La transición a los camiones eléctricos y de hidrógeno pasa por los biocombustibles

Investigadores de la Universidad Rovira i Virgili han analizado alternativas a los camiones de diésel en el transporte de mercancías por carretera y han determinado su potencial en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Los resultados del estudio revelan que el uso de camiones de hidrógeno y eléctricos podría reducir las emisiones atribuidas a este sector más de un 45% al final del siglo, y apunta a los biocombustibles como una opción de transición menos contaminante, ya que un cambio prematuro a los vehículos eléctricos podría aumentar las emisiones hasta un 70%. El análisis, que ha tenido en cuenta todo el ciclo de vida de las tecnologías —de la producción al desguace— ha puesto de manifiesto que los camiones eléctricos y de hidrógeno podrían tener un impacto en la salud de las personas de entre tres y doce veces superior que en el caso del diésel.

El sector del transporte por carretera es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, es responsable de un 20% de las emisiones en la UE, y se estima que el transporte de mercancías emite una cuarta parte de esta cantidad. Las previsiones apuntan que, si no se modifican las políticas actuales, las emisiones derivadas del transporte de mercancías habrán aumentado un 22% en 2050, dificultando el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Este plan, suscrito por la Unión Europea, fomenta el desarrollo de infraestructuras sostenibles, de sistemas de transporte limpios y accesibles y de medidas para combatir el cambio climático, entre otros.

Ante este escenario, investigadores del Departamento de Ingeniería Química, han estudiado las alternativas sostenibles al diésel para el transporte de mercancías por carretera: el uso de biocombustibles y la transición a camiones eléctricos con batería y con pila de hidrógeno. El impacto ambiental de cada una de estas soluciones varía en función de la disponibilidad de energía limpia, la eficiencia de la tecnología, los procesos de fabricación y los materiales utilizados, entre otros.

Con el fin de evaluarlo a largo plazo, los investigadores han utilizado la metodología de análisis prospectivo del ciclo de vida. «Esta técnica de análisis nos permite conocer el impacto de los camiones durante toda su vida útil; esto incluye procesos de fabricación, la producción del combustible o la electricidad y su funcionamiento, así como la gestión de los componentes obsoletos», explica Carlos Pozo, coautor de la investigación. Al tratarse de un análisis prospectivo, los investigadores han tenido en cuenta las previsiones en la evolución de fuentes de energía limpias a la hora de estimar las emisiones de gases contaminantes del futuro.

Diagrama conceptual que acompaña el artículo, publicado a la revista Renewable and Sustainable Energy Reviews bajo licencia Creative Commons Atribució/Reconeixement-NoComercial-SenseDerivats 4.0 Internacional.

El método ha sido aplicado con datos de doce regiones de todo el mundo —Europa y el Reino Unido, América del Norte, América del Sur, China, Oriente Medio, India, etc.— teniendo en cuenta dos escenarios posibles: la aplicación de políticas continuistas con la estrategia actual, la cual conduciría a un aumento de la temperatura global de entre 2 y 2,4 grados en 2100; y la aplicación de una estrategia de descarbonización rápida con un objetivo de cero emisiones, que mantendría el calentamiento global por debajo de 1,5 grados.

Los resultados revelan el gran potencial de los camiones eléctricos y de hidrógeno para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y es que su implementación reduciría las emisiones un mínimo de un 45% en todos los escenarios. No obstante, la investigación pone de relieve la importancia de los biocombustibles en el proceso de transición: «A corto plazo, la opción más adecuada en la mayoría de los casos son los biocombustibles; pueden reducir las emisiones en casi un 30%, pero tienen limitaciones si se quiere alcanzar la neutralidad climática», revela Pozo. Por lo tanto, la mejor estrategia para reducir las emisiones pasa por una transición gradual hacia camiones eléctricos con batería y pila de hidrógeno. Se trata, pues, de aprovechar los biocombustibles mientras se descarboniza la producción de electricidad e hidrógeno.

De izquierda a derecha, Carlos Pozo, Richard Cabrera y Laureano Jiménez, coautores del artículo, junto a Josep Maria Mateo.
El momento adecuado

En caso de saltar a los camiones eléctricos y de hidrógeno demasiado temprano, los resultados prevén, en algunas regiones, un aumento de un 70% de emisiones de gases de efecto invernadero acumuladas hasta 2030. Los investigadores alertan de que esto es especialmente relevante en aquellas regiones donde la electricidad se produce mediante fuentes no renovables y destacan que, si la transición hacia estas tecnologías se hace en el momento óptimo, se podría evitar un aumento de la temperatura global de entre 0,2 y 0,3 grados.

¿Cuándo será, pues, el momento óptimo para llevar a cabo esta transición? La respuesta depende de la región del mundo y de las estrategias que se implementen. Siguiendo las políticas actuales, en regiones con una alta proporción de fuentes renovables en la producción eléctrica —como la Unión Europea o América Latina—, la ventana puede empezar a abrirse a partir de este año. En cambio, regiones como Japón o China no llegarían a este momento de transición óptima hasta más allá del año 2035 y 2040 respectivamente. En el caso de adoptar políticas de descarbonización rápida, todas las zonas analizadas llegarían al momento óptimo de transición antes de 2035.

Una tecnología respetuosa con el medio ambiente… ¿más peligrosa para los humanos?

Los resultados prevén que el uso generalizado tanto de camiones eléctricos con batería como con pila de hidrógeno pueden causar un impacto mayor en la salud humana que sus homólogos de diésel. Aunque no tienen emisiones de escape, los camiones eléctricos serían tres veces más peligrosos para la salud, mientras que los camiones con pila de hidrógeno podrían tener un impacto en la salud trece veces superior. Esto se debe a los procesos de producción de energía no renovables, a la liberación de componentes peligrosos en la fabricación de baterías y al aumento de peso de los vehículos, que provoca un incremento de emisiones de partículas de frenos y neumáticos.

La implementación masiva de esta tecnología también implica una demanda de metales y semiconductores que preocupa a los investigadores: «Hay que mejorar los procesos de recuperación de materiales con el fin de evitar que su escasez limite la implementación de estas tecnologías». Y es que la construcción y el mantenimiento de camiones eléctricos necesita muchos más materiales escasos que en el caso del diésel.

Referencia: Richard Cabrera-Jiménez, Josep Maria Mateo, Laureano Jiménez, Carlos Pozo, Prospective life-cycle assessment of sustainable alternatives for road freight transport, Renewable and Sustainable Energy Reviews, Volume 211, 2025, 115243, ISSN 1364-0321, https://doi.org/10.1016/j.rser.2024.115243

 

Print Friendly, PDF & Email