Texto: Jaime Fernández – 6 feb 2025 18:13 CET
Un año más, el festival madrileño de cine Cutrecon ha elegido la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM como una de las sedes de sus proyecciones. Este año, además, la Complutense se ha convertido en el escenario ideal para celebrar el 40 aniversario de la película El caballero del dragón, de Fernando Colomo. No sólo se ha proyectado la película, en versión original en inglés y restaurada en 4K, sino que además al director se le ha entregado el premio Confislab Sah-Di-A 2025 y se le ha dedicado la muestra “El caballero del dragón: La épica suicida de Fernando Colomo”, montada en el pasillo de la biblioteca de la Facultad.
Tras la proyección del filme y de la entrega del premio, estuvieron presentes en el salón de actos Carlos Saura, tanto el director Fernando Colomo como el director de fotografía José Luis Alcaine. Los dos confesaron que no habían vuelto a ver la película desde 1985 y que les había parecido una experiencia muy divertida, sobre todo con los jocosos comentarios en voz alta que caracterizan al público durante las proyecciones de la Cutrecon.
Colomo ha contado que tras rodar La línea del cielo en Nueva York, en la que sólo participaron cinco personas, decidió embarcarse en una epopeya (“una astracanada”, según Alcaine) en la que cada uno de los planos fuera un reto. Y lo consiguieron con El caballero del dragón. No sólo porque fue la película española más cara hasta la época, sino que en un mismo guion juntaron un filme épico medieval, con una historia de ciencia ficción y una comedia bastante alocada con actores como Fernando Rey, Harvey Keitel, Klaus Kinski y Miguel Bosé.
Para hacer los efectos especiales de la película, se vieron todos los filmes de la época, tanto los más evolucionados como los de efectos mecánicos de Ray Harryhausen e intentaron utilizarlos para obtener el mejor producto posible. Eso sí, complicándose bastante la vida, rodando solamente por las tardes-noches, metiendo a los actores con pesadas armaduras en aguas profundas y yéndose a rodar a un castillo en Olot, donde ni siquiera podían subir el material pesado porque ningún vehículo podía llegar hasta ese castillo de Recasens.
Alcaine, tras ver la película, se siente orgulloso de las escenas del interior de la nave, que tienen un aspecto orgánico, como si se tratase de un animal, y sobre todo, por conseguir iluminar todas las escenas en las que aparece Miguel Bosé haciendo de extraterrestre con un casco transparente, y enorme, en el que no tenían que aparecer reflejos.
Además, de acuerdo con los dos, tuvieron que lidiar con el talante tóxico de Klaus Kinski, que fue sustituido en muchas escenas, en concreto en todas las que aparece de espalda, para ahorrarse el tiempo de rodaje con él, que era tan dañino que llegó a provocar incluso lesiones a Fernando Rey en una de las escenas.
Colomo, que soñaba con que la película fuera bien en taquilla y tuviera incluso una secuela, se tuvo que conformar con una deuda millonaria que casi le hundió la vida, y que consiguió salvar gracias a su siguiente filme La vida alegre, que hizo “muchísimo dinero”.
El festival Cutrecon se celebra del 5 al 9 de febrero en diferentes salas madrileñas, pero la exposición dedicada a Fernando Colomo y su película se puede visitar en la Facultad hasta el día 28 de febrero. En ella se muestran materiales originales que van desde storyboards y bocetos hasta guiones anotados y fotografías del set, reunidos a partir de los archivos de Mercury Films, Fernando Colomo, el coleccionista Fernando Abril y el equipo del propio festival de cine.