‘In memoriam’: Federico Mayor Zaragoza

Imagen que muestra a Federico Mayor Zaragoza sentado, durante un acto en la Sala Polivalente de la Plaza Mayor

Federico Mayor Zaragoza estuvo muy vinculado a la UAM. En la imagen, en el trancurso de uno de los numerosos actos en los que participó.

Muy querido Federico:

Ahora que te has ido y se agolpan los innumerables y bellos recuerdos de lo vivido junto a ti todos estos años, me acuerdo de cuando, despachando contigo en la sede de la Fundación Cultura de Paz, tuve que decirte que, como me jubilaba, tendría que dejar la dirección del Instituto DEMOSPAZ-UAM. Ay, Federico, es comenzar a escribirte ¡y ya ha salido dos veces la palabra Paz! Comunicador excepcional, escritor polígrafo, poeta y enamorado de la Palabra, dime: ¿es esa tu palabra favorita?

Con sonrisa y determinación me contestaste: “Udsted seguirá en esto, y ambos estaremos hasta el final. Ese cambio, ¡tan personal, tan tuyo!, de cambiar al usted, abandonando esporádicamente el habitual tú, cuando se trataba de algo que había que acometer: pues tú, Federico, maestro, ex director de la UNESCO y tantas instituciones, copresidente con la rectora de la universidad de tu querido DEMOSPAZ, tú… siempre a la tarea, al compromiso, al reto. 

“…Con las botas puestas”, decías. Y así te has marchado, con las botas puestas, luchando hasta el mismísimo final por causas justas: un buen gobierno mundial basado en el multilateralismo democrático, más justicia social, extensión y promoción de la educación para todos, no al armamentismo y las guerras, no a la pena de muerte, desarrollo pleno y libre de las ciencias y las artes, ejercicio del diálogo y la Paz. Como repetías incansablemente, “Si vis pacem para bellum NO, si vis pacem para verbum”. Prepárate para la palabra….

Gracias por tu ejemplaridad y consejos. Me enseñaste un montón de cosas. Hoy, en la hora de la nueva relación y presencia tuya, te comentaré una. “Usted, director, dirija, decida con audacia, para eso le han designado; no caiga en el error y parálisis de las unanimidades”. Y lo decías al poco de pasarnos a la firma una declaración más de las que redactaste -firmada por innumerables personalidades y Premios Nobel- en contra del veto en las Naciones Unidas, y como parte de la necesaria reforma de la ONU, a la que tanto esfuerzo dedicaste.  

O lo decías -eso de que hay que ejercer la responsabilidad de cada cual, y decidir sin miedo, con audacia- después de que razonaras, y no solo con argumentos, sino con pasión, y propuestas- pues ese ha sido tu estilo: razón/pasión/propuesta- lo absurdo, antidemocrático e inoperante de la unanimidad en la Unión Europea, otro de tus innumerables caballos de batalla.

Esos, y otros consejos, siempre procedían de tus experiencias. La necesidad de coraje en el liderazgo, y en la vida en general, la retrotraías, por ejemplo, a cuando, como director de la UNESCO, fuiste presionado por el representante de EEUU a plegarte a determinadas cosas (con amenaza incluida de retirada de fondos). No te arredraste ni cobijaste en la Asamblea General, sino que, en base a los estatutos, decidiste ser fiel a tu responsabilidad como director.  

Y es que, estimado maestro, el pasado -ese pasado tuyo de viajes a todos los países, de miles de actos reconocimiento de patrimonios, de decenas de honoris causa y otras distinciones, de estrechas amistades con Gorbachev, Mandela y tantos otros- tu pasado, en fin, Federico, y bien lo sabes, era para ti no solo presente vivo, sino también apertura del futuro anhelado, ese por el que trabajabas cada dia, qué digo, cada momento.

Todo lo unías, o tratabas de unirlo, otro rasgo tan tuyo: lo muy general y lo muy particular, lo crucial y lo nimio. Persona del renacimiento, interesado por todo lo humano, por la humanidad en conjunto. En nuestras conversaciones pasabas de “¡ante todo como está su hija” a tu preocupación por cómo iba el mundo, indignación que no hacía más que crecer en ti, exponencialmente. 

Te revelaré algo al respecto que te divertirá y que es muy significativo de tu vida cotidiana. No sé si te dabas cuenta Federico de las miradas que nos cruzábamos al despachar contigo: al empezar las reuniones lo primero que ocurría no era abordar los muchos asuntos que te llevábamos, sino tus largos, encendidos y lúcidos comentarios sobre la actualidad del mundo o de España. ¡Qué honor y que privilegio he tenido, y hemos tenido muchos, de estar a tu lado, escucharte, dialogar contigo, trabajar a tu lado, disfrutar tantos preciosos momentos!  

Federico, profesor, universitario de aporte universal: ¡Qué orgullo compartir contigo lo universitario, y además la misma universidad! ¡Aportaste y quisiste tanto a la UAM! Desde que te vinculaste a ella en 1973, viniendo de Granada, donde dejaste tan buena estela. Tu cátedra de Bioquímica, la creación con el gran Severo Ochoa del Centro de Biología Molecular, radicar en el campus la Fundacion Cultura de Paz, promover el Instituto mixto de Derechos Humanos, Democracia, Cultura de Paz y Noviolencia…Nuestras comunidades universitarias tienen contigo una referencia maravillosa, gracias.

Te referías bastantes veces al pensamiento y exigencia de tu admirado Albert Camus de que las generaciones venideras no nos echaran en cara no haber hecho lo que teníamos y podíamos hacer. Querido maestro: has estado pero que muy a la altura de las circunstancias y te has ganado el poderte ir tranquilo. Misión cumplida. Gracias, amigo.  Ahora nos toca a nosotros. Y en ese estar a la altura, ejercer con audacia y coraje nuestras responsabilidades, desarrollar las ciencias y las artes, poner la Universidad al servicio de la sociedad local y universal, en eso, contamos con tu legado.

¿Qué palabra, amigo, maestro, quieres que escriba ahora, para despedirme en esta primera carta? Te escucho, vale, así lo haré: Paz, Pau, Bakea, Paix, Peace, Salam, Shialom, Frieden…Descansa en paz Federico, que te lo has ganado a pulso. Muchas gracias por todo y, por favor, sigue estando con nosotros, que te seguimos necesitando… y cada vez más.