La Universidad de La Laguna ha sumado hoy 6 de mayo dos nuevos nombres a su nómina de doctores y doctoras honoris causa por esta institución académica. Son la bióloga Ana María Crespo, presidenta de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, y John C. Mather, astrofísico y premio Nobel de Física en 2006.
El Paraninfo del centro docente ha sido el escenario de una ceremonia cargada de símbolos que representan el valor del conocimiento y del avance científico. “En momentos como estos, donde lo efímero está a la orden del día, sentimos especialmente la necesidad de contar con referentes”, defendió el rector, Francisco García, en su intervención al final de la sesión.
Las trayectorias de los homenajeados, aunque bien diferentes, se caracterizan por un trabajo constante y riguroso y,
para ello, “necesitan el sosiego del tiempo despojado de urgencias”, indicó García. “Cada vez vamos a necesitar de la presencia creciente de la ciencia para tomar buenas decisiones, tanto para mejorar el bienestar del conjunto de nuestra sociedad, como para, en ocasiones, garantizar su supervivencia”.
Por eso, el rector consideró imprescindible “que las mujeres y hombres de ciencia profundicen en su búsqueda constante de la comprensión del mundo, ya que ese es el motor del trabajo científico”. Señaló que “pudiera parecer que lo que sucede en los laboratorios y espacios de experimentación científica poco tiene que ver con lo que acontece a nuestro alrededor… Nada más lejos de la realidad”, replicó, explicando detalladamente los avances de una y otro en sus disciplinas. De hecho, sostuvo que Crespo de las Casas y Mather son testimonios de que el avance en la búsqueda de la verdad a través de la ciencia y el conocimiento “constituye el mejor antídoto frente al miedo”.
La pasión por el estudio de los líquenes
La sesión se abrió con la habitual lectura por parte del secretario general, Juan Antonio García, de los acuerdos de nombramiento de sendos doctores. Tras el simbólico llamamiento de estos y su entrada en el Paraninfo acompañados de sus padrinos, la decana de Ciencias y el secretario general, comenzó la sesión propiamente dicha con la laudatio presentada por Mª Luisa Tejedor para defender la candidatura de Crespo. De ella recordó que accedió a la cátedra de Botánica en la Universidad Complutense de Madrid en 1983, pasando a catedrática emérita desde 2018.
Crespo de las Casas se especializó en el estudio de los líquenes, “grupo de organismos en que trabajó desde el principio y que nunca abandonó”. Los datos bibliométricos la sitúan como una de las científicas más reconocidas en series nacionales e internacionales en su especialidad. Su labor ha sido tan reconocida que especialistas en sistemática y biodiversidad le han dedicado tres géneros (Cresponea, Cresporaphis y Crespoa) y siete especies nuevas, nombres todos ya recogidos en la literatura internacional. Publicaciones científicas y premios internacionales jalonan su trayectoria académica, que se vio complementada con cargos de gestión.
En 2012 entró en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, haciéndose cargo dos años después de la Sección de Naturales y siendo posteriormente secretaria general. En junio de 2024 fue elegida presidenta, la primera mujer en ocupar este cargo desde su fundación en 1847. Para su madrina, Crespo cumple todos los requisitos para este nombramiento.
La bióloga recibió el nombramiento con un emotivo discurso de aceptación, en el que entrelazó ciencia, memoria
personal y agradecimiento a la universidad pública. Recordó con cariño sus primeros pasos como estudiante en la institución en 1965, en el mismo edificio donde ha sido investida, y la emoción de recibir clase de figuras como Antonio González. “La infancia es la patria”, dijo, aludiendo a ese vínculo profundo con la universidad que fue semilla de su vocación científica.
