La percepción del tiempo psicológico, clave para entender la radicalización violenta

La percepción del tiempo psicológico, clave para entender la radicalización violenta

Investigadores de la UNED revelan cómo la percepción del tiempo psicológico influye en la radicalización violenta y la desradicalización, abriendo nuevas vías para comprender el extremismo y diseñar intervenciones más efectivas basadas en narrativas temporales

 

Juana Chinchilla y Ángel Gómez, profesores e investigadores del Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones de la Facultad de Psicología de la UNED, han presentado una aproximación teórica innovadora que busca transformar el estudio del extremismo violento. En un artículo publicado en noviembre en la prestigiosa revista European Review of Social Psychology bajo el título de The potential role of psychological time in the study of violent radicalisation, deradicalisation, and disengagement, abordan un aspecto clave que, hasta ahora, había sido mayormente ignorado: la percepción del tiempo desde un punto de vista psicológico.

 

El estudio del tiempo psicológico analiza cómo las personas estructuran mentalmente su pasado, presente y futuro, y cómo esta percepción afecta sus emociones, decisiones y comportamientos. Según los investigadores, este enfoque ofrece nuevas respuestas para entender la radicalización, la desradicalización, y la desvinculación de la violencia.

 

Tras cientos de entrevistas realizadas en prisiones en España, Indonesia, Sri Lanka, o Filipinas; en zonas de conflicto en Siria, Iraq o Palestina; y en centros de reincorporación social en Sri Lanka o Colombia, con individuos asociados a grupos considerados terroristas, como ISIS, al-Qaeda, Yemaa Islamiya, Al-Sabah, los Tigres Tamiles o las FARC-EP, Chinchilla y Gómez, junto al resto de compañeros de su grupo de investigación de la UNED, descubrieron que el tiempo psicológico influye profundamente en los procesos que llevan a las personas a la radicalización violenta, así como a desvincularse de la violencia.

 

Una de las estrategias que hizo que los investigadores prestasen particular atención a esta percepción del tiempo, y que fueran aún más conscientes de su importancia, fue la atención a las historias o narrativas personales y colectivas durante las entrevistas, ya que son fundamentales para entender los orígenes y la naturaleza de la radicalización. En contextos de extremismo, estas narrativas suelen centrarse en traumas del pasado o en visiones idealizadas de un futuro utópico. Las personas entrevistadas, por ejemplo, a menudo mencionaron relatos que aludían a episodios pasados de opresión, conflictos no resueltos o agravios percibidos contra su grupo. Estas narrativas, que suelen ser reforzadas y compartidas por otros miembros del grupo, funcionan como una justificación para la violencia, considerándola como una respuesta legítima y, en ocasiones, inevitable.

 

Una oportunidad para la desradicalización

Por el contrario, los entrevistados que en el pasado pertenecieron a grupos terroristas, o que ejercieron violencia colectiva, pero que consiguieron desvincularse de la violencia, mostraron un proceso de reconstrucción de sus narrativas. Estas nuevas historias incorporaban elementos que les permitían reinterpretar el pasado y relacionarlo con un presente y un futuro más constructivos. Este cambio, en el que se alejaban de relatos de victimización y justificación de la violencia como una respuesta, fue esencial para integrar opciones pacíficas en su identidad y camino vital.

 

En este trabajo, los autores también sostienen que la percepción del tiempo juega un rol central en la manera en que se toman decisiones extremas. Por ejemplo, las situaciones percibidas como cercanas, como el caso de un ataque reciente a algo que para ellos es muy importante o incluso sagrado, o una pérdida trágica, tienden a provocar respuestas inmediatas e intensamente emocionales, motivando acciones rápidas y, en ocasiones, impulsivas. Pensemos en los reclutadores de personas en riesgo de radicalización que intentan hacer salientes amenazas que el grupo, o las convicciones asociadas al grupo, están sufriendo o pueden sufrir de manera inminente.

 

Sin embargo, los eventos lejanos, como las promesas que recibieron de que se producirían cambios en el futuro, o los ideales utópicos de que todo mejorará, se conceptualizan de forma abstracta, es decir, son mucho más difíciles de visualizar con claridad. Esta distancia temporal permite justificar realizar sacrificios presentes (por ejemplo, un ataque terrorista) en nombre de ideales futuros que se perciben como nobles y elevados, aumentando la disposición de los individuos de asumir riesgos. Esta dicotomía entre lo psicológicamente cercano y lo lejano en el tiempo era recurrente en las narrativas justificativas de los entrevistados.

 

Otro hallazgo significativo fue la influencia de los pensamientos contrafactuales (el “qué hubiera pasado sí”) y prefactuales (“qué pasaría sí”) en las decisiones y acciones de los entrevistados. Los primeros, que reconstruyen el pasado imaginando cómo podrían haber sido las cosas, pueden reforzar la justificación de la violencia. Por ejemplo, algunos entrevistados planteaban escenarios en los que la falta de acción habría resultado en una mayor represión o sufrimiento para su grupo. Por otro lado, los segundos, centrados en imaginar posibles futuros, jugaron un papel importante en los procesos de desvinculación de la violencia. Estas proyecciones les permitían considerar alternativas pacíficas y replantear su lugar en la sociedad, con reflexiones como “si sigo este camino, puedo construir algo nuevo” o “hay otras formas de luchar por el cambio” (que no implican la violencia, claro)

 

Los investigadores concluyen que este marco conceptual, que integra las dinámicas del tiempo psicológico, no solo unifica teorías previamente fragmentadas, sino que también abre nuevas vías para el diseño de intervenciones más efectivas. Incorporar preguntas en las investigaciones de campo con personas en los diferentes niveles de radicalización sobre cómo perciben su pasado, presente y futuro puede ser clave para comprender mejor las motivaciones detrás de la radicalización y para ayudar a construir identidades personales y colectivas basadas en un futuro esperanzador y pacífico. Este enfoque ofrece un camino prometedor tanto para la investigación como para la práctica, permitiendo abordar el extremismo desde una perspectiva más integral y humana.