Estudios recientes afirman que, al paso que vamos, la capacidad de procesamiento que tiene hoy la inteligencia artificial (IA) será unas 300 veces más potente al final de esta década. ¿Cómo afectará al aprendizaje en el aula? ¿Qué alternativas habrá a lo que hoy entendemos como ‘novedoso’ y ‘efectivo’ en cuanto a material didáctico, competencias digitales o sistemas de evaluación en el entorno educativo híbrido en el que caminamos? No podemos saberlo, pero sí podemos preparar a los docentes para que estén actualizados y sepan adaptarse a lo que esté por venir.
Redacción CEF.- UDIMA
Una tesis que defiende María Brígido, coordinadora del Máster Universitario en Educación y Recursos Digitales (E-learning). No ha quedado otra que asumir el «impacto transformador» que ha tenido la IA en el ámbito educativo. Por ello asegura que todo el equipo del máster ha «comenzado a integrarla de manera estratégica» para que los futuros docentes a los que forman sepan aprovechar al máximo su potencial en los entornos digitales. «Nuestro enfoque es ofrecer formación que combine conocimientos técnicos, habilidades prácticas y reflexión crítica».
Como explica Brígido, el programa del máster enseña a los futuros docentes no sólo formas concretas de cómo aplicar la IA en entornos educativos virtuales, sino también a diseñar experiencias personalizadas, automatizar los procesos de evaluación, y a analizar datos en el ‘aula digital’. Esto permite a los alumnos no sólo «familiarizarse» con las plataformas y herramientas que usan IA, sino también «comprender cómo aplicarlas de manera efectiva» en su labor docente, explica la coordinadora.
El Máster E-learning prepara a profesores especializados en diseñar y aplicar «modelos de enseñanza híbrida», por lo que necesitan contar con una formación que combine teoría, práctica, pedagogía y tecnología, desgrana Brígido. Una perspectiva multidisciplinar «orientada a la innovación educativa».
El programa enfatiza que los docentes puedan integrar tecnologías educativas avanzadas (sistemas de gestión del aprendizaje o LMS, aplicaciones interactivas, recursos multimedia…), que potencian el aprendizaje síncrono y asíncrono. Esto hace obligatorio que adquieran competencias para diseñar materiales didácticos híbridos «con coherencia» entre el espacio virtual y físico, abunda Brígido.
Además quieren que los profesores apliquen nuevos métodos de evaluación que se adapten a los distintos niveles educativos y necesidades específicas de los alumnos. Tienen que permitir que todos puedan aprender sin importar en qué contexto (virtual o presencial) y con qué herramientas lo hagan.
Uso responsable de la tecnología
Pero en un contexto digital de tantos y tan rápidos cambios a nivel técnico y social, la actividad educativa se vuelve más compleja. Ya no vale con estar actualizado y atender a las necesidades específicas de los alumnos. El escenario digital obliga a enseñar dentro de los límites técnicos (competencias) y seguros (legales) de la red. Es decir, las estrategias educativas de los futuros docentes tendrán que partir de un «uso responsable de la tecnología». Un «elemento clave en su formación», valora Brígido.
Para ello el máster de UDIMA combina «una sólida formación teórica con la aplicación práctica de estrategias y normativas en contextos educativos reales», detalla su responsable. Y no se olvidan de los dos pilares más importantes de toda actividad online: la protección de datos y la ética digital.
Por un lado, el título prepara a los estudiantes para identificar y cumplir con la normativa vigente de protección de datos (RGPD y otras aplicables). A través de esos casos prácticos y reales, los alumnos profundizan en aspectos como la gestión segura de la información personal, el consentimiento informado o las buenas prácticas al usar plataformas y herramientas digitales.
Por otro, Brígido asegura que la ética digital es un «eje transversal» sobre el que los discentes reflexionan. Es crucial tener en cuenta el impacto social, cultural y ético de las tecnologías en la educación, abordando temas como el sesgo algorítmico, el acceso equitativo a la tecnología o la prevención del ciberacoso, comenta la coordinadora. «Además, se promueve un uso crítico y responsable de la inteligencia artificial generativa y otras tecnologías emergentes».
Líderes de la transformación educativa
Los docentes que superen el Máster en Educación y Recursos Digitales tendrán que cubrir por tanto una serie de competencias digitales muy diversas, siguiendo lo que establece el marco europeo (DigCompEdu). Un enfoque, defiende Brígido, que «garantiza» no sólo los conocimientos técnicos básicos sobre tecnologías y su uso, sino también habilidades avanzadas que los convertirán en perfiles «altamente competitivos». ¿Por qué? Porque no sólo van a integrar tecnología en su práctica docente: van a saber «adaptarse a los desafíos de la educación digital». Como esa IA 300 veces más potente.
Por eso la coordinadora no duda en afirmar que el máster «se orienta hacia el futuro». Porque los docentes, además de todas esas competencias y sentido crítico, tendrán espacios para «explorar innovaciones emergentes», fomentando así su capacidad de adaptación al cambio.
«Nuestro objetivo es formar a docentes que no solo sepan incorporar la tecnología de manera creativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que también sean líderes en la transformación digital educativa, contribuyendo a una educación más inclusiva, accesible y efectiva para todos los estudiantes», asevera Brígido.
La clave es que el título aporta habilidades transversales (como la gestión del cambio, la organización de entornos híbridos y esa reflexión crítica), pero también les coloca en la vanguardia técnica. No sólo por sus conocimientos técnicos, sino porque tendrán una «sólida comprensión de las últimas tendencias en tecnología educativa». Es decir, aprenderán a estar «actualizados» y a conocer las tecnologías más actuales. «Sabrán cómo mantenerse informados sobre las novedades tecnológicas en educación, incluso una vez finalizado el programa».