Hotel Nafarrola: Descubre Urdaibai con los cinco sentidos.

Hotel Nafarrola: Descubre Urdaibai con los cinco sentidos. En el rural barrio de Artike en Bermeo, situado en un caserío cuya historia se remonta al siglo XIII, este hotel de ocho habitaciones da forma a una propuesta de hospitalidad íntima y profundamente vinculada al territorio en el que se sitúa; una invitación a adentrarse en la Reserva de la Biosfera desde una mirada reveladora

Su restaurante, Rola, desarrolla la propuesta gastronómica ‘Ecosistemas de Urdaibai’: un viaje sensorial por los paisajes del entorno, interpretados a través del producto, la técnica y la memoria; abastecido casi en su totalidad por productores de cercanía, el proyecto pone en valor el txakoli de Vizcaya, con una bodega que reúne más de treinta referencias de este vino y abre la puerta a su descubrimiento

Bermeo, mayo de 2025.- Hotel Nafarrola: Descubre Urdaibai con los cinco sentidos.. Urdaibai es un sistema complejo donde la naturaleza y la historia han trazado, durante siglos, un equilibrio singular entre conservación y vida. Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1984, esta franja del litoral vizcaíno se extiende a lo largo de más de 22.000 hectáreas que conectan el interior montañoso con el perfil atlántico, atravesando estuarios, bosques, marismas, encinares costeros, playas y promontorios de roca viva. Un territorio moldeado por la geografía y por las prácticas tradicionales que lo han habitado a lo largo de los siglos: agricultura, pesca, pastoreo y viticultura. En medio de esa complejidad natural y cultural, en el valle donde se asienta el barrio de Artike, emerge el caserío Nafarrola Erdikoa. Su nombre aparece ya en documentos que datan del año 1285, donde por primera vez se registra la palabra caserío por escrito. Hoy, alberga una propuesta de hospitalidad profundamente enraizada en un territorio que ha sido escenario de su historia y testigo de su permanencia a lo largo del tiempo

Hotel Nafarrola es el resultado de una historia personal, la de Josu y Gaizka Goikoetxea, hermanos nacidos y criados en Bermeo, que han encontrado en este caserío una forma de devolver al territorio todo lo que ha marcado su vida: una visión que ya existía, latente, y que encontró en este lugar el espacio adecuado para manifestarse. Desde su apertura hace cuatro años, Josu, al frente de la dirección del hotel, cuida de cada detalle de la experiencia del huésped; Gaizka, con experiencia en las tabernas municipales de Gamiz-Fika y Arrieta y una etapa decisiva en Zuberoa, como pupilo de Hilario Arbelaitz, lidera la propuesta gastronómica de su restaurante, Rola.

ROLA, UN VIAJE A TRAVÉS DE LOS SABORES DE URDAIBAI

Hotel Nafarrola: Descubre Urdaibai con los cinco sentidos.. La propuesta gastronómica de Rola se articula bajo el nombre ‘Ecosistemas de Urdaibai’; un viaje a través de los paisajes que dan forma a este entorno natural declarado Reserva de la Biosfera. Cada plato parte de un paisaje concreto —el mar, el bosque, la montaña, el huerto, el río, la costa o el estuario— y lo interpreta a través del producto, la técnica y la memoria. El resultado es una representación precisa del entorno, tanto en la elección del ingrediente como en su expresión visual, capaz de situar al comensal en el lugar exacto al que pertenece aquello que está saboreando.

Del huerto surgen composiciones como la espuma de tomillo limón con gelée de limón y crema de coliflor o la alcachofa con papada ibérica y emulsión de trufa; el río, en su paso por Artike, se refleja en una anchoa sobre talo y mantequilla de txakoli; y el caserío se traduce en una royal de foie acompañada de txakoli de vendimia tardía. El bosque aparece en la yema ecológica con hongo confitado, chips y emulsión de foie, así como en una secuencia de helados inspirados en los árboles, recogida bajo el nombre de ‘Tres caídas en los bosques’; el estuario se expresa en una vieira asada con crema de crustáceos y emulsión de hinojo; la costa, en una lubina asada con su colágeno y salsa de begihandi; y el puerto de Bermeo, capital mundial del atún, en un bonito a la marinera. La montaña, a través de un pichón asado con nabo relleno de sus higaditos, piñones y crema de patata, y una cuidada selección de quesos de Urdaibai y Navarra que lleva por título ‘La hipótesis de nuestro nombre’. Como epílogo, el ecosistema sorpresa, ‘La reflexión’: piña macerada, helado de hierbaluisa y leche de coco fermentada. Una elaboración provocadora construida con ingredientes ajenos al entorno que rompe con la lógica del paisaje y funciona como advertencia: un escenario posible de lo que podrían llegar a ser nuestros ecosistemas si se rompe el equilibrio y se desatiende la biodiversidad local.

