Alicante. Martes, 25 de marzo de 2025
El 90 % de las personas que padecen obesidad sufren recaídas durante su periodo de tratamiento. “Es una de las enfermedades con mayor recidiva”, señala José Antonio Hurtado, uno de los investigadores que forma parte del equipo multidisciplinar de la Universidad de Alicante (UA) que desarrolla Tech4Diet-Person. Este proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, la Agencia Estatal de Investigación (MICIU/AEI) y los fondos NextGenerationUE utiliza todo el conocimiento adquirido desde que se inició, en 2017, con el fin de desarrollar un sistema que personalice los tratamientos nutricionales mediante el uso de tecnología y que, en consecuencia, evite las recaídas
La computación, la nutrición y la psicología son las disciplinas de las que provienen los miembros del equipo, que tiene a Marcelo Saval y a Jorge Azorín, del departamento de Tecnología Informática y Computación (TIC), como investigadores principales. El equipo se completa con Andrés Fuster, también del departamento TIC, Míriam Sánchez San Segundo, del departamento de Psicología de la Salud, y Ana Zaragoza, del de Enfermería, junto a Antonio Hurtado.
Esta es la tercera fase de Tech4Diet. En las dos anteriores se llevó a cabo una exhaustiva recogida de datos de más de 200 pacientes, de consultas clínicas y evaluaciones individualizadas. Estos historiales, unidos al conocimiento científico ya existente sobre nutrición y psicología, van a conformar un “cerebro artificial”, un modelo de aprendizaje automático, que será capaz de analizar perfiles, evaluar, monitorizar y diseñar dietas totalmente personalizadas, según explica Andrés Fuster.
Y para hacerlo posible, se va a desarrollar una herramienta capaz de tomar imágenes 3D con el uso de un dispositivo móvil para disponer de un avatar del paciente, que irá variando en función de los resultados del tratamiento. El objetivo es contar con imágenes que, tomadas por el propio paciente, sean fiel reflejo de la realidad, de las medidas, el peso y la distribución de la grasa corporal, sin que sea necesario acudir a consulta.
Por otro lado, el proyecto tiene previsto crear una aplicación que permita estimar el nivel calórico de sus comidas tras tomar fotografías de cada plato. “Toda esta información irá acompañada de alertas en caso de detectarse tendencias desfavorables para la persona y posibles recomendaciones para mejorar sus hábitos”, señala Marcelo Saval.
“Todo esto será posible gracias a ese cerebro central que tiene información del conocimiento nutricional actual científico, a los modelos de inteligencia artificial que extraen información de múltiples fuentes para ayudar en la toma de decisiones y al conjunto de datos ya acumulado de pacientes de intervenciones en los proyectos anteriores. Con todo esto, el sistema clasificará al paciente junto con otros que sean similares, para así determinar qué tipo de paciente es y poder darle recomendaciones personalizadas y generar visualizaciones que le ayuden a continuar con el tratamiento”.
Por último, una parte fundamental de este proyecto es que los expertos en nutrición y psicología puedan utilizar toda la información que el cerebro central sea capaz de absorber y procesar para estudiar nuevas métricas que, por ejemplo, pueden alertar sobre la existencia de colesterol o patrones o tipologías de pacientes que tienen evoluciones similares ante un tratamiento. “Se van a evaluar también los efectos que tienen los tratamientos a nivel cerebral, cómo la dieta puede repercutir en la función cognitiva”, según señala Míriam Sánchez, una información que “será enormemente valiosa para detectar y prevenir enfermedades”, como subraya Ana Zaragoza.
En la actualidad, más del 50% de la población española mayor de 18 años presenta problemas de sobrepeso y obesidad, lo que contribuye a la aparición de múltiples enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes, cáncer…) y a la pérdida de la capacidad cognitiva y funcional. Esta situación genera una disminución de la calidad de vida y un incremento notable del gasto sanitario. Los gastos asociados a la enfermedad oscilan en un rango de 0.09 a 0.61% del total del PIB anual a nivel europeo.
Los investigadores explican que la falta de adherencia al tratamiento ha sido considerada como una de las principales causas del fracaso de los programas de intervención, convirtiendo a la obesidad en una enfermedad crónica. Incidir en la adherencia mejoraría el resultado de los tratamientos y el mantenimiento de estos a lo largo del tiempo, repercutiendo directamente en un ahorro de costes en el sistema sanitario.