La pérdida de apetito en una persona con Alzheimer

Una persona con Alzheimer puede perder el apetito o beber menos por diferentes razones y puede llegar a generar gran preocupación en sus seres queridos. Es importante observar cómo aparecen los cambios para detectar la causa y tomar medidas adecuadas con el fin de lograr un buen estado nutricional. Además de estar en la base de la salud general, los déficits nutricionales pueden conllevar un empeoramiento añadido del deterioro cognitivo.

Posibles causas ante la pérdida de apetito en una persona con Alzheimer

Es frecuente que las personas con Alzheimer experimenten una pérdida de peso desde fases iniciales de la enfermedad. Aunque existen evidencias de que la propia enfermedad puede causar, en parte, esta pérdida de peso debido a alteraciones en zonas del cerebro que regulan el metabolismo del cuerpo, también puede estar relacionada con cambios en su apetito y su conducta alimentaria, entre otros factores.

Algunas de las causas que provocan que la persona con Alzheimer se muestre desganada o no ingiera una suficiente cantidad de líquido pueden estar relacionadas con los síntomas del deterioro cognitivo que padece, mientras que otras pueden deberse a otro tipo de problemas que no puede expresar de manera adecuada, como alteraciones relacionadas con su estado de salud general. Estas son algunas posibles causas que habría que tratar de analizar: 

  • Aparición de una nueva enfermedad o afección de salud. Los síntomas de un resfriado o de una gripe, o los relacionados con una infección de orina o con un problema de estreñimiento, o experimentar dolor (dolores musculares, articulares…) pueden generar un estado de inapetencia. 
  • Efectos secundarios de los medicamentos o cambios en la medicación. Algunos fármacos pueden provocar molestias digestivas o pérdida del apetito. Además, las modificaciones en los medicamentos o en sus dosis pueden causar cambios en el apetito.
  • Estado de ánimo ansioso o depresivo. Una profunda sensación de tristeza o de inquietud puede ser causa de pérdida de apetito.
  • Problemas bucales. Los problemas bucales (desde la pérdida de alguna pieza dental, inflamación de las encías o presencia de llagas hasta otras lesiones que causen dolor o malestar) pueden dificultar la ingesta de alimentos. 
  • Cambios relevantes en las costumbres relacionadas con la alimentación. Los cambios en el lugar de residencia (sea a casa de algún familiar o el ingreso en un centro residencial) fácilmente pueden suponer un cambio en el tipo de alimentos o la forma en que estos son cocinados y presentados y, tal vez, no resulten apetentes para la persona con Alzheimer. 
  • Disminución de los sentidos del olfato y del gusto. Estos sentidos son clave en la sensación de apetencia por los alimentos y hay que tener en cuenta que el propio envejecimiento conlleva cambios en estos sentidos. En las personas con demencia, suele ser más pronunciado. 
  • No reconocer los alimentos o los utensilios. Dado los problemas cognitivos que presenta, tales como la agnosia, la persona con Alzheimer quizás no identifique los alimentos como cosas que se comen. Del mismo modo, tal vez no reconozca de manera adecuada los elementos acompañantes (cubiertos, servilleta, etc.) y la forma de usarlos, lo que le puede generar bloqueo por confusión. 
  • Bajo nivel de actividad física. Si la persona con Alzheimer está físicamente poco activa a lo largo del día es fácil que disminuya su sensación de hambre y, en caso de padecer estreñimiento, esto puede contribuir a su continuidad o empeoramiento. 
  • Dificultades de comunicación. Las personas con demencia suelen tener problemas para comunicar sus sensaciones y emociones y, en el caso de la comida, también puede suceder que no sea capaz de transmitir por medios convencionales su sensación de hambre o de falta de ella, o que la comida no sea de su agrado. Recordemos que la conducta suele ser una forma de comunicación. Tal vez, rechacen comer o echen fuera de su boca los alimentos. 
  • Problemas de deglución. En fases avanzadas de la enfermedad de Alzheimer, suelen aparecer problemas para tragar adecuadamente los alimentos (disfagia), lo que conlleva  a realizar cambios en la forma de presentación de los alimentos, ya sea cambios en la textura, triturados, líquidos con espesante y, tal vez, llegue a ser preciso plantearse la necesidad de alimentación artificial. 
  • Cansancio y falta de concentración. La fatiga puede hacer que las personas con Alzheimer sufran pérdida de apetito o abandonen la comida a mitad de camino. Asimismo, puede ocasionar dificultades para concentrarse o coordinar la precisión de movimientos durante las comidas, lo cual evidencia las dificultades de problemas cognitivos, como la apraxia.
  • Cambios en el entorno durante las comidas. Algunas personas con Alzheimer pueden sentirse abrumadas o distraídas por estímulos visuales o auditivos como luces muy brillantes, televisión encendida o conversaciones simultáneas, lo que puede afectar su capacidad para centrarse en la comida y, por tanto, reducir su apetito.

