A sus 87 años, el niño que creció en una familia de labradores de Chinchón, el hijo de la Nati y el Venancio, sigue placeando por los teatros de España haciendo lo que sabe hacer: actuar. Y manteniendo ese discurso político tan pepesacristanesco donde chocan el optimismo y la melancolía. “No me gusta una mierda el mundo que nos está quedando. Recuerdo, evoco y añoro a la mujer que da nombre al teatro de Rivas: Pilar Bardem”, cuenta por teléfono desde su casa en Madrid. A pesar de la edad, José Sacristán confiesa que no le cansan las giras teatrales. Al protagonista de películas como ‘Un lugar en el mundo’ o ‘El viaje a ninguna parte’ le encanta cenar en ciudad ajena después de cada función: “Si antes de la cena hay que hacer algo [la obra de teatro], se hace, pero lo importante es dónde se cena”.
Tras pasear cinco años con Miguel Delibes y su ‘Señora de rojo sobre fondo gris’, se embarcó en 2024 en un nueva travesía interpretativa: la última obra de Juan Mayorga, ‘La colección’, donde comparte escenario con Ana Marzoa, Ignacio Jiménez y Zaira Montes. Estrenada en el teatro La Abadía de Madrid -”un templo que levantó José Luis Gómez al que le tenía muchas ganas”-, el sábado 31 de mayo actúa en el auditorio Pilar Bardem (20.00), con todas las entradas vendidas.
¿Qué tiene que tener una obra para que Pepe Sacristán se suba a las tablas?
Que me interese la historia, el personaje y la propuesta en general con los compañeros de trabajo. Las variantes son múltiples. En principio y con cierta modestia, eso de que al margen de que a mí me guste, pueda ser del gusto de la gente. Incluso serle de alguna utilidad. Afortunadamente puedo elegir lo que puedo hacer. No estoy sujeto a la servidumbre de tener que pagar el recibo de la luz con lo que me ofrezcan. Y he estado cinco años con mi amigo Miguel Delibes [‘Señora de rojo sobre fondo gris’], un tiempo con David Mamet [‘Muñeca de porcelana’], otro poco con Maro Vargas Llosa [‘El loco de los balcones’], que en paz descanse, o con un tal Cervantes [‘Yo soy Don Quijote de la Mancha’]. Ahora he grabado para RNE ‘Luces de bohemia’, de Valle-Inclán. Y ando dando vueltas con Antonio Machado [‘Caminando con Antonio Machado’]. Ahí vamos transitando con gente con la que me gusta trabajar. Y, en esta nómina, por supuesto, Juan Mayorga.
¿Y en el caso concreto de ‘La colección, qué le convenció?
Que fuera un texto de Juan Mayorga. Y viniendo de Miguel Delibes, con la inmediatez, familiaridad y horizontalidad de sus historias, frente a la cosa oblicua y más enigmática de Juan, me parecía muy interesante ese salto.
Mayorga dice que usted y Ana Marzoa son extremadamente ambiciosos en su trabajo actoral. En su caso, ¿en qué consiste esa ambición?
Ambición no sé si es la palabra. Me gusta mucho mi trabajo: lo que el espectador ve un día no haya ocurrido antes ni vaya a ocurrir después. Que esté vivo. Me importa no caer en la trampa de la profesionalidad o la experiencia y que todo resulte previsible. Me gusta investigar, arriesgar. Y con Ana Marzoa vamos de la mano.
«Me gusta mucho mi trabajo: lo que el espectador ve un día no haya ocurrido antes ni vaya a ocurrir después. Que esté vivo. Me importa no caer en la trampa de la profesionalidad o la experiencia»
Todo agotado en el auditorio Pilar Bardem: 1.007 butacas. Lo de la crisis del teatro, si actúa Sacristán, ya para otra ocasión.
Sería un cínico y miserable si me quejara. Sé que cuento con la fidelidad de un número de personas, para mí suficiente, que me compran los ajos y me permiten poder elegir el trabajo. Tengo ese privilegio. Lo reconozco, lo agradezco y lo celebro.
Y el estreno fue en La Abadía. Un espacio al que usted le tenía muchas ganas, recordando, además, el legado de José Luis Gómez.
