La Universidad de Burgos (UBU) mantiene desde su creación un compromiso constante con la solidaridad global y la educación crítica del alumnado. Servicios como la Unidad de Atención a la Diversidad, el Programa de Acercamiento Intergeneracional, UBU Verde y el Centro de Cooperación y Acción Solidaria promueven programas de voluntariado local en diversos ámbitos. Además, desde el Centro de Cooperación y Acción Solidaria se gestionan los programas de voluntariado internacional. Con motivo de la celebración del Día Internacional del Voluntariado, la UBU reafirma este compromiso, que posiciona a la Universidad como agente de transformación social.
Una de las iniciativas más destacas es el papel del Centro de Cooperación como entidad de apoyo del Cuerpo Europeo de Solidaridad de la Unión Europea, que tiene como objetivo crear oportunidades para que los jóvenes trabajen como voluntarios o colaboren en proyectos —en sus propios países o en el extranjero— que beneficien a comunidades y ciudadanos de toda Europa.
Los requisitos para participar como voluntario internacional son tener entre 18 y 35 años, residir legalmente en los Estados miembros de la UE o en un tercer país asociado y completar la formación obligatoria. Este es el caso de Clara, Adrián y Carmen, que acudieron al Centro de Cooperación de la UBU para ser asesorados y participar en un voluntariado internacional de larga duración. Desde el Centro se facilita la búsqueda de proyectos, asesora en la tramitación y facilitar el contacto con la organización de acogida. Con motivo de este Día Internacional, los tres han compartido sus experiencias para animar a unirse al Cuerpo Europeo de Solidaridad.
Carmen Sanz y Adrián Cobo, estudiantes de periodismo, están realizando su voluntariado en Croacia desde enero de 2024 en el Centro de Juventud de la organización Mreža udruga Zagor, donde colaboran en la organización de actividades educativas, talleres y acciones de voluntariado, editan una revista, realizan labores de comunicación…
Adrián, describe su experiencia como una transformación personal y un acto de compromiso comunitario. Para él, el voluntariado es una oportunidad de salir de su zona de confort, desarrollar empatía y apreciar su propia cultura desde una perspectiva global. Su proyecto, centrado en trabajo periodístico y comunitario, le ha permitido explorar nuevas culturas, descubrir otras realidades y replantear su visión del mundo. Carmen también hace hincapié en este proceso transformador, en el que, tras enfrentarse a retos como mudarse a un nuevo país y adaptarse a un entorno desconocido, destaca el proceso de aprendizaje personal y académico y la evolución emocional que le permitió desarrollar resiliencia y claridad sobre su futuro.
Por su parte, Clara García Martínez colabora con el Youth Center of Epirus, en Grecia, un centro de menores extranjeros no acompañados demandantes de asilo. Para esta titulada en Relaciones Internacionales y Periodismo, esta nueva etapa le ha permitido comprender las complejidades del proceso migratorio y reflexionar sobre los privilegios de su realidad. Además de fortalecer su desarrollo profesional, considera que la inmersión cultural y la convivencia han sido fuentes de aprendizaje personal y momentos significativos de crecimiento.
Como entidad de apoyo, el Centro de Cooperación y Acción Solidaria atiende las peticiones de cualquier persona interesada – independientemente de su pertenencia a la comunidad universitaria – en unirse al Cuerpo Europeo de Solidaridad para desarrollar un voluntariado internacional en áreas muy diversas, como el cuidado del medio ambiente, la mitigación del cambio climático o la inclusión social, y que puede tener una duración de entre 2 y 12 meses.
Las personas voluntarias no perciben un salario, pero todos los gastos relacionados con su voluntariado están cubiertos por el programa (viaje, alojamiento, manutención, formación, seguro), y una asignación mensual para gastos de bolsillo.
Las personas interesadas en unirse al Cuerpo Europeo de Solidaridad, pueden dirigirse al Centro de Cooperación o consultar la información en el siguiente enlace.
Experiencias de voluntariado
Clara García Martínez
Soy Clara, tengo 27 años y desde hace un mes y medio me encuentro en Ioannina, una ciudad al noroeste de Grecia, colaborando como voluntaria del Cuerpo Europeo de Solidaridad (CES) en un centro de menores extranjeros no acompañados demandantes de asilo.
El objetivo del voluntariado es ofrecer a estos adolescentes un espacio de ocio, seguro y educativo, donde se sientan acogidos y respetados y puedan desarrollar su creatividad y sus cualidades. acompañados por los trabajadores sociales, por sus propios compañeros y por los voluntarios internacionales que nos encontramos actualmente colaborando con la ONG a cargo del centro.
Tras una experiencia pasada increíble en Turquía, trabajando con refugiados sirios, también como parte del CES, decidí embarcarme en esta nueva aventura para conocer otras realidades del proceso migratorio. Aunque no llevo mucho tiempo aquí, la oportunidad está siendo realmente interesante y un regalo en muchos aspectos.
El contacto con estos adolescentes ‒en su mayoría egipcios, somalíes y afganos‒ y conocer de primera mano sus historias, así como ser parte de su día a día, me está ayudando a poner en perspectiva las oportunidades y los privilegios que tenemos, un golpe de realidad que, a mi parecer, es realmente necesario en la sociedad de hoy en día. Además, la vida en un país con una cultura diferente, así como la convivencia con el resto de voluntarios y con los trabajadores del centro y de la ONG, están siendo una fuente constante de aprendizaje y de buenos momentos que me están dando la oportunidad de crecer tanto en el ámbito profesional como sobre todo en el personal.
Adrián Cobo
Hacer un voluntariado no es solo salir de tu zona de confort, sino una forma de adquirir paciencia y empatía contigo mismo y con los demás.