No siempre los problemas de alimentación que puede presentar una persona con Alzheimer son por pérdida de apetito, sino que, a veces, también puede suceder lo contrario, una ingesta claramente por encima de lo esperable difícil de saciar. Este desmesurado afán por comer puede derivarse de problemas de ansiedad, pero también del hecho de no recordar que ya se ha comido, de una disminución de interpretar las señales de plenitud al comer o por pérdida del control de impulsos. 

Consecuencias de la falta de apetito 

La pérdida de apetito en personas con Alzheimer puede tener consecuencias significativas para su salud y bienestar general. La falta de una nutrición adecuada puede llevar a la pérdida de peso no deseada, debilidad muscular y disminución de la masa ósea, lo que aumenta el riesgo de caídas y fracturas. Además, la malnutrición puede comprometer el sistema inmunológico, lo que provoca que la persona sea más susceptible a infecciones y enfermedades. La deshidratación es otra preocupación importante, ya que puede causar confusión, mareos y problemas renales. En casos graves, la desnutrición puede acelerar el deterioro cognitivo y funcional, empeorando los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Es fundamental que las personas cuidadoras estén atentas a los cambios en los hábitos alimentarios y trabajen en estrecha colaboración con profesionales de la salud para garantizar una nutrición adecuada y prevenir estas complicaciones potencialmente graves.

Algunos consejos para abordar la pérdida de apetito de una persona con Alzheimer

Como hemos visto, la inapetencia de una persona con Alzheimer puede derivar en problemas de salud, desde malnutrición o deshidratación a un aumento del riesgo de infecciones por disminución de la eficiencia del sistema inmune. Por eso, ofrecemos algunos consejos para favorecer una adecuada nutrición. 

