“La sostenibilidad se encuentra en estos momentos ante una encrucijada regulatoria que busca equilibrio con la simplificación y la competitividad”, señala Rosario Alonso, directora de la cátedra | Solo el 1% de los fondos actuales se ajusta estrictamente a la regulación ‘verde’, según los expertos
La inversión en sostenibilidad es rentable, y cada vez más hay productos financieros con ese sesgo, pero padece un exceso de regulación que dificulta su comprensión y desarrollo. Son algunas de las principales conclusiones del primer diálogo del ciclo Sostenibilidad y Liderazgo, retos y perspectivas organizado por la Cátedra Concepción Arenal de Agenda 2030 de la Universidad de Oviedo y ONTIER, titulado Finanzas sostenibles: perspectiva bancaria, que tuvo lugar el 25 de marzo en Oviedo.
Como señaló en su presentación la directora de la Cátedra, la profesora Rosario Alonso, “la sostenibilidad se encuentra en una encrucijada regulatoria, y se está produciendo un importante debate en la UE entre sostenibilidad, simplificación y competitividad”, lo que fue objeto de parte del diálogo de la tarde. “Las finanzas sostenibles son un pilar fundamental en el proceso de transición que protocolizan los ODS de la Agenda 2030 y han transformado ya la arquitectura del sector bancario en España”, señaló Alonso.
El socio director de Zona Norte de Ontier, Carlos Ranera, fue el encargado de moderar el diálogo, en el que intervinieron Ignacio R. Taboada, director de Finanzas Sostenibles y Next Gen de la Territorial Noroeste de Banco Sabadell; Javier Turiel, responsable de Sostenibilidad y Riesgos ASG de Caja Rural de Asturias; y el profesor Eduardo Menéndez, titular de Economía Financiera y Contabilidad del Departamento de Administración de Empresas de la Universidad de Oviedo.
Los tres participantes estuvieron de acuerdo en que los bonos relacionados con la sostenibilidad pueden ser al menos tan rentables como otros, aunque están afectados, coincidieron también, bien por un exceso de regulación o bien por una normativa a menudo farragosa, ambigua o difícil de cumplir. Ignacio R. Taboada señala, en este sentido, que la sostenibilidad puede ser rentable, pero “no se le debería exigir lo mismo a una gran empresa que a una pyme”.
Respecto a la situación actual, el profesor Menéndez alerta que, “dado que en EEUU hay un giro copernicano respecto a la sostenibilidad, han caído drásticamente al 50% las emisiones de bonos ligados a la sostenibilidad LSB, diseñados para empresas que no pueden ser neutras en carbono, como por ejemplo las cementeras, etc; mientras que Europa es una incógnita” por el momento.
En cuanto a los criterios ESG (Environmental, Social and Governance) Taboada indicó que “estamos aun arrancando con la sostenibilidad y a veces se pretende ir a más velocidad de la que algunas empresas pueden ir. La sostenibilidad debe estar en cultura de la empresa y de cada uno de nosotros, y eso está avanzando, especialmente entre los jóvenes”, afirmó el experto de Sabadell, aunque todavía, dijo, queda un gran trecho por recorrer.
Para Turiel, ya existe sensibilidad respecto a los productos de inversión sostenibles, pero “en España necesitamos mejorar la educación financiera y hay desconocimiento sobre la existencia de estos bonos (…) Existe el cliché de que invertir en un fondo sostenible no es rentable, y eso no es cierto; la rentabilidad es similar, pero hay confusión en el mercado por términos que pueden dar lugar a equívocos”.
Por otra parte, dijo el representante de Caja Rural, “la colaboración público-privada es esencial en la financiación minorista vinculada a sostenibilidad -reforma edificios eficiencia energética, instalaciones renovables-, y esto está relacionado con la canalización de ayudas mediante subvenciones, deducciones y bonificaciones fiscales”.
Regulación, ¿Sí o no?
Para Menéndez, está claro que hace falta menos regulación y más claridad. “Los fondos que tienen un objetivo explícito de sostenibilidad no llegan al 1% (referidos al art. 9 del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles). Y esto dificulta mucho el trabajo de las gestoras. Solo hay 21 fondos puros de los 5.000 disponibles”, señaló. También mencionó el profesor la escasez de “bonos azules” -relacionados con proyectos de conservación y protección de ecosistemas marinos-, y eso a pesar de que España es un país con una gran línea de costa.
Finalmente, antes del turno de preguntas, se habló de la Propuesta Ómnibus de la CE. Para Turiel, “la normativa en muchos casos es ambigua, repetitiva y muy densa, es necesario darle una vuelta, poner un poco de sentido común y replantear un calendario más escalonado. Si este es el objetivo de la propuesta: bienvenida sea”, mientras que, para Taboada, “es necesaria y es posible que no sea la última, porque la sostenibilidad es algo vivo, que evoluciona constantemente. Con este decreto se busca ampliar los plazos de aplicación de la normativa, elevar el umbral de las empresas obligadas y simplificar los requisitos, con el fin de mejorar la competitividad de las empresas europeas.”