En los últimos días, el ejército israelí ha intensificado sus operaciones en las gobernaciones de Jenin, Nablus y Tulkarem, con nuevos despliegues militares que agravan aún más las restricciones que ya sufría la población palestina.

Desde octubre de 2023, las personas palestinas enfrentan barreras cada vez mayores para acceder a atención médica y a servicios básicos. Este endurecimiento de las medidas —que incluye presencia militar prolongada, restricciones de movimiento, demoliciones, uso excesivo de la fuerza y negación de servicios esenciales— forma parte de una política que favorece la anexión y el desplazamiento forzado.

“El 13 de junio, las fuerzas israelíes entraron en mi pueblo, en Tulkarem. Ocupaban dos edificios residenciales y los convirtieron en bases militares, obligando a las familias a marcharse. Desde entonces, patrullan diariamente, detienen, interrogan y registran casas.”
— Karim, trabajador de MSF

Durante los días 13 a 17 de junio, el ejército israelí bloqueó todos los accesos a la ciudad de Hebrón, dejando a la población sin opción de movilidad. Las personas enfermas se vieron forzadas a recorrer a pie largas distancias, incluso bajo el riesgo de ser tiroteadas o impedidas de cruzar los checkpoints.

“El 14 de junio intenté llevar a mi hermano desde Belén a una cita médica en Hebrón. El trayecto debería haber durado 25 minutos. Tardamos tres horas. Al final, tuvo que cruzar el checkpoint caminando, muy enfermo, como muchas otras personas. No era seguro.”
— Oday Al-Shobaki, responsable de comunicación de MSF

Esta situación nos obligó a suspender temporalmente nuestras clínicas móviles en Hebrón y Nablus, que ofrecían atención básica, salud mental y servicios de salud sexual y reproductiva. En Jenin y Tulkarem, tuvimos que reducir los horarios y adaptarnos día a día según la presencia militar. Muchas de las consultas se han realizado por teléfono.

Desde el inicio de la operación militar israelí conocida como Iron Wall en enero de 2025, más de 42.000 personas han sido desplazadas de forma forzada en el norte de Cisjordania. Campamentos enteros han sido vaciados violentamente, sin posibilidad de retorno, dejando a las familias sin hogar ni acceso estable a agua, comida o atención médica.

“En la última semana, hemos visto cómo las comunidades palestinas pierden aún más control sobre sus vidas, mientras el mundo mira hacia otro lado. Esto no puede seguir así.”
— Simona Onidi, coordinadora de proyecto de MSF en Jenin y Tulkarem

Médicos Sin Fronteras denunciamos que estas medidas consolidan un sistema de fragmentación y apartheid, como ya ha señalado la Corte Internacional de Justicia. Hacemos un llamamiento urgente a los Estados terceros para que vayan más allá de las condenas formales y ejerzan presión real sobre las autoridades israelíes: es necesario detener el uso excesivo de la fuerza, levantar las restricciones que impiden el acceso a servicios esenciales y aumentar el apoyo a las comunidades desplazadas y aisladas en toda Cisjordania.