“La sociedad pedía una formación flexible, adaptada al mercado laboral y con certificación oficial: las microcredenciales han llegado para quedarse”

El vicerrector de Títulos y Calidad, Manuel Arcila, explica el éxito de la iniciativa de las microcredenciales y desvela las novedades en titulaciones para los próximos años

Al igual que todos nos acordamos de Santa Bárbara cuando llueve, cuando está terminando un curso, a toda la comunidad educativa se le viene a la cabeza el listado de titulaciones de la Universidad. Este mes comienza el periodo de matriculación y en los medios de comunicación aparecen las noticias sobre cuáles son las carreras más demandadas y las sugerencias de qué carreras debería impartir la universidad, e, incluso, de cuáles debería extinguir. Al frente del departamento al que se vuelven las miradas cada fin de curso está Manuel Arcila, vicerrector de Títulos y Calidad de la Universidad de Cádiz y un firme defensor de que la universidad no debe ser una mera surtidora de títulos, sino una herramienta para formar a mujeres y hombres con capacidad de crítica y de mejora de las sociedades.

La primera pregunta es obligada, aunque conocida por la mayoría de la comunidad universitaria. ¿Cuáles van a ser las titulaciones que se implantarán para el próximo curso?

Van a ser nueve titulaciones, que yo dividiría en dos grandes grupos. Por un lado, están los cuatro títulos internacionales dentro del consorcio del SEA-EU. De éstos, permítame destacar el Joint Bachelor in Sustainable Blue Economy (Grado Conjunto en Economía Azul Sostenible), primer grado internacional coordinado por una universidad andaluza, que ha supuesto un reto para poder implantarlo dada la complejidad de este tipo de procesos. En este grupo tenemos también dos másteres, el Joint Master in Port Management and Logistics (Máster en Gestión Portuaria), que coordinamos nosotros, y el Joint Master in Sustainable Management of Organizations, que coordina la Universidad de Brest. Dentro del Consorcio SEA-EU nos falta por nombrar el Programa de Doctorado en Ciencias Tecnológicas Marinas y Marítimas, coordinado por la Universidad de Split. Todos estos títulos, al ser internacionales, se imparten en inglés.

La otra parte de esa oferta que tenemos para el curso 25/26 son los títulos nacionales, impartidos por la Universidad de Cádiz o compartidos con otras universidades andaluzas. En el caso de los títulos impartidos exclusivamente por nuestra universidad, son tres másteres: el de Petroquímica y Tecnologías del Hidrógeno -el primero que será dual en la Universidad de Cádiz-, el máster en Humanización y Ética de la Salud y el máster en Protección y Seguridad Marítima.

Vamos a detenernos un momento, ¿qué significa que un máster es dual?

Que se va a impartir en colaboración con empresas del sector. No solo para las prácticas, sino que también la propia formación va a ser, en ciertas asignaturas, responsabilidad de la empresa. La idea es que las empresas contraten a los alumnos durante el periodo de formación y que, posteriormente, los puedan incorporar a sus plantillas. En el caso de los alumnos que elijan la modalidad dual, estarán una parte del segundo semestre con contrato con estas empresas colaboradoras.

Habíamos hablado de los cuatro títulos del consorcio SEA-EU y de los másteres propios, ¿qué titulaciones nuevas restarían?

Y ya nos quedarían los dos títulos interuniversitarios dentro del sistema andaluz. Uno es el Máster en Derecho Digital, que lo coordina la Universidad de Málaga y el Máster en Investigación e Intervención Comunitaria para la Transformación y la Inclusión Social, coordinado desde la Universidad de Jaén.

Es una oferta muy ambiciosa para la que, como decía, hemos tenido que realizar un cambio de paradigma en la organización, estructura e incluso en la gestión administrativa por el carácter internacional, dual o compartido de los títulos.

Me sorprende que una de las palabras que más ha repetido a la hora de hablar de los nuevos títulos es la de coordinación.

Porque el nuevo sistema universitario al que nos dirigimos requiere trabajar intensamente con otras universidades y, además, con las distintas unidades de gobierno de la UCA. Antes de dar a conocer la nueva lista de titulaciones, hemos trabajado conjuntamente con los vicerrectorados de Estudiantes y de Profesorado para programar los cambios. Pero también con el de Infraestructuras porque necesitamos aulas específicas para los títulos internacionales que van a precisar de tecnología en línea especializada. Y, por supuesto, con Internacionalización, por todos los trámites de certificación internacional y en los que se incorpora el SEA-EU, cuya estructura hemos integrado como propia en todo este proceso.

Un doctorado que coordina Split, un máster guiado desde la Universidad de Jaén… ¿ha desaparecido ese modelo de la universidad como ente aislado?

