¿Hay relación entre las alteraciones visuales y el riesgo de demencia?

Millones de personas en el mundo viven afectadas por algún tipo de demencia, algo que tiene un impacto muy significativo tanto a nivel individual como colectivo. A medida que la población envejece, el número de casos de demencia sigue aumentando, lo que subraya la necesidad urgente de identificar y abordar factores de riesgo modificables. Algunos de ellos ya tienen un recorrido relevante basado en estudios científicos, como son, entre otros, factores relacionados con la actividad física o la dieta. La investigación, no obstante, avanza continuamente y este abanico se va ampliando. Así, recientemente, se está estudiando el papel de las alteraciones visuales como factor de riesgo modificable de demencia.

Posicionamiento de las alteraciones visuales entre los factores de riesgo de demencia

En el informe de The Lancet Commission 20241, las alteraciones visuales no tratadas se recogen como un nuevo factor de riesgo modificable para la demencia, sumándose a un modelo integral que cuenta actualmente con 14 factores, cuyo abordaje podría llegar a suponer la prevención de hasta el 45% de los casos de demencia a nivel global. Este hallazgo refuerza la necesidad de considerar la salud visual no solo como un componente de la calidad de vida, sino también como un elemento clave en la prevención de enfermedades neurodegenerativas

La conexión entre la visión y el cerebro aporta nuevas perspectivas para entender los mecanismos de deterioro cognitivo y las posibles intervenciones preventivas.

Posibles relaciones entre las alteraciones visuales y el riesgo de demencia

La relación entre las alteraciones visuales y el riesgo de desarrollo de demencia es objeto de diversos estudios, ya que se precisa mayor conocimiento para comprender mejor los mecanismos que la expliquen. Veamos algunas de las posibles explicaciones. 

Conexión biológica y funcional

Los ojos y el cerebro comparten tejido nervioso a través de la retina y el nervio óptico, que funcionan como una extensión del sistema nervioso central. Enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer pueden manifestarse en el sistema visual. 

Esto implica que ciertos indicios de alteración visual podrían ser una manifestación temprana de procesos degenerativos en el cerebro. Algunas investigaciones han llevado a detectar acumulación de beta-amiloide, una proteína asociada al Alzheimer, en la retina, lo que refuerza el vínculo directo entre el sistema visual y el cerebro. Además, los mismos procesos inflamatorios y vasculares que afectan al cerebro también pueden afectar al sistema visual, lo que sugiere un mecanismo biológico común entre ambas condiciones.

Pérdida sensorial y carga cognitiva

La pérdida de visión no tratada o corregida, como la relacionada con el proceso de envejecimiento, puede contribuir al deterioro cognitivo al reducir la estimulación sensorial y las interacciones sociales. Esto puede mermar la reserva cognitiva, un mecanismo que proporciona resiliencia frente al posible desarrollo de demencia. La disminución de la percepción de información sensorial también podría llevar a la atrofia de ciertas regiones cerebrales. Al igual que ocurre con la pérdida auditiva, la disminución en la percepción de estímulos a causa de la alteración visual podría provocar cambios estructurales en el cerebro, exacerbando el deterioro cognitivo. Además, las alteraciones visuales pueden aumentar la carga cognitiva, ya que tareas cotidianas como leer, manejar finanzas o incluso desenvolverse en entornos desconocidos pueden requerir un mayor esfuerzo mental. 

Por otro lado, la pérdida visual favorece la disminución de la interacción social por limitar la capacidad de las personas para participar en actividades cognitivamente estimulantes, como participar en reuniones, actividades de ocio, asistir a eventos culturales o incluso interactuar con su comunidad, pudiendo llevar a una situación de soledad no deseada, otro factor que juega en contra de la salud mental y cerebral.

Factores inflamatorios y vasculares

Algunas afecciones que derivan en alteraciones visuales, como las cataratas y la retinopatía diabética, están asociadas a inflamación crónica y daño en los vasos sanguíneos, lo que puede contribuir al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas. Su control temprano puede reducir el riesgo de demencia. 

Además, se ha observado una relación entre tratamientos como la cirugía de cataratas y una mejoría de la función cognitiva al restaurar la entrada de luz y estímulos visuales al cerebro.

Investigaciones en curso sobre la relación entre las alteraciones visuales y el riesgo de demencia

Aunque se han identificado asociaciones entre la pérdida de visión y el desarrollo de demencia, los mecanismos exactos no están completamente claros. Algunas investigaciones actuales exploran cómo la alteración visual puede influir en cambios estructurales y funcionales del cerebro. Por ejemplo, un análisis de 2021 2 reveló que los adultos mayores con alteraciones visuales eran un 66% más propensos a desarrollar problemas cognitivos y un 109% más propensos a desarrollar demencia, en comparación con quienes no tenían problemas visuales.

En otro estudio publicado en ese mismo año3, se realizó un seguimiento a personas mayores de 65 años con cataratas. Aquellas que se sometieron a cirugía para eliminarlas mostraron un 30% menos de probabilidad de recibir un diagnóstico de demencia en años posteriores, lo que resalta el impacto positivo del tratamiento oportuno de problemas visuales.

Se están llevando a cabo investigaciones que también estudian si la mejora de la visión puede aumentar la participación social y el desempeño en actividades cognitivas, lo que indirectamente podría fortalecer la reserva cognitiva. Además, el impacto de enfermedades como la retinopatía diabética en la inflamación sistémica está siendo evaluado como un factor de riesgo potencial. 

A pesar de estos hallazgos, los expertos coinciden en que hacen falta más investigaciones para esclarecer los mecanismos detrás de esta relación y para determinar qué intervenciones son más efectivas.

Prevención con un enfoque integral

El informe de The Lancet Commission 20241 enfatiza que la realización de revisiones oftalmológicas regulares y disponer de tratamientos accesibles es fundamental en las estrategias de prevención de la demencia. La detección temprana de afecciones que deriven en alteraciones visuales, como cataratas o retinopatía diabética, permite intervenir antes de que se produzcan daños irreversibles tanto en la visión como en la salud cerebral. Además, la corrección de problemas visuales mediante gafas, lentillas o cirugía mejora la calidad de vida y reduce el riesgo de deterioro cognitivo.

Es preciso un enfoque integral de la prevención de la demencia que considere múltiples factores de riesgo modificables. Aunque experimentar alguna forma de alteración visual es relevante, también es importante abordar factores como la actividad física, la estimulación cognitiva y el manejo de afecciones de salud crónicas como la hipertensión y la diabetes. La implementación de programas de educación y acceso a servicios de salud visual no solo reduce la carga de la demencia, sino que también mejora la calidad de vida en general.

Aunque aún se necesitan más investigaciones para comprender mejor los mecanismos detrás de la relación entre las alteraciones visuales y el riesgo de demencia, los hallazgos actuales apoyan la idea de que abordar los problemas visuales es beneficioso para la salud cerebral y la calidad de vida en general

Referencias y enlaces de interés

  1. Livingston G, Huntley J, Sommerlad A, et al. Dementia prevention, intervention, and care: 2024 report of the Lancet Commission. Lancet. 2024.
  2. Zheng DD, Swenor BK, Christ SL, et al. Vision Impairment and Cognitive Decline: A Systematic Review. Ophthalmology. 2021;128(8):e110-e126.
  3. Lee CS, Gibbons LE, O’Connor ML, et al. Association Between Cataract Extraction and Development of Dementia. JAMA Internal Medicine. 2021;181(11):1438-1444.
 

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