La piratería es un fenómeno esquivo con unas causas y soluciones complejas, cambiantes y, hasta cierto punto, inciertas. En los primeros años de Internet fue la tónica general y se creó una barra libre que costó años convertir en una práctica más o menos residual. En la actualidad, toma impulso de nuevo en España, espoleada por el cotizado mercado de los derechos deportivos y la fatiga de las suscripciones derivada de la multiplicación de plataformas de streaming y sus constantes subidas de precios.
«El bum de la piratería tiene dos causas básicas: una está directamente relacionada con la situación económica de los hogares, lo que explica que el fútbol sea una de las señales más pirateadas; y la otra es la saturación de servicios de pago, ya que la imposibilidad de tenerlos contratados todos, unida al fin de las cuentas compartidas, ha llevado a muchos usuarios a simultanear las plataformas de pago con la piratería puntual de contenidos de servicios que no tengan contratados«, explica Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Las mil caras de la piratería
En España, seis de cada diez hogares con acceso a Internet utilizan plataformas legales de streaming, como Netflix, Prime Video o Disney+, según el Panel de Hogares de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de mediados de 2024. De ellos, aproximadamente un tercio accede a una única plataforma, pero el 25 % utiliza dos y algo más del 21 % utiliza hasta cuatro. Estas cifras contrastan con el 30 % de usuarios españoles que piratean contenidos deportivos, según una encuesta de YouGov de 2024 o la información que recabó Ampere en 2023 y que LaLiga cita: el 59 % de los españoles consumen contenidos pirateados al menos una vez al mes.
A pesar de ello, y haciendo gala de la complejidad del fenómeno de la piratería, «las cifras nos dicen que hay menos piratería, ya que ahora coexiste de manera muy orgánica con las suscripciones de pago«, asegura la profesora. Sin embargo, la piratería sigue suponiendo un lastre económico para la industria audiovisual del país y afecta a otros mercados, ya que el sector del entretenimiento es global.
De hecho, la industria de los contenidos sufrió un lucro cesante de 1.992 millones de euros en 2023, según datos del Observatorio de piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales. Más allá de las pérdidas económicas que supone la piratería, la industria lamenta que este fenómeno impide la creación de casi 18.000 puestos de trabajo directos y el ingreso en las arcas públicas de unos 600 millones de euros. Y no parece que en el futuro se vaya a resolver. «Creo que el volumen de oferta actual, que hace inviable tener contratados todos los servicios de pago, y la situación económica del espectador, que tiene que mantener el gasto bajo control, auguran piratería para rato», alerta la profesora Elena Neira.
Sin embargo, el 24 % de los usuarios de portales y sitos web de contenidos pirateados reconoce haber pagado en alguna ocasión por acceder a ellos, según datos del Observatorio de piratería, que también revelan que el 75 % de estos usuarios dejaría de acceder a estos sitios web si sus datos de pago pudieran ser robados o comprometidos. Por el contrario, apenas el 38 % dejaría de acceder a estos contenidos por la merma económica que esto supone para el sector y sus creadores.