En el marco de las III Jornadas Profesionales de Psicología organizadas por la Universidad Loyola, Aarón Fernández del Olmo, neuropsicólogo en ISANEP y doctor en Psicología Experimental, compartió su visión sobre el papel del neuropsicólogo en el abordaje de los trastornos del neurodesarrollo.
Durante su intervención, destacó la importancia de la identificación temprana, el trabajo colaborativo con las familias y la especialización en este campo.
Fernández del Olmo señaló que la figura del neuropsicólogo es clave para determinar el perfil cognitivo de niños y niñas con posibles trastornos del neurodesarrollo. Su labor consiste en evaluar si dicho perfil es compatible con diagnósticos ya establecidos, como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), los trastornos del desarrollo del lenguaje o la dislexia. Sin embargo, en ocasiones, un análisis detallado puede revelar que la causa subyacente de las dificultades no es un trastorno en sí, sino factores neurológicos o incluso ambientales que deben abordarse de manera diferenciada.
Uno de los puntos clave de su intervención fue la relevancia de la detección temprana de los trastornos del neurodesarrollo. «El proceso de neurodesarrollo es un camino muy largo en el que cualquier incidencia que ocurra en un punto concreto determinará todo lo que vendrá después», afirmó el experto. Destacó que las alteraciones en las primeras etapas, si no se identifican y trabajan adecuadamente, pueden impedir la correcta adquisición de habilidades futuras. La intervención precoz no solo mejora el desarrollo de los niños, sino que también ayuda a las familias a adaptarse mejor a las necesidades del menor.
En este sentido, Fernández del Olmo subrayó el rol crucial que desempeñan las familias en el proceso de atención y tratamiento. «Las familias son el entorno en el que el niño o niña se desenvuelve y donde se pueden aplicar pautas que faciliten su funcionamiento diario», explicó. Según el neuropsicólogo, el trabajo debe ser colaborativo, asegurando que los padres comprendan las acciones que se llevan a cabo y sus efectos. Muchas veces, desde la intuición, las familias implementan estrategias que funcionan, pero otras veces pueden utilizar métodos menos efectivos a largo plazo. Por ello, la orientación profesional resulta fundamental.
Dirigiéndose a los estudiantes de psicología presentes en la conferencia, Fernández del Olmo enfatizó la importancia de especializarse en neuropsicología y atención temprana. «Trabajar en este ámbito requiere una formación sólida y específica», aseguró. A pesar de que la neuropsicología aún no es reconocida como una especialidad oficial, su impacto en el trabajo con niños con dificultades del neurodesarrollo es innegable. Además, la atención temprana, que abarca desde los 0 hasta los 6 años, es un área crucial que permite abordar alteraciones en sus primeras fases, favoreciendo un mejor pronóstico a mediano y largo plazo.
La intervención de Aarón Fernández del Olmo dejó claro que el papel del neuropsicólogo es esencial en la detección, evaluación e intervención de los trastornos del neurodesarrollo. Su trabajo no solo impacta en la vida del niño, sino también en la dinámica familiar y en el desarrollo de estrategias eficaces para mejorar su calidad de vida. Finalmente, animó a los futuros psicólogos a considerar esta especialización como una oportunidad profesional enriquecedora y de gran impacto en la sociedad.
En la Universidad Loyola, el área de másteres oferta dos postgrados de especialización, complementarios al máster habilitante de Psicología General Sanitara: el Máster Universitario en Neuropsicología y el Máster Universitario en Atención Temprana. Con estos dos postgrados, la Facultad de Psicología de Loyola pone el foco en la especialización en el ámbito de la Psicología, fundamental para la práctica clínica y para que los estudiantes y futuros profesionales se diferencien en el competitivo mercado laboral.