  • Si el cambio de apetito es repentino o se produce un cambio rápido y/o acusado del peso, es probable que se deba a algún problema de salud general o que esté relacionado con algún medicamento. Por ejemplo, algunos de los fármacos que se indican para tratar los síntomas de pérdida de memoria, como el donepezilo, la rivastigmina o la galantamina, pueden provocar este tipo de síntomas. Debemos consultar con su equipo médico de referencia para que se pueda plantear la acción oportuna. Del mismo modo, actuaremos si el problema parece estar relacionado con una alteración del estado de ánimo. No es recomendable optar por alimentos funcionales, vitaminas o suplementos nutricionales sin consejo médico. 
  • Procurar que la persona con Alzheimer mantenga una adecuada higiene y salud bucal y estar atento a la posible presencia de lesiones, estado de la dentadura, etc., así como asegurar las revisiones periódicas con el dentista. 
  • Ofrecer alimentos más nutritivos y en mayor cantidad en las horas en que suela mostrar más apetito, y reservar pequeños tentempiés para otros momentos del día. Se debe combinar con una adecuada hidratación, ya sea con pequeñas cantidades de agua u otros líquidos de manera frecuente (leche, zumo, infusiones…) o alimentos ricos en agua como gelatina, frutas o verduras.
  • Tratar de que el momento de las comidas sea algo atractivo para la persona con Alzheimer, con el propósito de minimizar la confusión: 
    • Puede ser útil acercarle los alimentos para que los huela o los pueda probar mientras le explicamos qué es. En la medida de lo posible, tratar de potenciar la presencia de las comidas y alimentos preferidos por la persona con Alzheimer, adaptando la textura y consistencia de los alimentos según las dificultades que presente la persona.  
    • Mantener unas rutinas relacionadas con las horas y las actividades circundantes a los momentos de las comidas puede favorecer su aceptación, así como evitar las prisas y las discusiones en torno a la alimentación. 
    • Presentar la comida de forma atractiva y que minimice la confusión. Utilizar platos de un color bien distinto del alimento que contiene, puede facilitar su reconocimiento. Por ejemplo, evitar poner merluza en un plato blanco o brócoli en un plato verde. 
    • Es importante simplificar el entorno, evitando poner más cubiertos o elementos de los que tiene que utilizar en cada momento. En ortopedias y tiendas especializadas, se pueden encontrar utensilios adaptados que faciliten la autonomía de la persona con demencia durante las comidas. Hay que ser flexible y relajar las expectativas respecto a las normas protocolarias de comportamiento. Por ejemplo, permitir que coma con las manos, presentando los alimentos troceados de forma que le resulte fácil cogerlos. En el caso de que la persona con Alzheimer muestre una fijación por ciertos alimentos, puede ser útil aceptar una dieta más repetitiva si permite mantener una ingesta suficiente. Más adelante, se podrá ir introduciendo, poco a poco, nuevos alimentos similares o variaciones ligeras para favorecer la variedad.
    • Hacer de la comida un momento agradable. En general, se recomienda evitar que la persona con Alzheimer coma sola, en un momento distinto al del resto de otras personas que convivan con ella. Esto favorecerá que el rato de la comida sea más agradable y, probablemente, la imitación de otras personas facilite su voluntad de comer. Además, puede ser una oportunidad para hablar sobre alimentos que relacione con recuerdos de su vida o de su infancia, lo que podría ayudar a estimular su apetito. Ahora bien, si la persona se altera o agita ante la presencia de otros, en ese caso, sí puede resultar conveniente que coma en un espacio tranquilo y sin distracciones. 
  • Procurar cierto nivel de actividad física a lo largo del día, ya sea la práctica de ejercicio, baile o paseando, para favorecer un aumento del apetito. 
  • Si los problemas nutricionales ya no se pueden resolver mediante actuaciones sencillas o de modificación del entorno, puesto que el problema está debido a la gravedad de la enfermedad, y la ingesta puede representar, además, un elevado riesgo de atragantamiento o ahogo, será necesario plantearse la necesidad de alimentación artificial. Suele ser una decisión compleja para el cuidador y su familia, y que requiere de asesoramiento profesional. En estos casos, puede resultar de ayuda conocer la voluntad y deseos que la persona pudiera haber expresado cuando tenía preservada su capacidad de decisión. 

 

Abordar la pérdida de apetito en personas con Alzheimer: un paso esencial para su bienestar

La pérdida de apetito en personas con Alzheimer es un desafío común que requiere paciencia, creatividad y un enfoque centrado en la persona. Cada persona es única, por lo que es fundamental adaptar las estrategias a sus necesidades y preferencias específicas. Mantener una comunicación abierta con el equipo médico, estar atentos a los cambios en el comportamiento alimentario y crear un ambiente positivo alrededor de las comidas puede marcar una gran diferencia. El objetivo principal es asegurar una nutrición adecuada y hacer que la experiencia de comer sea lo más agradable y digna posible para la persona con Alzheimer. 

 

Referencias y enlaces de interés

  • Kai K, et al. Relationship between eating disturbance and dementia severity in patients with Alzheimer’s disease. PLoS One. 2015 Aug 12;10(8):e0133666. 

  • Suma S, et al. Factors affecting the appetite of persons with Alzheimer’s disease and mild cognitive impairment. Geriatr Gerontol Int. 2018 Aug;18(8):1236-1243.  Alzheimer’s Association. Comer.

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