interacción con el vecindario o el desarrollo personal en sentido amplio. Al ser grupos compuestos por distintos perfiles, se obtienen las diferentes visiones sobre la misma cuestión, por lo que estos encuentros son fundamentales para construir un modelo basado en participación integrando las distintas experiencias.
Para Cáceres, estas reuniones han sido “una experiencia altamente gratificante. Las personas participantes son extraordinariamente generosas cuando comparten su experiencia y sus expectativas. Su contribución es uno de los elementos más valiosos de este proyecto”.
El proyecto Fri-Housing se halla actualmente en su segunda fase. La primera consistió en una encuesta a personas expertas en discapacidad y en vivienda de los mismos sectores que los grupos focales, que finalizó en diciembre de 2024. Esta segunda fase corresponde a la celebración de los grupos focales y el análisis de la información que se utilizará en la tercera fase. No está previsto hacer más encuentros de este tipo en el futuro, si bien se realizarán otros para el seguimiento y la coordinación entre las distintas universidades.
Cáceres explica que después de terminar los grupos, se transcribe la información obtenida y se analiza, con el objetivo es construir una batería de indicadores de los aspectos esenciales que debe tener una vivienda amable para personas con discapacidad intelectual. A esa batería también se incorporan los indicadores identificados por las personas expertas en la primera fase.
Todo ello se convierte en un cuestionario que se enviará a una muestra, igualmente compuesta por personas de los distintos sectores, que deberá valorar la importancia y la pertinencia de cada uno de ellos. Al final habrá prototipo de los indicadores ideales que se convertirá en una app que permitirá evaluar la idoneidad de la «amabilidad» de las viviendas que habitan o habitarán las personas con discapacidad intelectual.
Dentro del proyecto Fri-Housing, el equipo de la Universidad de La Laguna está a cargo del trabajo de campo de Canarias y del diseño, procesado y análisis de toda la información recabada en los grupos focales de familias de las diez universidades participantes, y también lidera las publicaciones relacionadas con esta parte del proyecto. Además de por Cáceres, el equipo está integrado por Maryurena Lorenzo Alegría y Cristina Chinea Montesdeoca, ambas de área de Trabajo Social y Servicios Sociales de la institución académica; y Cristina Sáenz-Marrero Lorenzo-Cáceres y Mario
Cortés Martín, del Estudio Marrero Arquitectos, arquitectos especialistas en accesibilidad incluidos como colaboradores externos. También colaboran entidades sociales de personas con discapacidad: Fundación Sonsoles Soriano, PROBOSCO, APANATE, Down Tenerife, Plena Inclusión Canarias y FUCAS.
Para Cáceres, es importante destacar que este proyecto trata de contribuir a que se haga realidad el artículo 19 de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, el cual reconoce el derecho en igualdad de condiciones de todas las personas con discapacidad a vivir en la comunidad, con opciones iguales a las de las demás. De forma concreta, se dispone que este colectivo tenga la oportunidad de elegir su lugar de residencia y dónde y con quién vivir, en igualdad de condiciones con las demás, y no se vean obligadas a adaptarse a un sistema de vida específico.