Hola a todos los que estáis leyendo esta carta, primero de todo.
Mi experiencia como voluntario nace de una aspiración muy concreta: dar a la comunidad lo mejor de mi mismo. No solo por una sensación de que el mundo puede ser un espacio mejor en el que todos estemos integrados, con mejor calidad de vida, abordando los retos globales y locales con un enfoque más cercano, sino por crear un sentimiento de unión entre las personas que cohabitamos.
Lo que suele ocurrir –al menos lo que me ocurrió a mí- es que un día decides que tu tiempo no solo para un tener un dinero en la cuenta, sino que es para ti y para tu comunidad. En un mundo globalizado tu comunidad ya no es solo lo que te rodea en tu barrio o ciudad, sino lo que acontece a escala global. Y en una escala más cercana, lo que ocurre dentro de la Unión Europea es relevante en todo lo demás.
Las oportunidades hay que buscarlas, no suelen aparecer de la nada. Gracias al cuerpo europeo de la solidaridad puedes encontrar las oportunidades que se ponen a tu disposición. En mi caso la búsqueda no fue muy prolongada(relativamente hablando, ya que estuve en una búsqueda de tres meses), pero te exige dedicación y seriedad en el proceso.
Por suerte para mí, encontré un proyecto acorde con lo que buscaba: poder hacer trabajo periodístico en proyectos comunitarios. También quería salir de mi “hábitat” y ver otros lugares del mundo, impregnarme de otras culturas y conocer nuevas realidades. Con ello pretendo apreciar mi cultura y mi manera de ser en una perspectiva menos encasillada en lo que he vivido siempre. Por resumirlo de alguna manera, ver con otros ojos la realidad de España y la de la comunidad en la que vivo.
Dar el paso hacia el voluntariado es una decisión que requiere de meditación, pero una vez que estés seguro –ese momento llegara tarde o temprano, con sus altibajos, pero llegara – verás que ha sido una decisión que te va a cambiar. En mi caso lo ha hecho de múltiples formas: he probado nuevas comidas, he visto otros lugares, otras realidades que me han hecho ver con otra perspectiva mi tierra, he tenido que arriesgarme con unas cosas y me han ayudado muchísimo con otras. Todo esto es una visión muy superficial de la experiencia, pero a cada uno la experiencia le llena de maneras distintas.
Lo que tengo claro es que no soy la misma persona que salió de España antes de iniciar la aventura y no seré la misma que cuando termine la misma. Si estás pensando en unirte a la vida del voluntariado, únete. No te arrepentirás, pero como dicen los croatas: “Polako”
Carmen Sanz
Una crisálida en Croacia
“Cambiar” según la RAE es, entre sus acepciones, “Dejar una cosa o situación para tomar otra.” Es una buena forma de resumir mi año de voluntariado. Ya en la recta final, echo una mirada atrás y sin duda fue una decisión que ha supuesto un antes y un después en mi vida.
En enero de 2024, tras vivir unas de las Navidades más raras y estresantes de mi vida por tener que gestionar dos mudanzas en un mes, lidiando con todas las emociones que surgen antes de mudarte a otro país, emprendí un viaje a Zabok. Se trata de una pequeña ciudad de Croacia cercana a Zagreb, la capital. Allí iba a vivir durante un año como voluntaria en una organización que realiza proyectos y actividades dirigidos a la juventud. Antes de llegar, estaba mentalizada de los posibles choques que iba a experimentar, y de hecho me preparé todo lo que pude aprendiendo un poco de croata e investigando a fondo sobre el contexto en el que me iba a desenvolver; pero entre la buena acogida que recibí en la organización y la manera en la que el cerebro maneja ciertas situaciones, al principio no era capaz de identificar esos choques, aunque es cierto que llegué con un sentimiento de indefensión. Y en realidad eso no está mal, todo te parece mucho mejor que en tu país y no ves los problemas para los que te habías estado preparando. En el primer mes conocí a otros voluntarios en el On-arrival Training y tuvimos una conexión muy especial, probablemente porque todos estábamos en la misma situación.
Con el paso del tiempo, ya estaba adaptada por completo al ritmo de trabajo en la organización, el número de tareas iba aumentado y yo estaba encantada con ello, ya que en un principio me parecía que tenía poco que hacer, pero sabía que tenía que ser un proceso gradual. También cambié de fase de adaptación, en la que empezaba a vivir esos choques que no percibí en un principio, lo que me generó cierto desencanto con Croacia y una idealización de España. Exteriorizar mis sentimientos me ayudó mucho, todas las personas con las que he compartido mi día a día han sido un gran apoyo. Al final, pasas a tener una visión objetiva cada lugar, aceptas las cosas como son y simplemente te adaptas.
Ya en la recta final de este año, miro atrás y sin duda ha sido muy intenso, en el buen sentido. He viajado mucho, conocido a personas de diferentes países y trabajado en proyectos maravillosos, utilizando los conocimientos que adquirí en la carrera y aprendiendo nuevos. El aprendizaje ha sido la clave y motor de esta experiencia, no solo a nivel laboral, también a nivel personal. Cambiar de país te enseña quién eres y cómo te desenvuelves en situaciones que no habías experimentado antes. Si bien viajar te saca de tu zona de confort, no es lo mismo que adaptarse para una estancia larga. Evidentemente, no todo es un camino de rosas, y alguna que otra lágrima he derramado, pero el balance general es muy positivo. He ganado mucha seguridad en mí misma, aclarado qué quiero para el futuro y recuperado la ambición, la cual había perdido tras un periodo de burnout. Puedo decir que, si volviese atrás, no cambiaría nada de lo que he vivido, porque tanto los momentos buenos como los malos, te aportan algo.
Sin lugar a duda, la persona que se fue no es la misma que volverá.