¿Qué pasa cuando en un sistema educativo se introducen ideologías, es decir, cuando los políticos empiezan a utilizar la educación para cambiar la sociedad más que para que los alumnos adquieran conocimientos?
Ha esa pregunta ha tratado de responder Inger Enkvist, catedrática emérita de español de la Universidad de Lund (Suecia) y pedagoga, durante la conferencia que ha impartido en la Universidad Loyola a estudiantes de los Grados en Magisterio y Máster en Formación del Profesorado.
Lleva más de cuatro décadas dando lecciones, tanto en el ámbito universitario como en la enseñanza obligatoria. La catedrática emérita de español aborrece la llamada “nueva pedagogía”, que otorga más iniciativa a los alumnos en el aula, y defiende una enseñanza más tradicional.
“Cuando hay más ideología en la enseñanza, la educación deja de ser adulta e intelectual y se convierte en una enseñanza obligatoria, infantil y con falta de razonamiento”, ha comenzado la experta.
Para Inger, lo que sucede cuando introducimos ideologías en la enseñanza, es que se resta contenido a la educación, quedándose vacía. “En vez de enseñar materias que permitan a los estudiantes formarse una opinión de la realidad, se intenta ir directamente a la conclusión, es decir, se impone una actitud o idea aceptable y preconcebida que no invita a la reflexión y al análisis”.
Durante su conferencia, ha repasado distintos términos como el progresivismo en pedagogía, que se convierte en constructivismo y da paso al postmodernismo. Todo ello para explicar que “el desprecio hacia el contenido se acentúa en el postmodernismo y cómo todo finaliza en el contructivismo social, es decir, la idea de usar la escuela para fines políticos o sociales más que para fines educativos”.
También, ha explicado que, durante el siglo pasado, en Estados Unidos arranca una nueva corriente educativa que rechazó el modelo tradicional de una escuela en la que el maestro es el centro y se basa en los libros para explicar la materia. “El progresivismo en educación rechaza lo tradicional, convirtiéndolo en autoritario y pasivo. Lo tradicional en el que un profesor impartía una clase con libros de texto, se considera autoritarismo y se pone de moda la autonomía del alumno”.
Para saber cómo hemos llegado a la situación actual, en la que se han introducido fines políticos en la escuela, la experta ha explicado que “de los postmodernistas hemos heredado el desprecio hacia los datos. Consideraban que la verdad no existe y que los datos no son seguros ni fiables. Por ello, se preguntaron: si la verdad no existe y los datos no son ciertos, ¿por qué no usar la escuela para otra cosa?”.
“No podemos menospreciar la importancia del maestro, digan lo que digan personas ajenas a la educación”.
A esta pregunta ha respondido la experta afirmando que “la buena educación es vocacional. Hay mucha gente que trabaja en educación que lo ve como un empleo cualquiera”.
Para la experta “el maestro es, en muchos casos, la salvación para muchos alumnos, sobre todo los que tiene escase acceso a la cultura, que a través del maestro adquiere un vocabulario, un lenguaje, quizá un amor por el conocimiento y los libros”.