Ése es el modelo de la Universidad del pasado. Ahora estamos en la Universidad del presente y esperemos que en la del futuro, en donde esas colaboraciones interuniversitarias, tanto a nivel nacional como internacional, están asumidas. Y en ese contexto, el disponer de un consorcio como es el SEA-EU nos facilita mucho esas dinámicas. Nuestro objetivo es que esa colaboración internacional se intensifique, en especial con Latinoamérica, porque consideramos que es nuestro nicho natural de crecimiento y por las facilidades que ofrece el idioma común. Y, por supuesto, por ese compromiso que una Universidad como la de Cádiz debe tener con el ámbito latinoamericano.

¿Cómo es el proceso desde que surge la idea de impartir un nuevo título en un departamento hasta que finalmente está el profesor o la profesora dando clase?

Es un proceso muy largo y cada vez más burocratizado. En cierta manera es normal todo ese proceso administrativo, pero en ocasiones se vuelve duro porque desde que surge la propuesta hasta que se ofrece al alumno pueden pasar un mínimo de tres o cuatro años, entre que se cumple con las normas de la universidad, en primer término, y luego con las del Gobierno regional. La Junta ha incorporado una programación cuatrianual en la que las universidades tienen que proponer los títulos que quieran impartir. También hay una ventana intermedia a los dos años pero, en principio, los departamentos y las facultades trabajan con esa planificación de cuatro años.

En el proceso, son los centros los que presentan las ideas y luego son nuestro Consejo de Gobierno y el Consejo Social los que las aprueban. A partir de ese momento, vamos cumpliendo los pasos procedimentales a los que la Junta de Andalucía nos obliga, que contempla diseñar el programa, contar con la aprobación de las agencias de calidad y demostrar la capacidad para impartir la titulación con todas las garantías.

¿Hasta qué punto esa burocratización del proceso es un problema?

En ocasiones, que el plazo sea tan largo es un problema en un contexto tan competitivo como el nuestro, donde las universidades públicas tenemos que competir con las privadas pero disponemos de menos flexibilidad para adaptarnos a las necesidades sociales y del mercado. Es cierto que estos procesos sirven para garantizar la calidad y la estructura adecuada de los títulos que tenemos que poner en marcha, aunque las universidades públicas ya tienen unos sistemas de control, fruto de su amplia tradición como organizaciones de formación superior.

Respecto a los plazos, el rector dijo recientemente que este sistema evitaba el que una titulación fuera fruto de una moda y que quedara desfasada en poco tiempo.

En el concepto de adaptación al mercado sería necesario distinguir entre grado y máster. Los primeros deben garantizar unos contenidos básicos que pueden mantenerse a más largo plazo, mientras que en los másteres se busca situar al alumno a la vanguardia de las nuevas necesidades de conocimiento y de formación.

Hablando de adaptación al mercado, ¿qué respuesta están encontrando con la novedosa iniciativa de las microcredenciales, puesta en marcha recientemente?

Pues bastante positiva. Estamos hablando de un modelo diferente a lo que teníamos hasta ahora. Las microcredenciales cubren esa necesidad de especialización y recualificación que nos demandaba la sociedad y con una flexibilidad que no tenemos en otro tipo de formaciones. Aunque la mayoría de la oferta que hemos aprobado, y que vamos a seguir aprobando, se va a desarrollar en septiembre, podemos afirmar que la estrategia era la adecuada. Los cursos que ya hemos puesto en marcha están teniendo una gran aceptación. Esto nos confirma que la necesidad existe y que este tipo de formación viene para quedarse.

Como ya he comentado en alguna ocasión, las microcredenciales tienen dos grandes virtudes. La primera es precisamente esa: son formaciones muy específicas para la especialización y recualificación dentro del mercado laboral. Con un punto muy estimulante: están dirigidas a un tipo de alumnado muy distinto al habitual, no solo a nuestros egresados o estudiantes, sino especialmente a personas que ya están en el mercado laboral —desempleadas o trabajando— y que necesitan actualizarse para mejorar sus oportunidades profesionales.

Y la segunda gran virtud es la certificación que conllevan. Las microcredenciales serán reconocidas a nivel europeo. Esto amplía mucho las expectativas de quienes las cursan, ya que podrán utilizarlas también fuera de España, especialmente en el ámbito de la Unión Europea. Ese reconocimiento formal de las competencias alcanzadas es clave, porque supone un valor añadido y diferenciador respecto a otras modalidades formativas.

¿Cómo afronta un alumnado que no ha pertenecido al ámbito universitario el verse, a veces a una edad avanzada, dentro de la Universidad de Cádiz?

