La UAB reivindica la plena vigencia del espíritu del Manifiesto de Bellaterra

La UAB ha conmemorado el quincuagésimo aniversario de la declaración conocida como Manifiesto de Bellaterra hoy en un acto en el que el rector Javier Lafuente ha reivindicado la herencia de este hito histórico como inspiración ante el «deber inexcusable» de plantear la función de la universidad ante el «desorden mundial», marcado por las desigualdades sociales, la emergencia climática y las amenazas contra la paz y la democracia.

Commemoració del cinquantenari del Manifest de Bellaterra

La secretaria general de la UAB, Esther Zapater, ha abierto el acto evocando el proceso de gestación del Manifiesto, que fue redactado por iniciativa de miembros de la comunidad universitaria, entre los cuales, ha destacado el papel de los profesores no numerarios, muy activos entonces en la reivindicación de sus derechos, y concretamente de los profesores Francesc Espinet y Josep Montserrat. El texto fue discutido en asamblea y llevado a una sesión del Claustro de la UAB que tuvo lugar el 11 de febrero de 1975 y que aprobó finalmente una declaración «que transaccionaba» la propuesta original. Con todo, Zapater ha afirmado que el texto reflejaba el sentimiento mayoritario de la comunidad universitaria y se convirtió en un referente para la transformación democrática del conjunto del sistema.

El rector ha valorado que «buena parte» del modelo de universidad democrática planteado en el Manifiesto «es hoy una realidad integrada e incluso superada» en las instituciones de educación superior, aunque ha reivindicado que hay «margen de mejora» en aspectos tan importantes como son «el grado de autonomía universitaria, una financiación adecuada al sistema público y el carácter popular de la universidad en cuanto a la consecución de un acceso igualitario» a la educación superior. Lafuente ha querido también subrayar que la UAB ha aprobado recientemente sus terceros estatutos mediante un «amplio proceso democrático» que refleja la trayectoria de la institución desde los años del Manifiesto de Bellaterra.

«Semilla de la universidad democrática»

Jordi Sancho, investigador del Grupo de Investigación sobre Dictaduras y Democracias de la UAB, ha pronunciado una ponencia en la que ha glosado el contexto de la aprobación del Manifiesto, marcado a la vez por la crisis de la dictadura franquista y por la transformación profunda del mundo universitario debido a la evolución social y al intenso desarrollo científico y tecnológico. La universidad destacó entonces como «espacio de democratización» donde jugaba un papel muy destacado la militancia del PSUC y de otras fuerzas de izquierda socialista o radical más minoritarias. Según Sancho, hoy son «reivindicables» los dos aspectos principales del espíritu del Manifiesto de Bellaterra: la capacidad de pensamiento crítico y de generación de alternativas, sobre todo ante un «productivismo» que entra en contradicción con la función social investigación, y los principios de una universidad democrática, autónoma, catalana y al servicio de la sociedad.

Por último, el catedrático de periodismo Enric Marín ha moderado una mesa redonda con cuatro personalidades académicas activas durante la época del Manifiesto de Bellaterra. Los historiadores José Luis Martín Ramos y Borja de Riquer han intervenido para valorar, entre otros aspectos, la evolución de las reivindicaciones democráticas en el seno de la universidad durante el intevalo entre la famosa Capuchinada de 1966 y la redacción del Manifiesto de Bellaterra. De Riquer ha comentado que el texto fue distribuido con un «gran impacto»: «El espíritu de Bellaterra se comentaba en toda España como un referente». Además, han recordado el papel jugado por miembros de la comunidad universitaria como Helena Estalella, Eugeni Giralt, Josep Fontana, Joaquim Molas, Enric Casassas, Rafael Jiménez de Parga o dos profesores que más adelante fueron rectores de la institución: Josep Laporte y Antoni Serra Ramoneda.

Por su parte, Pilar Benejam, catedrática jubilada de didáctica de la lengua y la literatura y de las ciencias sociales, ha reivindicado el papel desarrollado por Teresa Eulàlia Calzada, profesora jubilada de sociología que no ha podido asistir al acto por motivos personales. Benejam ha disertado sobre el papel de la Escuela de Maestros de Sant Cugat del Vallès en aquellos primeros años de la UAB, especialmente en lo que se refiere a la penetración de un compromiso profundamente democrático. Y Margarita Arboix, catedrática jubilada de farmacología veterinaria y exrectora de la UAB, ha explicado el papel fundamental que tenía la recién creada UAB en el activismo contra la dictadura en el sistema universitario de aquellos años del fin de la dictadura, reivindicando particularmente el papel de la militancia del PSUC y de «dirigentes muy potentes, algunos de los cuales habían sufrido detenciones y estancias en prisión».

Marín ha cerrado el debate proponiendo que, dado que la sala de actos del Rectorado fue el escenario donde se produjo la sesión histórica del Claustro del 11 de febrero de 1975, se instale una placa conmemorativa para recordar que la UAB, hace ahora cincuenta años, «puso la semilla de la universidad democrática catalana y española y fue la punta de lanza de la transformación democrática en todo el Estado».