Investigadores de la UB desarrollan un nuevo compuesto con potencial terapéutico contra el alzhéimer

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Un nuevo enfoque contra la neuroinflamación
El estudio es la culminación de siete años de investigación en los que los investigadores han utilizado un nuevo enfoque, basado en los procesos inflamatorios que contribuyen a desencadenar esta enfermedad y modular su evolución. «Las estrategias que se han ensayado infructuosamente en los últimos diez años se han dirigido específicamente a la acumulación de beta amiloide y la formación de placas en el cerebro, pero existen numerosas evidencias que indican que la neuroinflamación es una de las principales causas de la enfermedad de Alzheimer. Por tanto, abordar los procesos inflamatorios se ha convertido en una estrategia terapéutica prometedora», explican los autores.
En esta línea, el nuevo compuesto es un inhibidor de la epóxido hidrolasa soluble (sEH), una enzima implicada en la regulación de diversos procesos fisiológicos, incluyendo la inflamación y la respuesta al dolor. «En el contexto de la enfermedad de Alzheimer, la inhibición de esta enzima puede aumentar los niveles de los ácidos epoxieicosatrienoicos (EET) —unas moléculas bioactivas que son antiinflamatorios endógenos— y reducir, así, la neuroinflamación y promover la neuroprotección», explica Mercè Pallàs, que también es investigadora del CIBERNED.
Los resultados del estudio muestran que el tratamiento con el nuevo compuesto tuvo efectos neuroprotectores en dos modelos de ratones de la enfermedad de Alzheimer, que culminan con una mejora de la memoria espacial y de trabajo y una mejora de la red neuronal. «Esto podría ayudar a preservar la función neuronal y reducir la muerte neuronal asociada con la enfermedad de Alzheimer», apunta Santiago Vázquez.
Estos efectos neuroprotectores se deben al aumento de los ácidos EET, que también están implicados en la mejora del flujo sanguíneo cerebral, que es crucial para mantener la salud del cerebro. «La inhibición de la sEH puede, por tanto, contribuir a una mejor perfusión cerebral y a la protección contra el daño isquémico», destacan los investigadores.
Efecto simultáneo en diversas vías antiinflamatorias
La ventaja de este nuevo fármaco respecto a otros compuestos antiinflamatorios —que han fracasado en los ensayos clínicos y no han llegado a los pacientes por ineficacia— es que se ha demostrado que el aumento de los EET reduce la transcripción y los niveles de múltiples marcadores proinflamatorios y, a la vez, mejora las citocinas antiinflamatorias. «Este enfoque global, que afecta a varias vías inflamatorias simultáneamente en lugar de actuar en una sola, da lugar a un efecto neuroprotector que es suficiente para mejorar la sintomatología y la patología de la enfermedad de Alzheimer», subrayan los investigadores.
De hecho, en el estudio los autores muestran que el compuesto es eficaz en comparación con el ibuprofeno —un fármaco antiinflamatorio—, cuya acción es muy poco significativa en el modelo animal de la enfermedad de Alzheimer familiar en el que se han evaluado. Para los investigadores, esta es una ventaja competitiva «muy importante» respecto a otros potenciales fármacos.
El estudio también muestra que el tratamiento con el inhibidor del sEH no solo evita la progresión de la enfermedad, sino que es capaz de modificar su evolución. Así, según los investigadores, el tratamiento mantiene los efectos de mejora cognitiva incluso un mes después de haber dejado de administrar el fármaco a los ratones. «Más importante aún: se preservó la integridad de la red neuronal y el recuento de dendritas (un componente de las neuronas), lo que sugiere que el tratamiento no es solo sintomático, sino que modifica la progresión de la enfermedad en el modelo de ratón».
Retos de la traslación en la práctica clínica
A pesar de estos resultados esperanzadores, el camino hacia la aplicación clínica de este compuesto es todavía largo y complejo. El desarrollo de un nuevo fármaco implica un proceso riguroso que comprende múltiples etapas: desde la investigación inicial y las pruebas preclínicas hasta los ensayos clínicos con pacientes y, finalmente, la aprobación por parte de las autoridades sanitarias. Durante este proceso, el fármaco debe superar estrictas regulaciones de seguridad y eficacia, un requisito que a menudo requiere décadas de investigación y una inversión económica considerable.
En este sentido, la patente del compuesto se ha licenciado en una empresa farmacéutica estadounidense para promover su avance en la fase de ensayos preclínicos y clínicos. Los miembros del equipo de investigación, encabezado por los profesores Santiago Vázquez y Mercè Pallàs, están siguiendo el proyecto dentro de la empresa como consultores expertos. «Esta colaboración permitirá seguir participando, como Universidad de Barcelona, en el desarrollo del nuevo compuesto para el tratamiento de patologías relacionadas con la neuroinflamación», concluyen los investigadores.