Muchísimas ganas le tenía a La Abadía. Y vuelvo a celebrar la iniciativa de José Luis Gómez. Un prodigio lo que ha hecho, incorporando ese templo al mundo del teatro.
¿Interpretar con 87 años es una necesidad, un capricho?
Es mi oficio. Y si la madre naturaleza no muestra mayores inconvenientes, lo seguiré ejerciendo. Yo me gano la vida con esto.
«Lo que más me gusta de las giras es la cena. Yo hago giras para cenar. Si antes de la cena hay que hacer algo [actuar], se hace, pero lo importante es la cena»
Después de tanta carrera, ¿cansan las giras?
No. Pongo mis condiciones y se respetan: no voy a matacaballo. Ahora trabajamos con función única. Vengo de un tiempo que se hacían dos funciones todos los días, siete días a la semana, y era un infierno. Ahora, no. Y voy encantado. Lo que más me gusta de las giras es la cena. Yo hago giras para cenar. Si antes de la cena hay que hacer algo [actuar], se hace, pero lo importante es la cena.
¿Y si sale mal la cena?
No, no sale mal. Está garantizada. El gerente de la empresa ya sabe que lo primero es dónde se cena, ni el teatro ni la maquinaria. Lo primero, la cena.

Zaira Montes, Ignacio Jiménez, José Sacristán y Ana Marzoa. JAVIER NAVAL
Hablando de colecciones y legados, ¿cómo le gustaría ser recordado? El otro día, paseando después de una función por Tarifa, un joven le reconoció y dijo: ‘Usted es el que hacía de reír en las películas antiguas’.
Ese es el legado. Fue un descubrimiento. La cara del muchacho de felicidad al descubrir quién era yo. Y yo era el que ‘hasía de reí en las películas antiguas’ [lo pronuncia con acento andaluz]. Olé. Ya tengo epitafio.
¿Y qué personajes, de todos los interpretados, son más recurrentes en su memoria?
Para suerte mía, tengo unos cuantos. El Pacífico, de ‘Las guerras de nuestros antepasados’, de Miguel Delibes; Don Quijote de la Mancha… Hay varios. Sería un agravio comparativo hacer una nómina porque alguno quedaría en el cajón. Tanto en cine como en teatro y televisión. Estoy encantado con mis trabajos en ‘Velvet’, ‘Tiempos de guerra’ o ‘Alta mar’ [televisión].
¿Qué piensa del mundo que nos está quedando, con esta eclosión de hombres fuertes gobernando?
No me gusta una mierda. Recuerdo, evoco y añoro a la mujer que da nombre al teatro de Rivas: Pilar Bardem. No me gusta lo que está pasando. Y no me gusta, además, dónde está la izquierda.
«En mi salón tengo una muñeca guiñol enorme, que me regalaron. Y le tengo puesto en el pescuezo la tarjeta del concierto homenaje en Rivas ‘Recuperando memoria’ [2004]. Ahí está, en compañía de otros cartelitos. Fue un acto formidable»
Eso mismo nos dijo en una entrevista en 2013: ‘Dónde está la izquierda. No la veo’.
Y ahí seguimos. El chiste de El Roto: ‘No armemos jaleos. Las derechas con las derechas. Y las izquierdas contra las izquierdas’. No me gusta nada.
Usted fue una de las voces en 2004 del concierto homenaje a los viejos republicanos y republicanas de ‘Recuperando memoria’ en Rivas.
En mi salón tengo una muñeca guiñol enorme, que me regalaron. Y le tengo puesto en el pescuezo la tarjeta del concierto homenaje ‘Recuperando memoria’. Ahí está, en compañía de otros cartelitos, como el ‘No a la guerra’. Fue un acto formidable. Como dice mi amigo Luis García Montero, formamos parte de lo que se ha dado en llamar los optimistas melancólicos. El optimismo que no decaiga, aunque hay cierta melancolía de todo un sentido de pérdida, de que algo no acaba de estar saliendo como fuera de desear. Pero hay que seguir adelante.
Y con el teatro de por medio.
Por supuesto.

José Sacristán y Ana Marzoa trabajan juntos por primera vez. JAVIER NAVAL