El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha apostado hoy por hacer de Asturias “una marca de calidad reconocible en toda Europa”, caracterizada por saber conciliar el turismo con el modo de vida y el respeto al patrimonio cultural y natural. Durante su intervención en Fitur, también ha fijado dos objetivos irrenunciables para este año: fortalecer el impulso al turismo rural y sacar el máximo partido al reconocimiento de la cultura sidrera como patrimonio de la humanidad.
Barbón, que esta mañana ha visitado el estand de Asturias en Fitur con motivo del día de la comunidad en la feria, ha recordado que en los últimos años ha aumentado la llegada de visitantes nacionales y extranjeros al Principado, al tiempo que se ha avanzado en la desestacionalización y ha crecido la actividad en aquellos concejos con menor tradición turística.
Entre las fortalezas del sector, el jefe del Ejecutivo ha citado la protección de los recursos naturales, el tirón de la alta velocidad ferroviaria y de la oferta de vuelos, el desarrollo de planes específicos que suman 91 millones de fondos europeos, la diversificación de la oferta y el diseño de un nuevo marco normativo que permitirá regular mejor las viviendas de uso turístico y abrirá la puerta a que los ayuntamientos puedan aplicar una tasa municipal voluntaria.
El Gobierno de Asturias ha iniciado en Fitur las actividades conmemorativas del 40 aniversario de la marca Asturias Paraíso Natural. Una adaptación del este logotipo, creado en 1985 por Arcadi Moradell, encabeza el gran espacio central del estand de la comunidad. “Por su sencillez, por su continuidad, porque se ha convertido en una marca que nos identifica en todas partes, fue un acierto rotundo”, ha valorado el presidente en su discurso.
“Ahora, de vuelta al presente, estamos obligados a pensar en el futuro, a anticiparnos”, ha precisado Barbón, quien se ha comprometido a trabajar para “poner en pie las bases del modelo turístico de porvenir”. Según las últimas estimaciones, el sector aporta más de 37.000 empleos directos y casi 55.000 si se añaden los indirectos e inducidos. “El turismo no es un complemento a nuestra estructura económica; es uno de sus motores”, ha afirmado el jefe del Ejecutivo.
** A continuación, se reproduce íntegramente la intervención del presidente en Fitur.
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN
Día de Asturias en Fitur
Les invito a que me acompañen unos minutos en un viaje al pasado, como en esas películas en las que uno entra en una máquina y aparece en una época remota. No obstante, mi salto atrás será mucho más corto: basta con volver a 1985.
Yo era muy pequeño, un niño de seis años. Vivía, como ahora, en Laviana, en la cuenca del Nalón. Mis recuerdos infantiles me hablan de una familia minera por los cuatro costados y de una sociedad inquieta ante el declive del carbón, una sociedad que se resistía con uñas y dientes a la desaparición de su modo de vida.
Seguro que algunas personas que están aquí tienen buena memoria de aquellos años. Fue la época de la reconversión industrial, que se prolongó durante décadas, marcó a varias generaciones y cambió para siempre el paisaje económico de Asturias.
Eran momentos muy difíciles. El Principado necesitaba alternativas. Había que defender la industria, atraer inversiones, mejorar las comunicaciones, evitar que el ajuste, durísimo de por sí, se transformara en un colapso.
Fue entonces cuando el gobierno presidido por Pedro de Silva se arriesgó a explorar las posibilidades del turismo y Arcadi Moradell, a quien he propuesto como hijo adoptivo, creó el lema y el logo Asturias Paraíso Natural. Por su sencillez, por su continuidad, porque se ha convertido en una marca que nos identifica en todas partes, fue un acierto rotundo. No soy publicista ni diseñador, pero creo que buena parte de su éxito responde a que dice la verdad: a que, en efecto, los valores naturales de Asturias, como su paisaje, su costa, su biodiversidad o su clima, cada vez más valorado, forman un auténtico paraíso.
Cuarenta años después, mi gobierno aprovecha esta edición de Fitur para rendir homenaje a aquella apuesta. Son sucesos conocidos. Frente al desdén generalizado, burlas incluidas, el Principado se atrevió a iniciar con Asturias paraíso natural el camino que nos ha consolidado como una potencia turística.
Permanezcamos unos instantes en el pasado. Imaginemos cuánta audacia fue necesaria para jugar esta baza en aquel ambiente cerrado, nada propicio a la iniciativa y empeñado en que Asturias siguiera siendo lo que era. Hagamos ese esfuerzo y saquemos también las lecciones correspondientes. Para cambiar hay que decidirse, empujar, romper los amarres de la inercia. Por eso insisto tanto en que presido un gobierno reformista, porque nunca nos conformamos con dejarnos llevar por los acontecimientos.
Por eso ahora, de vuelta al presente, estamos obligados a pensar en el futuro, a anticiparnos. Aquí nadie puede caer en el error de que, amparados por el éxito del AVE y de la oferta de vuelos, podemos sentarnos a la puerta a esperar que el sector siga creciendo. La vicepresidenta, Gimena Llamedo, lo sabe muy bien. No podemos parar. Ahora nos toca a nosotros poner en pie las bases del modelo turístico del porvenir.
Cada año, me marco el mismo propósito en Fitur: avanzar un paso más en el trazado de esa hoja de ruta. Y confieso que cada febrero lo tengo más difícil, porque ejercicio a ejercicio vamos superando las metas que nos habíamos fijado.
