Texto: Jaime Fernández, Fotografía: Francisco Rivas – 30 ene 2025 12:56 CET
La Escuela de Relacionales Laborales ha acogido este 29 de enero la jornada “Las soledades en el envejecimiento. Calidad de vida más allá de la productividad”. La sesión ha supuesto el cierre del proyecto de investigación “Apoyo+65. Soledad y Bienestar de las Personas Mayores en España: Covid-19 y Redes de Apoyo Social en Tiempos de Incertidumbre”, que ha durado tres años y que ha contado con la financiación de la Agencia Estatal de Investigación, del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. El investigador principal del proyecto, el catedrático de Sociología Esteban Sánchez Moreno, ha señalado que la idea de esta jornada es “compartir los resultados con las personas mayores y ver qué opinan, porque esta investigación se ha hecho para mejorar la situación de los grupos que investigamos, así que si no se llegase a las personas mayores que viven las situaciones de soledad, el proyecto estaría incompleto”.
Para conseguir ese acercamiento, la jornada ha contado con una mesa redonda con representantes de entidades relacionadas con las personas mayores: Matilde Fernández Sanz, presidenta del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada; José Luis Fernández Santillana, presidente de la Confederación Española de Organizaciones para Mayores; Pilar Rodríguez Rodríguez, presidenta de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal, y Mercedes Villegas Beguiristáin, directora de la Fundación Grandes Amigos.
Matilde Fernández Sanz, quien también fue ministra de Asuntos Sociales de 1988 a 1993, ha destacado que el estudio que ha realizado la Universidad Complutense ha partido de la base científica de que “la soledad es poliédrica, y por eso lo han tratado con una mirada transversal, incluyendo a profesionales de Trabajo Social, Derecho, Psicología y Geografía e Historia”.
Tanto ella como Esteban Sánchez Moreno han destacado que los resultados no son optimistas, pero “conocer la realidad es el primer paso para diseñar y ejecutar políticas públicas”. El catedrático complutense asegura que se ha visto que hay situaciones de soledad grave, y que “hay un porcentaje demasiado alto de personas mayores que sufren soledad, que se sienten solas y que no están felices, no están contentas con las relaciones sociales que tienen. En concreto se ha detectado que la soledad es más prevalente, es decir, más frecuente, entre las personas mayores que viven en una residencia, llegando a suponer un 68,3% de los casos”.
Aunque también hay personas que viven en pareja y experimentan soledad, e incluso, “a veces la compañía o el apoyo de personas que en principio se podría pensar que iba a ayudar a reducir la soledad, no siempre lo hace”. Aclara que “entre bastantes personas mayores, por ejemplo, el apoyo, la compañía y la relación con los hijos y las hijas no se relaciona siempre con menor soledad”. Según el estudio, se piensa que esta aparente contradicción se debe a que “las personas más jóvenes y las personas mayores entienden y esperan las relaciones de personas de una manera muy diferente”.
Matilde Fernández Sanz añade que “las grandes brechas de los malestares sociales son las que crean el marco de la soledad”, es decir, que, en sentirse solo, o no, importan mucho las brechas económicas, de igualdad, intergeneracionales e incluso territoriales, por la desigual redistribución de la riqueza.
Con todos los estudios que maneja el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, se concluye que los hombres sufren más la soledad a partir de los 75 años, mientras que las mujeres lo hacen a partir de los 80, aunque “no es algo que afecte sólo a las personas mayores, porque el 20% de toda la población española siente soledad, y un 25% de jóvenes aseguran sentirse solos, especialmente después de la pandemia”.
Posibles soluciones
Esteban Sánchez Moreno explica que su proyecto no sólo da a conocer la realidad, sino que también plantea algunas posibles soluciones para combatir la soledad. Como se demuestra con los datos de los familiares, “no basta con acompañar, sino que hay que prestar atención de una manera horizontal. Es decir, no acercarnos a las personas mayores de una manera paternalista, sino que se trata de relacionarnos con ellas de una manera sana, adecuada, respetar sus preferencias, pedir que respeten las nuestras y, en definitiva, tener en cuenta que el destino de todas las personas en la vida es envejecer”.
Señala el catedrático que “los programas que mejor funcionan son los que llamamos intergeneracionales, pero siempre que las actividades sean compartidas”. Es decir, no vale hacer una visita un rato e irse, sino que hay que desarrollar actividades de participación, de voluntariado o culturales, pero “siempre en pie de igualdad para que las personas mayores no sientan que están recibiendo una ayuda, sino que son parte fundamental de esas actividades”.
Se trata, de acuerdo con Sánchez Moreno, de entender que “todos tenemos, independientemente de la edad, muchas cosas que poner sobre la mesa, que aportar, que hacer y que producir. No en un sentido material, porque hay que romper con esa idea de que después de la jubilación ya no eres productivo para la sociedad”.
Un ejemplo de buenas prácticas, según el investigador principal de Apoyo+65, es “la Universidad Para Mayores, y en concreto la de la Complutense que es una maravilla, porque, aunque no sea una actividad que esté diseñada para que las personas no estén solas, se consigue que la gente se sienta partícipe de algo importante, que es lo que todos, como personas, queremos. Es decir, buscamos tener una buena calidad de vida, por supuesto, pero también formar parte de proyectos, de situaciones, de actividades que son relevantes para los demás y para nosotros mismos”.
Por eso, y para predicar con el ejemplo, la jornada se ha celebrado de manera presencial en la Escuela de Relaciones Laborales, “cuya dirección y gerencia han sido amabilísimos a la hora de organizar una visita guiada al Paraninfo de la UCM tras la mesa redonda, porque las personas mayores son muy curiosas y les gusta ir a la universidad y conocer su patrimonio cultural”. La jornada, en la que se ha presentado el libro, surgido del proyecto, «Soledad y envejecimiento. Experiencias en España y América Latina«, se ha grabado para todos aquellos que no hayan podido asistir a la sesión.