Y de repente se hizo la noche. El saxo y el clarinete de Txema Cariñena Rubio han enmudecido para siempre. Y con su silencio, vuelan lejos las notas más alegres de la Escuela Municipal de Música (EMM). Quien fuera profesor de la institución docente desde 2000 y uno de sus coordinadores desde 2012, falleció el pasado 10 de noviembre en un accidente de tráfico. Tenía 53 años, residía en Carabaña y compartía vida con Santa, cantante a quien conoció en la EMM, donde fue profesora de música y movimiento (alumnado infantil) y de lenguaje musical. Con ella tuvo dos hijas gemelas, Alma e Iune: “Eran su perdición y continuarán su aprendizaje musical como chelistas”, explica la madre en un escrito.
Txema pasó por este mundo para cubrirlo todo de música. Soplaba notas como quien respira. Y se convirtió en referente cultural en la ciudad que lo acogió y donde ejerció su labor pedagógica. Polifacético y creador inquieto, amaba los musicales, género en el que dejó su impronta con actuaciones en producciones de gran tonelaje como ‘El fantasma de la ópera’, ‘Chicago’, ‘Company’ o ‘Más de mil mentiras’. Natural de Irún, lo mismo tocaba el clarinete (cuyos estudios finalizó en el conservatorio de Donostia) que el saxo o el piano, con el que acompañaba a los coros de la EMM. Su estela deja un legado tan potente que hasta el actor malagueño Antonio Banderas le dedicó un tuit de condolencia: “Hace un par de días falleció en un accidente de tráfico un compañero, músico, con el que tuve el privilegio de trabajar en ‘Company’. Txema Cariñena, gran profesional, gran persona. Descansa en paz”.
Antonio Banderas: “Un compañero, un músico, con el que tuve el privilegio de trabajar, gran persona”
Bajo su batuta se han formado cientos de alumnas y alumnos en Rivas. También los de la orquesta Semifusa o de los tres coros de la escuela: el infantil (Saltarello), juvenil (Atlas) y adulto (Ars Moderno). De aquí para allá, coordinaba las actuaciones de las agrupaciones de la EMM: ya fueran los conciertos de Navidad o de fin de curso, los recitales por todo el Lorca en el Día Internacional de la Música, el acompañamiento sonoro en el entierro de la sardina en carnavales, los recitales al aire libre en las fiestas de mayo, el concierto solidario contra el cáncer el cáncer o poner banda sonora a la clausura del Festival de Cine.
Y entre esa madeja de tareas, tuvo tiempo para empujar por los derechos laborales de sus compañeros como representante sindical en el Ayuntamiento unos años (sindicato CCOO). En el despacho que compartía con el otro coordinador de la Escuela de Música, Juan Martínez Sanz, de 52 años y profesor desde 1997 de instrumentos de viento (trompeta, trombón, tuba o trompa), su recuerdo se agiganta ante la mesa vacía. “Tenía tanta energía. Cuanto más grande era un problema más alegría le ponía para resolverlo. Le ha dado estabilidad a la escuela, proyectándola socialmente a través de conciertos en numerosas causas y propuestas”, le evoca su compañero.
Y añade: “Como persona, un diez. Nos entendíamos a la perfección. Siempre con una sonrisa. Esta tragedia es una conmoción para toda la institución”. Institución en la que este curso se forman 685 personas (con 1.072 matrículas: una misma alumna o alumno puede inscribirse en varios instrumentos o materias).
A Carmen Reyes, de 48 años y profesora de piano desde 2011, también le ensombrece el asombro: “No concibo la escuela sin él. Nunca le vi enfadado. Siempre sonriendo, y trabajo tenía. En el claustro de profesores (cinco mujeres y doce hombres) somos conscientes de que va a ser muy difícil encontrar a alguien que haga todo lo que él hacía. Cualquier cosa que le pedías, te respondía con su frase: ‘Sin problema’. Le vamos a echar mucho de menos. Como músico tenía una gran capacidad para armonizar. Vivía para la música”. Esta compañera siempre recordará la flema y serenidad de Txema antes de un concierto: “Eso del miedo escénico no iba con él. Solía decir: ‘Por qué vamos a ponernos nerviosos, si es algo que sabemos hacer’. Y yo respondía: ‘Pues qué suerte tienes, Txema, yo sí me pongo nerviosa”.
ALUMNAS DEL CORO
Ana Carrascosa, de 49 años y vecina desde 2019, fue su alumna en el coro adulto Ars Moderno durante cuatro cursos. “Hace un año tuve que dejarlo. Esas dos horas de las tardes de los lunes las convertía en lo mejor de la semana. Amor y generosidad a manos llenas. Siempre dispuesto a colaborar. Y siempre con una sonrisa”, recuerda.
En mayo de este año le pidió ayuda para organizar un concierto benéfico para un proyecto de cooperación internacional que ella coordina en Gambia. “Se volcó con el proyecto como si fuera suyo. Él era así. Me ayudó a que el recital fuera una realidad. Se celebró el 18 de octubre. Ese fue el último día que le vi. A las tres semanas me fui a Gambia. Y allí me llegó la noticia de su accidente. Ese proyecto de Gambia también es un poco suyo. Sin duda, ha dejado una huella en mí”.
Su pasión eran los musicales, género en el que dejó impronta con actuaciones en potentes producciones
Otra alumna del coro es Mercedes Alcocer Arribas, de 60 años y ripense desde 1993. Se inició en las clases de canto en 2010. Y hasta hoy: “Sentimos un profundo dolor, nuestro gran profesor de música y coro ya no estará con nosotros los lunes a las ocho, como ocurría desde hace 14 años: un dilatado tiempo para dejar en todos un cariño inmenso hacia él. Ha dado tanto a tantos y en tantos lugares, que lo sentimos a nuestro lado. Su presencia te hacía sentir feliz y disfrutar al máximo de ese momento coral. Siempre tenía algún chascarrillo con el que te sacaba una sonrisa. Gastando bromas y metiéndose con nuestros fallos cantarines con una sutileza que solo él sabía”.
LIDERAZGO
La EMM se integra en la Concejalía de Cultura y Fiestas, cuya responsable política, Ángela Vijández, lamenta la pérdida: “Ha supuesto un gran vacío. Hay que destacar su perfil profesional como músico, capaz de abarcar diferentes disciplinas y trabajar con alumnado muy diverso: infantil, juvenil y adulto”. “Su papel de liderazgo”, prosigue la concejala, “lo ejercía impulsando una escuela flexible que promueve el acercamiento y disfrute de la cultura musical a toda la ciudadanía. La relación con la comunidad educativa se basaba en la cercanía, la confianza y la escucha. Siempre mostrando una personalidad sociable y entusiasta, convirtiéndole en músico las 24 horas del día”.
En el libro de condolencias que el Ayuntamiento habilitó, la alcaldesa, Aída Castillejo, escribió: “A quienes tuvimos la suerte de conocer a Txema, hoy nos atraviesa un dolor enorme. Su pérdida nos deja un vacío inmenso. No hay palabras para describir todo lo que era Txema: alegría, valentía y sensibilidad. Fue mucho más que un profesor: un mentor, un gran amigo y un mejor compañero. Un referente cultural siempre dispuesto a llenar de música cada acto de esta ciudad”.
En los atriles de la escuela, las notas caen de los pentagramas como lágrimas. Txema se ha ido con su saxo y clarinete. Queda el desconsuelo. Y queda su música.