Primero estábamos atentos al número de visitantes. Todo era echar cuentas. Hace años parecía un sueño alcanzar los dos millones y en 2024 acabamos con el listón de los tres millones a la vuelta de la esquina.
También queríamos que el turismo ganase peso en la economía. Las últimas estimaciones permiten hablar de más de 37.000 empleos directos casi 55.000 si añadimos los indirectos e inducidos. El turismo no es un complemento a nuestra estructura económica; es uno de sus motores.
La captación de turistas de otros países era un anhelo constante. En la actualidad, una de cada cinco personas que visita el Principado viene del extranjero. El último ejercicio fueron más de 600.000.
El gran objetivo, con diferencia sobre todos los demás, era la desestacionalización, atraer turistas todo el año y no sólo durante unas semanas. Pues bien, 2024 añade otro hito que demuestra que vamos en buena dirección: el incremento ha sido mayor en los meses de temporada baja.
El año pasado hablábamos de saltar las fronteras para que la llegada de viajeros beneficiase al mayor número de concejos posible, sin concentrarse en un puñado de ayuntamientos. Ya está siendo así, porque el crecimiento es muy superior en los concejos con menor tradición turística.
Me detengo ya para no continuar la enumeración. Más turistas, más extranjeros, avances en la temporada baja, actividad en toda Asturias. Esta es la realidad, contrastable para cualquiera que se detenga en las estadísticas. Hemos llegado a tal punto que el reto ya no es seguir sumando más y más visitantes. Eso está muy bien y hemos de continuar así, pero ahora tenemos que hacer de Asturias una marca de calidad reconocible en toda Europa, un lugar donde sabemos conciliar el turismo con el modo de vida y el respeto absoluto a nuestro patrimonio natural y cultural. Así daremos un portazo a la turismofobia, que no podemos consentirnos ni como mal sueño.
Se preguntarán cómo. Pues como lo hemos venido haciendo hasta ahora:
– Con la protección escrupulosa de recursos naturales, orgullosos de nuestras siete reservas de la biosfera y de ofrecer la costa mejor conservada de España.
– Con el uso de las enormes posibilidades que nos ofrece la Asturias hiperconectada, apoyados en el tirón de la alta velocidad y la oferta de vuelos.
– Con el desarrollo de los planes ya en marcha, que suman una inversión de 91 millones con cargo a los fondos europeos repartida por Asturias entera.
– Con la diversificación de la oferta, como el turismo urbano, el de congresos o el relacionado con el patrimonio industrial.
– Con un nuevo marco normativo, que nos permitirá regular mejor las viviendas de uso turístico y que los ayuntamientos puedan aplicar una tasa municipal voluntaria.
Por supuesto, siempre en diálogo y colaboración con el sector, porque esa es la manera de hacer las cosas de este gobierno.
Esas son líneas de trabajo para varios años. Pero también debemos fijarnos objetivos a corto y medio plazo porque no admiten demora. Estoy pensando en dos irrenunciables para 2025: fortalecer el impulso al turismo rural y sacar el máximo partido al reconocimiento de la cultura sidrera como patrimonio de la humanidad.
El apoyo al turismo rural es de justicia. De alguna manera, con él empezó el despegue que hoy celebramos. Este año, como ya me comprometí, recibirá un respaldo presupuestario de 1,7 millones y lanzaremos un programa de bonos dotado con 600.000 euros para fomentar los alojamientos fuera de temporada.
Debemos hacer más. Hay que repensar el turismo rural para que recupere su empuje e incremente su contribución a la actividad económica, la creación de empleo y la fijación de población. Ese será uno de los objetivos del encuentro internacional que celebraremos en el otoño. No se nos ocurra sospechar, ni de refilón, que el turismo rural ya ha dado todo de sí en Asturias. Con el paisaje, la calidad medioambiental y los recursos naturales con los que contamos sería una renuncia imperdonable. Tenemos que ayudar al sector a encontrar y abrir una puerta a otra etapa en su desarrollo por, al menos, otro medio siglo.
Tenemos muy cercana la declaración de la cultura sidrera. No está de más recordar que, también hace 40 años, el prerrománico mereció el mismo título, al que siguieron, en 2015, los caminos de Santiago del Norte. A estas alturas, nadie cuestiona el valor ni el atractivo del arte asturiano, del mismo modo que ya somos incapaces de pensar Asturias sin peregrinos por sus rutas jacobeas. Pues lo mismo debemos conseguir con la cultura de la sidra. Por eso entre los 25 compromisos para este año también incluí la presentación de un programa plurianual relacionado con este logro. De mano, les puedo asegurar que vamos a aprovechar todas las oportunidades para asegurar su promoción nacional e internacional, incluidos tanto certámenes turísticos como gastronómicos. A mayores, contamos con el plan de sostenibilidad que se está desplegando en la Comarca de la Sidra con una inversión de 736.000 euros.
Ya ven. Nada de detenerse. Como mucho, una pausa para tomar aliento y seguir trabajando para hacer del Principado esa gran marca de calidad turística internacional. Y, de cuando en cuando, una mirada atrás, hacia 1985, para recordar que aquel año empezamos a recorrer este camino a través de las tres ventanas de Asturias paraíso natural, esa creación que nos ha dado nombre en el mundo.