De una manera muy positiva. Lo estamos viendo no solo con las microcredenciales, sino también con los títulos propios y los cursos de especialización. Creo que ese prestigio que tiene la universidad, y en particular la universidad pública, ante la ciudadanía hace que la población acoge este tipo de oferta de muy buen grado. No solo por el orgullo de ser universitarios, que también, sino por el reconocimiento de calidad que supone formarse en una institución pública. Nuestros equipos docentes cuentan con un prestigio ganado a pulso durante muchos años, nuestras infraestructuras son adecuadas, y la universidad pública, a lo largo del tiempo, se ha consolidado como una garantía de formación rigurosa. Ese reconocimiento, por suerte, sigue muy presente en la población.

Para nosotros es un orgullo que sea así. Además, creemos firmemente que ese es uno de los papeles fundamentales que debe cumplir la Universidad pública: que la sociedad se vea representada en su Universidad. En el caso de Andalucía, donde cada provincia cuenta con su propia universidad, esto permite que la ciudadanía la sienta como algo propio.

Todavía hay quien se sorprende de que vayan juntos los conceptos de títulos y calidad en el nombre del Vicerrectorado. ¿Por qué es tan importante que ambos términos estén unidos?

Porque, desde la propia estructura del sistema universitario, ambos conceptos están implícitamente unidos. Realmente, la única forma de demostrar que los títulos están cumpliendo su función -es decir, ofrecer las competencias adecuadas y hacerlo de forma rigurosa- es a través de los sistemas de garantía de calidad. Es cierto que estos sistemas, en ocasiones, tienen mala fama porque pueden asociarse a un aumento de procedimientos y burocracia. Pero la calidad, bien entendida, es la herramienta que tenemos para garantizar y gestionar correctamente nuestro sistema. Garantiza que lo que prometemos enseñar se cumpla y que nuestros estudiantes realmente adquieran esas competencias. Además, asegura que todos los elementos complementarios al título (infraestructura, personal, programas de movilidad) estén adecuadamente organizados. En definitiva, un buen sistema de garantía de calidad asegura que lo que dijimos que íbamos a hacer, se hace, y se hace bien.

Regresemos a las titulaciones. El próximo curso habrá nueve títulos nuevos. ¿Tendremos que esperar muchos años para que se incorporen nuevas titulaciones a la oferta de la UCA?

No. En principio, durante los próximos cuatro o cinco años vamos a tener novedades y títulos nuevos cada curso. La programación se aprobó justo cuando este equipo comenzó su andadura al frente de la Universidad, a finales de 2023 y principios de 2024. Ya tenemos títulos previstos para el curso 2025/26, pero también se incorporarán nuevas titulaciones en 2026/27, 2027/28… hasta alcanzar casi un total de 19 títulos nuevos en los próximos años si sumamos los nueve ya aprobados. Además, se ha abierto una ventana intermedia en la Junta en la que se van a presentar un par de grados más. Todavía no están aprobados por la Comisión de Títulos ni por el Consejo de Gobierno, pero sí se encuentran ya en fase de exposición pública.

Se lo pregunto sin rodeos… ¿una de esas titulaciones es el grado de Farmacia?

(Sonríe) Tampoco es un secreto, porque, repito, los dos grados están en fase de exposición pública. Se trata de Farmacia y Comunicación Audiovisual y Digital, que irían en los campus de Cádiz y de Jerez. En el caso del Campus de Jerez, no se había aprobado ningún grado nuevo en los últimos cuatro años, y esta propuesta vendría a cubrir ese vacío. En Puerto Real, ya tenemos el bachelor, y en Algeciras también vamos a contar con un nuevo grado para el curso siguiente. En Cádiz, el grado en Farmacia encajaría muy bien con el perfil del campus y completaría nuestra oferta formativa.

¿Qué se le puede responder a aquellas voces que niegan la validez de una institución como la universidad y abogan por centrar la formación en el aspecto empresarial, en la inserción al mercado laboral?

Yo creo que el papel que tiene la Universidad como institución de enseñanza superior es importantísimo. Y diría más: no solo la Universidad, sino especialmente la Universidad pública. Es la única vía que garantiza la igualdad de oportunidades para acceder no solo al mercado laboral, sino también a la sociedad en la que vivimos. Necesitamos personas críticas, con conocimientos, con competencias y capacidades que solo puede proporcionar la enseñanza superior. Esto no significa despreciar otros tipos de formación, pero creo firmemente que la Universidad, como espacio de reflexión, innovación y generación de conocimiento, es esencial para nuestra sociedad.

Si desapareciera la Universidad pública, perderíamos una de las bases fundamentales de cualquier sociedad democrática, donde el conocimiento debe ser el motor del progreso. Más aún en un momento como el actual, en el que la desinformación está cada vez más presente. La universidad proporciona las herramientas necesarias para diferenciar lo que es conocimiento riguroso de lo que es simplemente ficción en las redes sociales. Solo una sociedad formada puede resistir la manipulación, venga de donde venga.

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