La Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente ha presentado el balance de dos décadas de trabajo de la Red Andaluza de Seguimiento de Daños sobre Ecosistemas Forestales, conocida como Red SEDA. Este sistema, desplegado en todo el territorio andaluz desde el año 2000, representa una de las herramientas más completas y constantes de observación forestal a nivel nacional. Durante este periodo, ha construido un retrato detallado de la evolución de la salud de los bosques en la comunidad autónoma, ha alertado de manera temprana sobre amenazas fitosanitarias y ha servido de apoyo científico y técnico para la planificación de políticas públicas de conservación y actuación forestal.
Nacida con el propósito de evaluar de forma sistemática el estado de los ecosistemas forestales, la Red SEDA se basa en una metodología compartida con la Red Europea de Daños en los Bosques. Este enfoque coordinado permite establecer comparaciones con otros territorios y afinar los criterios técnicos empleados en la evaluación. La red está compuesta por más de 400 de parcelas de observación distribuidas de forma sistemática sobre una malla de 8×8 kilómetros que abarca toda Andalucía, ubicadas exclusivamente en formaciones forestales consolidadas. Así, cada parcela se convierte en un laboratorio natural donde se analiza el vigor y la vitalidad de los árboles de forma anual, sin interrupciones.
A lo largo de estos veinte años, la Red SEDA ha analizado más de 10.000 árboles, y ha evaluado su estado a partir de indicadores como la defoliación, la decoloración o la presencia de agentes patógenos. La defoliación, es decir, la pérdida anormal de hojas fuera del ciclo fenológico habitual, se ha convertido en el parámetro central para medir el deterioro de la salud forestal. Esta variable permite conocer el grado de estrés que sufre cada árbol y, al cruzarse con datos climáticos, edáficos y de gestión forestal, se convierte en una valiosa señal de alerta frente a crisis ecológicas.
Durante estas dos décadas, se ha observado un aumento progresivo del grado de defoliación en muchas formaciones, especialmente en las frondosas, que presentan desde 2015 valores medios propios de un daño moderado. Estos datos reflejan un debilitamiento acumulado del arbolado andaluz, cuya causa es multifactorial: desde la presión de plagas y enfermedades hasta el creciente impacto de condiciones climáticas extremas, lo que los expertos también interpretan como una señal más de la necesidad de gestión forestal adaptativa. Aunque la mayor parte del arbolado continúa mostrando síntomas leves o nulos, se ha constatado una reducción paulatina de los árboles clasificados como sanos y un aumento de aquellos en estados moderados o graves de pérdida de follaje.
El informe publicado por la Junta de Andalucía permite visualizar cómo ha evolucionado esta situación de forma territorial. En provincias como Huelva, por ejemplo, los datos de defoliación y mortandad alcanzan valores superiores a la media regional, mientras que en otras como Almería o Málaga, el deterioro parece menos acusado. La mortalidad, aunque baja en términos absolutos (menos del 1,3% anual), revela patrones significativos: se concentra en ciertas especies y en años con condiciones ambientales especialmente adversas.
250.000 observaciones de agentes nocivos
Una de las fortalezas de la Red SEDA es su capacidad para identificar con precisión los agentes nocivos que afectan a la vegetación. En los veinte años analizados, se han registrado más de 250.000 observaciones relacionadas con distintos tipos de daños. Los insectos, hongos y enfermedades provocadas por organismos patógenos destacan como los principales causantes, aunque también cobran importancia los efectos derivados de la sequía, el viento, los incendios y la acción directa del ser humano, paradójicamente por el abandono de actividades en el monte. Esta caracterización fitosanitaria revela qué está afectando al arbolado y cómo varía la intensidad del daño y su distribución espacial.
Otro elemento relevante del sistema es su adaptación al contexto mediterráneo. Las metodologías empleadas han ido perfeccionándose con los años, incorporando nuevos indicadores y ajustando los protocolos a las características de las formaciones forestales andaluzas. Así, se han podido evaluar formaciones tan representativas como los encinares, los alcornocales o los pinares de pino piñonero, que componen el grueso de las masas boscosas en la comunidad.
Además del análisis específico de especies comunes, la Red SEDA ha servido como base para el seguimiento de formaciones singulares como los pinsapares a través de redes complementarias como la Red Pinsapo. Estos enclaves, de gran valor ecológico, requieren un conocimiento detallado y constante para afrontar los riesgos asociados al cambio climático o a las enfermedades emergentes, así como al diseño de una futura selvicultura aplicada.
En este sentido, el director general de Política Forestal y Biodiversidad, Juan Ramón Pérez Valenzuela, subraya la importancia de seguir fortaleciendo estas redes de observación forestal. «La información generada no solo permite anticiparse a posibles episodios críticos, sino que resulta clave para diseñar estrategias de adaptación, establecer prioridades en la restauración ecológica y orientar una gestión más sostenible de los montes. La evolución de la defoliación, los patrones de mortalidad o la aparición de nuevos patógenos constituyen señales tempranas que ayudan a tomar decisiones más eficaces desde la planificación ambiental«, ha señalado.
Al respecto, ha destacado que el trabajo conjunto de técnicos, especialistas y laboratorios ha sido clave para garantizar la calidad de los datos obtenidos. «Las evaluaciones en campo, la identificación taxonómica de organismos, el análisis de muestras y la integración de toda la información en bases de datos comunes con otras regiones europeas dan a la Red SEDA una dimensión que trasciende lo meramente regional», ha reseñado. De hecho, sus aportaciones nutren informes internacionales sobre el estado de los bosques y fortalecen la posición de Andalucía en los foros técnicos sobre sanidad forestal.
«Después de veinte años de trabajo continuo, la Red SEDA no solo ha demostrado su utilidad como sistema de vigilancia ecológica, sino que se ha consolidado como un modelo de gestión basada en el conocimiento científico. Su continuidad y refuerzo serán decisivos en los próximos años para afrontar los retos del cambio climático y conservar un patrimonio forestal que forma parte esencial de la identidad y el bienestar de Andalucía», ha indicado el director general.
El informe con los resultados de los veinte años de seguimiento está disponible en el portal de la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente.