Este fenómeno ha revolucionado el turismo cultural al convertir a los viajeros en protagonistas activos de experiencias inmersivas, digitales y memorables.
Actualmente, el turismo ya no se limita al simple desplazamiento físico. Hoy en día, los viajeros buscan experiencias inmersivas, participativas y cada vez más digitalizadas. En este contexto, la gamificación o ludificación turística ha emergido como una de las estrategias más innovadoras para captar la atención de los visitantes, fomentar su aprendizaje y enriquecer su vivencia en destinos turísticos, especialmente aquellos con valor cultural o patrimonial.
El término gamificación fue popularizado en 2011 por Sebastian Deterding, quien lo definió como: “El uso de elementos y mecánicas de juego en contextos no lúdicos para motivar la participación y resolver problemas”. En el ámbito del turismo, se tradujo en el diseño de experiencias donde el turista deja de ser un espectador pasivo y se convierte en un jugador activo que interactúa con el entorno, supera retos, resuelve enigmas o acumula recompensas, con el propósito de generar una conexión más profunda con el patrimonio del destino visitado. Además, su aplicación se extiende a hoteles, agencias y prestadores de servicios, quienes integran insignias, puntos y niveles para atraer a los clientes, otorgarles beneficios y con ello aumentar su satisfacción y lealtad.
Por otro lado, las técnicas de gamificación más utilizadas en turismo cultural se apoyan en el desarrollo de tecnologías especializadas y el uso de dispositivos móviles. Herramientas como la realidad aumentada (RA) permiten superponer contenido digital sobre escenarios reales, a través del teléfono móvil, generando emoción, sorpresa y aprendizaje al crear capas de información histórica, artística o narrativa sobre el espacio en el que se encuentra. En paralelo, la realidad virtual (RV) ofrece experiencias inmersivas en 360 grados, ideales para recrear sitios arqueológicos en ruinas o permitir una visita previa al destino.
Asimismo, las aplicaciones móviles con misiones, recompensas y recorridos interactivos se han convertido en herramientas habituales. Estas apps invitan al turista a explorar, resolver acertijos o visitar puntos clave a cambio de descuentos, distintivos digitales o premios simbólicos. Otra tendencia popular son los juegos basados en localización (Location-Based Games), que combinan geolocalización y dinámicas lúdicas, como búsquedas del tesoro, rutas temáticas o narrativas interactivas vinculadas a la ubicación del usuario.
El turismo cultural ha sido especialmente receptivo estas estrategias. En museos, por ejemplo, las apps gamificadas transforman las exposiciones en escenarios interactivos donde los visitantes desbloquean contenido exclusivo, resuelven acertijos o personalizan su recorrido. A nivel patrimonial, la gamificación permite traducir la complejidad histórica en formatos accesibles, atractivos y memorables, aumentado el interés y la comprensión del público.
Además, el análisis del comportamiento del usuario dentro del juego brinda información valiosa para los diseñadores de experiencias. Esto permite ajustar estrategias interpretativas y mejorar la promoción y mediación cultural.
En este sentido, la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Anáhuac México ha enfocado parte de su investigación a estudiar críticamente el fenómeno de la gamificación. Desde el análisis de su desarrollo en la literatura especializada, hasta el estudio del funcionamiento de la emisión-interpretación que explica su efectividad, así como los mecanismos que la convierten en una herramienta poderosa para diversificar, aportar aprendizaje, emocionar, innovar y enriquecer las experiencias turísticas, especialmente en contextos culturales.
En un sector cada vez más competitivo, tecnológico y centrado en el usuario, dominar las herramientas de gamificación representa una ventaja estratégica para quienes aspiran a innovar, emocionar y liderar el futuro del turismo cultural.