El servicio de cenas está reservado exclusivamente a los huéspedes alojados en el Hotel Nafarrola. Aunque más flexible en su estructura que el viaje degustación del mediodía, la propuesta de noche mantiene el mismo hilo conductor, con elaboraciones que traducen el paisaje en sabor y materia. Del mar, por ejemplo, llegan los chipirones en su tinta rellenos de sus tentáculos y cebolla pochada; de la pradera, el solomillo de vaca con foie o la carrillera de ternera con parmentier de trufa, y del bosque, un bizcocho fluido de avellana.

Cada lunes por la noche, además, en Rola se sirve un menú especial que rinde homenaje a una de las expresiones más arraigadas de la cultura gastronómica vasca: la tradición de las sidrerías. El menú recupera esa memoria colectiva y la traslada al presente a través de una interpretación de los grandes clásicos: tortilla de bacalao, bacalao con pimientos, chuleta y, como cierre, queso, membrillo y nueces. Una propuesta pensada no solo como experiencia gastronómica, sino como un gesto de continuidad hacia una tradición profundamente vinculada al paisaje físico y cultural del lugar.

El restaurante se abastece casi en su totalidad de productores de proximidad: granjas vecinas, huertas cercanas y gremios locales que comparten una misma sensibilidad hacia el entorno. La mayoría de los productos que abastecen la cocina de Nafarrola provienen del propio Bermeo —frutas, verduras, pescado, panadería y conservas— o de otros puntos de Vizcaya, como Ondarroa, Zalla, Larrabetzu o Basauri. A ellos se suman pequeños productores del resto del País Vasco y de Navarra, especialmente en el caso de los quesos, verduras, carnes y embutidos.

La experiencia gastronómica de Nafarrola no se entiende sin su bodega. El txakoli de Vizcaya ocupa aquí un lugar central: más de treinta referencias conforman una carta especializada, cuidadosamente construida para reflejar la diversidad de uvas, zonas, estilos y métodos de elaboración que caracterizan a este vino. Buena parte de ellas provienen de la zona de influencia directa de Urdaibai, y el resto completan un recorrido amplio por diferentes paisajes vitivinícolas de Vizcaya. El resultado es una selección única, no solo por su amplitud, sino por la manera en que pone en valor la diversidad del txakoli como expresión del territorio. El viaje de degustación por los ‘Ecosistemas de Urdaibai’ comienza con una introducción al txakoli a cargo de Josu, profundo conocedor de este vino y de su arraigo en la comarca —de hecho, junto a su hermano, cultiva un pequeño viñedo de 1,5 hectáreas plantado 2024—, en la que recorre su historia, su origen, su vínculo con el paisaje y las particularidades que lo hacen único. A lo largo del servicio, él mismo guía al comensal por una bodega de más de 200 referencias que incluye también elaboraciones ecológicas, vinos numerados, añadas antiguas y etiquetas difíciles de encontrar.

UNA FORMA DE HABITAR EL PAISAJE

Las ocho habitaciones de Hotel Nafarrola —declarado mejor hotel boutique de España por los Premios Travellers’ Choice de TripAdvisor— prolongan, en clave íntima, el diálogo entre arquitectura, paisaje y experiencia que define el proyecto. Espacios amplios, serenos, atravesados por la luz, donde la piedra original del caserío convive con la madera y con una paleta neutra que favorece el descanso. Cada habitación ha sido concebida como un refugio, con chimenea, terraza y bañera de hidromasaje, y vistas que se abren al mar o a las laderas boscosas que rodean la finca. Sus nombres —‘Eguzkia’ (sol) e ‘Ilargia’ (luna) entre otros— aluden a elementos naturales en euskera, como una forma de anclar el espacio al entorno lingüístico y simbólico que lo sostiene. En algunas estancias, los ventanales en el techo permiten contemplar el cielo directamente desde la cama. Así, el sol al amanecer y la luna al anochecer no solo dan nombre a las habitaciones, sino que se cuelan en ellas por ese umbral abierto entre lo interior y lo exterior.

La estancia en Nafarrola abre también la puerta a una serie de experiencias que permiten descubrir el territorio en todas sus dimensiones. Algunas están ancladas en la naturaleza inmediata: un masaje privado en el bosque, un picnic o rutas en bicicleta eléctrica o en kayak por los senderos, la costa y el estuario. Otras activan el conocimiento, la memoria y el oficio: visitas a conserveras de Bermeo para aprender a elaborar anchoas en salazón, a caseríos tradicionales como Olosaba o Bizkaigane, donde se crían animales ecológicos o se producen quesos con denominación local, y al taller de cerámica de Vicente Alcaide, responsable de la vajilla que viste cada plato del restaurante. También hay espacio para el arte y la cultura: visitas privadas al Guggenheim, inmersiones en el mundo de la txalaparta —instrumento ancestral vasco disponible a diario en el hotel—, y catas de txakoli que completan el recorrido sensorial que atraviesa toda la propuesta.

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