Juan Diego Botto: «La vida sin teatro no es vida»

SÁBADO 25 ENERO / 20.00.
Auditorio Pilar Bardem. 5,50-11 euros (ver descuentos). Compra: web entradas.rivasciudad.es y taquilla.
Se puede pagar con Bono Cultural Joven.

La distancia más corta entre África y Europa son 14,4 kilómetros de mar, los que separan España de Marruecos. Un trecho que Ahmed Younoussi (Ksar-ek-Kébir, Marruecos, 1990) conoce bien. Ahmed huyó de su casa por maltrato familiar con apenas seis años, vivió en las calles de Tánger y con nueve cruzó el estrecho de Gibraltar rumbo a España escondido en un camión. Pasó su infancia tutelado en un centro de menores en Madrid. Y ahora es actor. Se interpreta a sí mismo en la obra ‘14.4’, que recoge su experiencia de niño migrante no acompañado. Se trata del tercer proyecto teatral que reúne a Sergio Peris-Mencheta, que lo dirige, y Juan Diego Botto, que ha escrito el texto con las aportaciones de Ahmed e ideas de Peris-Mencheta.

Botto (Buenos Aires, 1975), inmerso en la vorágine del rodaje de una futura serie televisiva donde interpreta a un agente del CNI (’El centro’), cuenta por teléfono las claves de un montaje con el que Rivas inicia la temporada teatral de 2025 en el auditorio Pilar Bardem (sábado 25 de enero, 20.00).

Han pasado seis meses desde el estreno de ’14.4’. ¿De qué se siente más orgulloso de este proyecto?

Todos estamos muy contentos, e incluso orgullosos, de poder contar la historia de Ahmed Younoussi en un momento donde el debate político sigue girando en torno a la migración y a la infancia que viene sola a España siendo menor de edad. Hemos puesto voz a las estadísticas, números y relatos hiperventilados. De forma honesta y sosegada, contamos la historia de uno de ellos, contada por uno de ellos. Contribuir a ese debate desde el teatro es positivo: que el público vea qué es eso de lo que se habla como si fuera el demonio, niños que parece que traen el mal a España. Y son solo niños.

Una obra muy oportuna, con 6.000 niñas y niños migrantes hacinados en Canarias ante la indiferencia de algunas comunidades autónomas y partidos políticos.

En un momento en que estamos asistiendo a un genocidio en directo en Gaza, hay opciones políticas que no se sienten apeladas por el asesinato y la masacre constante de civiles en Palestina, pero que viven, sin embargo, con terror y pánico la llegada de niños menores. Con la invasión rusa de Ucrania, España, como debe ser, acogió a un montón de ciudadanos ucranianos, muchos menores. Eso generó cero debate. Ningún conflicto. Es difícil no pensar en una carga xenófoba y racista al respecto de estos niños migrantes que ahora nadie quiere acoger en sus comunidades autónomas.

Esos 14,4 kilómetros de mar se tragan muchas vidas. Hoy el Mediterráneo separa más que une.

Hay una frase de Sergio Peris-Mencheta que decimos en la función: ‘El Mediterráneo es donde Europa le hace la cobra a África’. El estrecho de Gibraltar podría parecer un lugar donde Europa y África se besan o están a punto de tocarse. Y, sin embargo, es todo lo contrario. Hay una inmensa responsabilidad por parte de Europa en que el Mediterráneo sea un cementerio submarino. Frontex vigila los caminos más seguros obligando a los migrantes a transitar los más peligrosos. Lejos de ofrecer ayuda y asistir, pone más obstáculos y facilita que muera más gente. Sobre estas y otras cosas reflexionamos en la obra.

«Hay una frase de Sergio Peris-Mencheta que decimos en la función: ‘El Mediterráneo es donde Europa le hace la cobra a África’. El estrecho de Gibraltar podría parecer un lugar donde Europa y África se besan o están a punto de tocarse. Y, sin embargo, es todo lo contrario»

Ahmed puso una condición: no quería dar pena sobre el escenario.

Este proyecto no nace ahora, al calor del debate sobre la infancia no acompañada. Es un proyecto que Sergio y Ahmed tenían desde hace mucho tiempo. Y a mí me lo comenta Sergio hace unos seis o siete años. Cuando me reuní con Ahmed para que me contara su vida y empezar a escribir, fue contundente: ‘De ninguna manera quiero dar pena’. Y esa fue la premisa principal cuando me senté a escribir. Un texto con sentido del humor. El personaje de Ahmed no podía ser una pobre víctima, sino un personaje activo que toma decisiones.

¿Lo mejor de haber trabajado con Ahmed?

Es un tipo maravilloso. Se ha enfrentado a un reto tremendamente complicado: contar su propia vida en primera persona. Situaciones muy difíciles que vivió desde muy pequeño. Su inmenso valor, generosidad y coraje han sido una lección. Y es un actor dispuesto a escuchar, dejarse guiar y aportar el inmenso talento que tiene.

El actor Ahmen Younoussi. VANESSA RABADE

Y el dúo Botto – Peris-Mencheta se consolida en la dramaturgia española (‘Una noche sin luna’ o ‘Un trozo invisible de este mundo’).

Siempre es un placer trabajar con Sergio. En este caso fue particularmente complicado. Estaba fuera de España luchando contra la leucemia. Dirigía la función en remoto, desde un hospital en Los Ángeles [EEUU]. Muchos días con la cámara del ordenador y el gotero de la quimio puesto. Impresionaba ver su esfuerzo y dedicación.

¿Cómo es crear con él?

Hablamos el mismo lenguaje. Los mismos referentes. Como dice una amiga, hemos comido las mismas galletas. Desarrolla una infinita imaginación, se le ocurren 15.000 imágenes por minuto, todas muy teatrales. Tiene mucho sentido del humor y creatividad. Yo soy un poquito más intenso y de mirada social. Y ahí combinamos bien.

¿Qué le cuesta más: escribir una obra, dirigirla o interpretarla?

Escribir es siempre un proceso largo. Yo escribo muy poco y muy lentamente. De ‘Un trozo invisible de este mundo’ a ‘Una noche sin luna’ pasaron ocho años. Es más laborioso escribir. Actuar es más divertido. La retribución es más inmediata.

«Escribir es siempre un proceso largo. Yo escribo muy poco y muy lentamente. De ‘Un trozo invisible de este mundo’ a ‘Una noche sin luna’ pasaron ocho años. Es más laborioso escribir. Actuar es más divertido. La retribución es más inmediata»

¿Habrá más Juan Diego autor?

Supongo que sí. Pero ahora mismo no tengo ninguna idea. Estoy escribiendo un guion de cine. En cine tengo dos historias. Pero en teatro, ninguna. Imagino que en algún momento llegará una nueva historia teatral, pero como autor no se vislumbra nada.

¿Qué sería para Juan Diego Botto la vida sin teatro?

La vida sin teatro no es vida. El teatro es parte de lo que me mantiene en pie. Este trimestre he estado rodando una serie todos los días de lunes a viernes. Y tenía, además, un recital de poemas de Walt Whitman los fines de semana. Y entre semana me decía: qué necesidad tengo de ir el sábado a Pamplona a subirme a un escenario cuando llevo 12 horas diarias de rodaje. Pero me subo al escenario y es como si me alimentaran el corazón. Sentir la presencia del público es muy enriquecedor. Mientras el cuerpo aguante, el teatro seguirá siendo parte de mi vida.