En las zonas costeras del suroeste de La Palma sobrevive una de las joyas menos conocidas del patrimonio natural canario: el cigarrón palo palmero (Acrostira euphorbiae), un gran saltamontes endémico y exclusivo de esta isla que hoy se encuentra en peligro crítico, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Investigadores de la Universidad de La Laguna, asociados al proyecto CanBio, financiado a partes iguales por el Gobierno de Canarias y Loro Parque Fundación, dedican sus esfuerzos a entender la distribución, ecología y respuesta de las especies ante las perturbaciones ambientales.
La erupción del volcán Tajogaite en 2021 afectó directamente el hábitat de esta especie, generando gran incertidumbre sobre su viabilidad. “Durante los primeros muestreos tras la erupción conseguimos detectar muy pocos ejemplares, pero este año otro grupo ha encontrado hasta 30 individuos, lo que nos da esperanzas sobre una posible recuperación”, explica Carlos Ruiz Carreira, profesor en el Departamento Biología Animal, Edafología y Geología en el Área de Zoología de la Universidad de La Laguna e investigador principal de ‘BioTER: Artrópodos’.
El cigarrón palo palmero habita principalmente en formaciones de tabaibal de la costa palmera. Su distribución extremadamente restringida, su baja densidad poblacional y su comportamiento críptico, es decir, que se oculta entre la vegetación al menor movimiento, lo convierten en un reto para los investigadores. Para detectarlo, a menudo es necesario que dos personas rodeen simultáneamente una tabaiba. Ante estas dificultades, el equipo científico está desarrollando nuevas metodologías no invasivas, como el monitoreo acústico mediante sensores que graban el canto de las hembras. Esta tecnología podría permitir localizar poblaciones antes desconocidas y estimar su número sin alterar su comportamiento.
“Es fundamental comprender sus ciclos naturales, que pueden incluir años de muy baja abundancia seguidos de repuntes poblacionales. Sin una serie de datos larga en el tiempo no podemos saber si estamos ante una recuperación o solo una fluctuación temporal”, añade Ruiz. Conservar al cigarrón palo palmero no es solo proteger a una especie única; es también evitar el colapso progresivo de un ecosistema insular extremadamente frágil. “En ecosistemas insulares como los canarios, perder un solo engranaje puede poner en riesgo la estabilidad de toda la red ecológica”, advierte Ruiz. Por esta razón, el proyecto CanBio ha establecido una red de monitorización de los efectos del cambio climático en las especies más amenazadas de Canarias, como se realizará próximamente con el caso del cigarrón para recabar datos, que se está realizando hasta el momento.
ble que ya se hayan perdido muchas sin que hayamos llegado siquiera a conocerlas”, advierte Ruiz. “Es como un incendio en un edificio: si no sabemos dónde están las llamas, no podemos apagarlo. Necesitamos datos sobre dónde están las poblaciones vulnerables, cómo interactúan con otras especies, qué efectos tienen las especies invasoras o el cambio climático. Sin esa
información, no podemos diseñar medidas eficaces de conservación”.
Por ello, el proyecto insiste en la necesidad de monitoreos prolongados, sistemáticos y no invasivos, que permitan observar las dinámicas reales de las poblaciones a lo largo del tiempo. Solo así será posible diferenciar entre fluctuaciones naturales y tendencias preocupantes, y establecer estrategias de conservación que garanticen la viabilidad de especies tan singulares como el cigarrón palo palmero, emblema de la biodiversidad insular y centinela de los cambios ambientales que afectan a los ecosistemas de Canarias.