Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Jesús de Miguel – 27 nov 2024 11:50 CET
Las Ánimas de Bernini es el nombre de la exposición temporal que se puede visitar en los Museos Vaticanos de Roma hasta el 31 de enero. Comisariada por la directora de dichos museos, Barbara Jatta, junto con Helena Pérez Gallardo, profesora del Departamento de Historia del Arte de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM, cuenta con la colaboración de la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, quien ha prestado las obras Ánima bienaventurada y el Ánima condenada, que son propiedad de la Obra Pía-Establecimientos Españoles en Italia y están custodiadas en la Embajada de España.
La profesora complutense Helena Pérez Gallardo es colaboradora de la Biblioteca Vaticana y con ella ha realizado una serie de exposiciones a lo largo de su trayectoria dentro del grupo de investigación que dirige en la UCM, “Figuración, representación e imágenes de la arquitectura. Del Renacimiento a la actualidad”, y que en su día codirigió con el profesor Delfín Rodríguez, quien “falleció hace dos años”.
La última exposición que tenía preparada con el profesor fue una sobre Piranesi, que se proyectó en el Vaticano en 2020, pero que la pandemia pospuso indefinidamente. Lo que sí salió fue un libro sobre el tema que sirvió para empezar a colaborar con la Biblioteca Apostólica Vaticana. Allí ahora la profesora Pérez Gallardo está haciendo un estudio sobre una parte de sus colecciones, y fue donde conoció a Barbara Jatta, la actual directora de los Museos Vaticanos.
La colaboración del grupo complutense con la Embajada de España ante la Santa Sede viene de hace años, y de hecho, hace una década, el profesor Delfín Rodríguez ya organizó una exposición sobre Las Ánimas de Bernini en el Museo del Prado, en la que fue la primera vez que los dos bustos, o cabezas, del escultor barroco se expusieron fuera del Palacio de España. Ahora, coincidiendo con el año Jubileo de 2025, la embajada española ha querido colaborar mostrando “su mayor tesoro en esta nueva exposición, y ofreciendo los beneficios de la venta del catálogo a ayudar a las víctimas de la dana de Valencia”.
Bernini y España
La profesora Pérez Gallardo informa de que siempre se habla de la relación que tenía Bernini con Francia, ya que durante una época en la que no gozaba de mucho favor en Roma, se marchó a ese país para intentar que Luis XIV le patrocinase y le convirtiese en su arquitecto, “pero casi nunca se habla de la relación que tiene Bernini con España”.
De acuerdo con la complutense es una relación que recorre toda su vida, que se inicia precisamente con el encargo de estos dos bustos para la Iglesia de Santiago de los Españoles, que estaba en Piazza Navona, y a partir de ahí la relación de Bernini con España, con la Monarquía Hispánica, va a continuar, aunque sea de manera irregular, con muchos altibajos.
Entre otros encargos estará, por ejemplo, un crucifijo que solicita Felipe IV para el Panteón del Escorial, que se puede ver en las Galerías de las Colecciones Reales de Madrid. También encarga el mismo monarca una copia de la fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, de la Piazza Navona, que estuvo en la Torre Dorada del Alcázar, como una obra muy apreciada por él, y que “descubrió Delfín Rodríguez en las colecciones reales en un momento en el que se pensaba que había desaparecido para siempre”.
Recuerda Pérez Gallardo que a Felipe IV se le nombró protocanónico de Santa María la Maggiore, de Roma, iglesia en la que hoy está enterrado Bernini, y al artista se le encargó hacer la escultura del monarca español, que todavía hoy se ve junto al pórtico de la iglesia.
Cuando realiza esa obra, Bernini se reconcilia con España, a través de la figura del séptimo marqués del Carpio, “un personaje clave también en la cultura barroca, un grandísimo coleccionista, que fue embajador extraordinario en Roma del rey y que le encargará otra copia de la fontana de los Cuatro Ríos que hoy está en Blenheim Palace, en Reino Unido”.
Las dos Ánimas
En nuestro país se conservan otras pocas obras de Bernini, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y en el Museo del Prado, pero el plato fuerte de nuestro patrimonio son esas dos Ánimas, la una que representa la llegada al cielo, al paraíso, y la otra que refleja el alma “cuando se asoma al terror del infierno”. De esta última, el Anima Dannata, se postula que puede ser un autorretrato del propio Bernini y la profesora complutense asegura que incluso hay una leyenda que cuenta que el escultor “se acercaba una vela a los brazos para sentir el calor, y a partir del reflejo en el espejo, se hacía un boceto de su cara que mostraba ese dolor y la sensación del calor y del infierno”.
Cuando a Bernini le encargaron estas dos obras de un marcado carácter religioso, apenas tenía veinte años, y hoy en día no se sabe muy bien dónde se iban a ubicar exactamente, pero sí que acabaron protegidas en la embajada Española y que de allí sólo han salido tres veces, para la exposición del Museo del Prado antes citada, otra en la Galería Borghese y la actual en los Museos Vaticanos.
A pesar de la juventud del artista, cuando las realizó ya se observaban en ellas muestras del talento de un escultor a quien Paolo V vaticinó que sería “el Miguel Ángel de su siglo”, por su gran habilidad y rapidez para trabajar en mármol.
España en Italia
Explica la profesora complutense que su papel, tanto en la exposición como en el catálogo, está muy relacionado con la biografía de los bustos y el papel de la embajada en la protección de las artes, “sobre todo a partir del siglo XIX, cuando fue muy complicado mantener la memoria del papel de España en Italia”. Fundamentalmente porque a partir de ese siglo es cuando “las naciones intentan construirse su relato nacional de identidad particular propia, con sus propias peculiaridades que las hacen distintas al resto, y ahí evidentemente el relato de la presencia española no entraba, había que ir eliminándolo y la evolución historiográfica del siglo XX tampoco ayudó a mantener esa memoria, así que esta exposición es también una forma de volver a recuperar, a recordar parte de esa memoria, a escribir todos esos momentos donde España tenía un papel fundamental”.
La embajada estable de España en Roma, por ejemplo, fue la primera que se instaló en la capital italiana, y también, por iniciativa española, se consiguió establecer “el dogma de la Inmaculada Concepción a mediados del siglo XIX, que era algo que se perseguía desde los Reyes Católicos”. De hecho, para la portada del catálogo se ha elegido un fragmento del óleo Inauguración de la Columna de la Inmaculada Concepción en la Plaza Mignanelli, del año 1871.
Helena Pérez Gallardo se muestra especialmente orgullosa de poder recordar esa presencia de España en Roma, “siempre desde una perspectiva no imperialista, por supuesto, y muy honrada porque nuestro grupo y el nombre de nuestra Universidad Complutense esté presente en la pinacoteca del museo más importante del mundo”.