La ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, durante su visita al Centro de Atención, Emergencia y Derivación en Carabanchel.
En la actualidad, este CAED cuenta con cerca de 1.900 plazas para personas migrantes recién llegadas a España en situación de máxima vulnerabilidad y potenciales peticionarios de protección internacional. En los últimos meses, Mali es el país de origen de la mayoría de estas personas, como consecuencia del agravamiento del conflicto civil que vive el país centroafricano.
«Cuando protegemos, cuando acogemos, cuando integramos, lo que estamos haciendo es defender los valores que nos definen como sociedad: la solidaridad, la dignidad y los derechos humanos», ha dicho Elma Saiz en su visita, en la que ha estado acompañada de Amapola Blasco, directora General de Atención Humanitaria y del Sistema de Acogida de Protección Internacional, y Pilar Roy, vicepresidenta Nacional de Cruz Roja y presidenta Autonómica de Cruz Roja en la Comunidad de Madrid, además de por los responsables del centro. «España marca la diferencia en el respeto a los derechos humanos y este centro es un ejemplo muy claro. Las personas deben estar en el centro de la política migratoria».
A los Centros de Acogida de Emergencia y Derivación, como el de Carabanchel, llegan personas solicitantes de protección internacional y también aquellas que forman parte del programa de atención humanitaria destinado a atender a personas en situación de vulnerabilidad que llegan a territorio español a través de las costas o atravesando la frontera terrestre de Ceuta y Melilla. Son centros en régimen abierto donde se proporciona una primera atención humanitaria y una formación inicial en competencias básicas como el idioma español. Asimismo, se impulsa la formación en otras áreas enfocadas a su inserción laboral. La estancia media en estos recursos es de tres meses.
A partir de ahí, si lo necesitan, tras varias entrevistas y el estudio de sus necesidades, vulnerabilidades y redes familiares, se les traslada a recursos más adecuados para cada caso particular con el objetivo de facilitar su inclusión.
«El respeto a los derechos humanos marca nuestra política migratoria, no puede ser de otra manera», ha aseverado la ministra Saiz, quien ha reconocido la compleja labor de los trabajadores del ministerio y de Cruz Roja con los residentes. «Muchísima gente que no conoce de horarios ni vacaciones está permanentemente en guardia para dar una atención psicológica o formativa a las personas que llegan a nuestro país; desempeñan una labor que va más allá del trabajo».
Saiz también ha mantenido un encuentro con varios de los residentes del centro y con personas que colaboran habitualmente con el CAED y su entorno, como María Isabel Maroto y Pedro Casas, de la Asociación de vecinos de Carabanchel, Amanda Fernández y Celia Padrón, profesoras de castellano de FEDELE que trabajan con los residentes del centro, Cristina Veintimilla, médica del Hospital Gregorio Marañón que presta apoyo al CAED, y Luís Haro, de la Entidad Formativa de Santiago Constructores.
«Siento un profundo respeto por estas personas dispuestas a arriesgarlo todo por un futuro en nuestro país. También por los que les ayudáis cada día. El ecosistema en el que se desenvuelve el centro, los vecinos, la oficina de correos, la comisaría… entre todos conseguís que este proyecto sea un referente y demostráis que la convivencia es posible y beneficiosa para todos».
«Conocer a los residentes del centro, mirarles a los ojos y escuchar su historia es sumamente enriquecedor y da sentido a lo que hacemos y a nuestra política migratoria» ha reconocido la ministra.
Sistema de acogida de protección internacional
El sistema de acogida de protección internacional lo componen un conjunto de recursos (incluidos los CAED), actuaciones y servicios que tienen como finalidad asegurar que se cubren las necesidades básicas de la persona migrante recién llegada en condiciones de dignidad. Es un sistema flexible, que se ha ido adaptando a la situación y necesidades de cada momento. En la actualidad, cuenta con más de 34.000 plazas, una cifra que es el resultado de multiplicar por 18 las menos de 2.000 plazas que había hace una década.
Pueden acceder al sistema de acogida las personas beneficiarias y solicitantes de protección internacional, del estatuto de apátrida o de protección temporal, siempre que carezcan de recursos económicos suficientes.
El sistema de acogida de protección internacional debe diferenciarse del programa de atención humanitaria, destinado a atender a personas en situación de vulnerabilidad que llegan a territorio español. Este programa presta atención socio-sanitaria de urgencia, acogida de urgencia y suministro de material para cubrir necesidades básicas a estas personas que, posteriormente, podrán solicitar protección internacional y acceder, en su caso, al sistema de acogida de protección internacional.
¿Y después del CAED? Fases del sistema de acogida
El sistema de acogida presta, entre otros, servicios de manutención y alojamiento, de apoyo y acompañamiento social, psicológico, jurídico y cultural, así como servicios de interpretación, enseñanza del idioma y traducción, orientación laboral y profesional, y apoyo en la tramitación de ayudas públicas. Servicios y actuaciones encaminados a garantizar un mínimo de dignidad y a favorecer la integración y autonomía en España.
La intervención con las personas destinatarias se lleva a cabo a través de un itinerario de acogida que se desarrolla en tres fases: valoración inicial y derivación, acogida y autonomía. La estancia media en un Centro de Atención, Emergencia y Derivación es de unos tres meses, a partir de ahí, después de haber hecho un estudio de necesidades, vulnerabilidades y redes familiares, la persona que lo necesita se traslada a un recurso más adecuados para cada caso particular con el objetivo de facilitar su inclusión
En esta segunda fase, llamada fase de acogida, las personas destinatarias ingresan en los recursos de acogida, tanto los gestionados por las entidades autorizadas como los de titularidad pública estatal (CAPI), más adecuados a las necesidades individuales o de la unidad familiar. Durante esta fase, se diseñan y se desarrollan los itinerarios individualizados orientados a la integración y a la adquisición de autonomía, gracias a los equipos multidisciplinares que garantizan una atención integral dentro del sistema de acogida.
La última fase, la de autonomía, se desarrolla fuera de los recursos de acogida propios del sistema y el objetivo de la misma es que las personas beneficiarias de protección internacional, temporal o apátridas reciban el apoyo necesario para la consolidación de las habilidades y los conocimientos adquiridos a lo largo del itinerario de acogida dirigidos a la inclusión plena en la sociedad de acogida.
En todas estas fases se garantiza la atención especializada a las personas destinatarias, especialmente a aquellas personas en situación de vulnerabilidad, la intervención desde un enfoque interseccional y de género.