A lo largo de su intervención, compartió los retos de una carrera centrada en el estudio de los líquenes, organismos fascinantes pero complejos de clasificar. Habló de las frustraciones de la taxonomía tradicional y del giro radical que supuso la introducción de técnicas genéticas en los años noventa, cuando la biología molecular permitió leer el ADN de estos seres y trazar su evolución con más precisión. Reivindicó el valor de la colaboración internacional y la pasión por descubrir como motores esenciales de la ciencia.
Ana María Crespo cerró su discurso haciendo referencia a su presente institucional, destacando los nuevos estatutos que garantizan el relevo generacional y el equilibrio de género. Manifestó su orgullo por formar parte de una institución donde dejaron huella grandes científicos, y, especialmente, por ocupar el mismo asiento que una figura emblemática como Blas Cabrera. “Espero hacerme merecedora de este honor”, afirmó, ofreciendo su compromiso con la ciencia y la ULL.
La astrofísica, una contribución colectiva
La importancia de la publicación de los resultados científicos y la internacionalización de la ciencia fueron dos aspectos destacados por el padrino de John Mather, el también astrofísico y doctor honoris causa por esta universidad, John Beckman. Este último destacó que el éxito del telescopio James Webb se debe “a la habilidad y el temple de Mather a la hora de superar las grandes complejidades de hacer funcionar un telescopio en el espacio con un espejo primario de 6.5 metros”, por debajo de 50 Kelvins, es decir, -223 grados Celsius.
“El ‘James Webb’ es más un observatorio que un mero telescopio. Mis colegas y sus estudiantes de doctorado en La Laguna lo han utilizado en muchas materias”, lo que ha dado lugar a cerca de 50 artículos de investigación, destacó. “En La Laguna los astrofísicos hemos obtenido grandes impulsos en nuestros trabajos utilizando la herramienta ofrecida por Mather y su equipo”.
El astrofísico estadounidense expresó en su discurso el profundo honor que supone recibir este reconocimiento, que acepta en nombre de las miles de personas que han contribuido a los grandes éxitos de los proyectos de la NASA y de la ciencia actual. Describió cómo su carrera, desde sus inicios, se unió de manera causal con la de Beckman, con quien mantiene una relación de amistad. Ambos investigadores contribuyeron a la búsqueda empírica del Fondo Cósmico de Microondas, el calor cósmico que existía en los primeros segundos del universo.
El equipo de Beckman, entonces afincado en el Reino Unido, construyó instrumentos para probar su existencia, que fueron probados por los supervisores de tesis de Mather en California. Tras doctorarse y empezar a trabajar en la NASA, Mather propuso en 1974 la creación del Explorador del Fondo Cósmico (COBE), el primer satélite construido para estudios de cosmología, finalizado 15 años después. Y en solo unas semanas tras su lanzamiento pudieron confirmar la teoría de expansión del universo, que le valió su Premio Nobel en Física en 2006, compartido con George Smoot.
A lo largo de su intervención, explicó los grandes hallazgos del COBE, que llevaron al diseño del experimento
Tenerife, en el Observatorio del Teide, en el que participaron investigadores del IAC. También marcaron la senda para la misión espacial Euclid, de la Agencia Europea del Espacio, y del Telescopio James Webb, el mayor y más complejo telescopio espacial hasta el momento, y de hecho Mather mostró en la sesión imágenes de la galaxia más distante detectada, cuando el universo tenía tan solo 290 millones de años, de sus 13.800 millones que se calculan en el presente.
Con estas grandes contribuciones colectivas en el tiempo y el espacio, el astrofísico anticipó «un porvenir glorioso, en el cual seguirán los descubrimientos científicos gracias a las colaboraciones internacionales». Para Mather, no parece imposible descubrir indicios de vida en otro planeta. También consideró que la inteligencia artificial puede llegar a ser «una herramienta poderosa para la ciencia y para la vida cotidiana», aunque advirtió de los peligros que puede entrañar. El Nobel agradeció a la Universidad de La Laguna su labor por educar y preparar a la gente joven para los tiempos emocionantes que llegarán en el futuro.
(*) Discurso del rector.