Investigadores de la UA desarrollan una técnica de restauración del bogavante europeo

Alicante. Martes, 25 de febrero de 2025 

“El bogavante europeo está totalmente esquilmado”, afirma Pablo Sánchez Jerez, catedrático de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Universidad de Alicante. El profesor está perfeccionando, junto a la investigadora predoctoral del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio Ramón Margalef, Laura Leyva, una técnica de restauración de este crustáceo que promete ser toda una revolución en la acuicultura.

Este desarrollo se ha generado como parte de Climarest, un proyecto europeo que busca la creación de herramientas y actividades de restauración en cinco enclaves atlánticos europeos, desde las islas Svalbard en el Ártico hasta Madeira , pasando por las rías gallegas, el lugar donde la Universidad de Alicante está implementando este nuevo sistema, en colaboración con la Universidad de Vigo.

Con más del cuarenta por ciento de la población viviendo a lo largo de sus 55.000 km de costa, la Unión Europea se enfrenta al reto de restaurar la salud de sus ecosistemas, que se están viendo afectados por el cambio climático antropogénico (causado por el ser humano) y la pérdida de biodiversidad. Climarest forma parte de este objetivo, que nace en línea con la declaración del Decenio de la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030 “) por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El proyecto hace hincapié en que los ciudadanos de la UE ya se están enfrentando a un aumento en la frecuencia de los desastres asociados al clima, como corrimientos de tierra, inundaciones, incendios, olas de calor y sequías y que, en consecuencia, urge proteger, restaurar y reconstruir estos frágiles ecosistemas y recuperar la biodiversidad que sustentan.

Desde hace dos años el equipo liderado por el profesor Sánchez Jerez está trabajando junto a sus colegas de la Universidad de Vigo, el catedrático Jesús Troncoso y la investigadora predoctoral Paula Dabán, en un proyecto de “acuicultura restaurativa” que tiene al bogavante europeo (Homarus gammarus) como protagonista. De crecimiento lento (debe tener al menos tres años para ser considerado adulto), este crustáceo vive en el este del Atlántico Norte, desde el norte de Noruega hasta el Mediterráneo oriental. Laura Leyva cuenta como la sabrosa carne del bogavante lo ha convertido en estrella de la gastronomía y, por lo tanto, en objeto de deseo de los pescadores, pero que en los últimos años su número ha decrecido drásticamente debido a varios factores, como la sobrepesca, el cambio climático y la destrucción de su hábitat por la utilización de prácticas destructivas como la pesca de arrastre. De modo, que el bogavante que se consume habitualmente en Europa es importando desde  otro continente, de América. 

Arrecifes en las bateas

Galicia alberga la mayor producción de mejillones de Europa y es líder mundial en producción de mariscos. Cuando se instalan bateas para el cultivo de mejillones, se genera un mayor riesgo de sedimentación de materia orgánica en las áreas circundantes. La acumulación de esta materia orgánica, que comprende heces y pseudoheces de mejillones, en el fondo marino tiene el potencial de influir significativamente en las comunidades bentónicas (los organismos que viven en los fondos marinos), lo que lleva a alteraciones en su composición y dinámica. “Al final, cambia totalmente la diversidad ya que se generan nuevos hábitats”, cuenta la investigadora.

“Aprovechando este nuevo hábitat, hemos puesto arrecifes artificiales debajo de las bateas de mejillones para proporcionar refugio a las especies que se alimentan de la materia orgánica generada en el fondo”, explica el catedrático de la UA. Tras su colocación, la proliferación de la vida marina no se ha hecho esperar. Desde que cuentan con un lugar donde ubicarse, se ha multiplicado el número de estrellas de mar, de nécoras, de centollas y, por supuesto, de bogavantes.

Algunos de estos animales llevan ajustados a sus patas unos pequeños receptores acústicos. Se trata de los ejemplares, 48 en total, que han sido introducidos por el equipo de investigación de la UA con la finalidad de conocer sus movimientos. “Tras un primer análisis de los datos recogidos hemos llegado a la conclusión de que, efectivamente, las zonas de las bateas son óptimas para su crecimiento”, señala Sánchez Jerez. Y con esta certeza, y como parte del proyecto, los investigadores están creando un protocolo de repoblación para el bogavante europeo en áreas que se ven afectadas por las bateas con el objetivo de restaurar y mantener la biodiversidad en estos lugares.

Los conocimientos adquiridos se están, de momento, replicando en Split, en la costa de Croacia, y serán presentados el próximo mes de noviembre en la reunión final de Climarest. Al mismo tiempo, y de forma paralela, el equipo de la UA se encuentra en el proceso de diseño y creación de unas nuevas jaulas que permitan la cría en cautividad del bogavante, celdas que deben tener unas características adaptadas a sus características, al hecho de que son caníbales, y por lo tanto no pueden compartir espacio.