El modelo de atención a los abusos contra la infancia Barnahus mejora el sistema judicial

Cada año se producen más de 5.000 denuncias por abuso sexual a menores de edad en el Estado español. Según datos de Save the Children, la mitad de estas víctimas son niños y niñas que, tras los episodios de violencia, se someten a un proceso judicial «largo y doloroso»: en promedio, deben explicar hasta cuatro veces el episodio de abuso tras denunciarlo, en un proceso que dura, de media, cerca de tres años. Este hecho se suma a la dificultad de los niños y niñas para relatar lo que ha sucedido y contribuye a la revictimización —también llamada victimización secundaria. Con el objetivo de proteger los derechos de la infancia y la adolescencia y mejorar la atención en el sistema de justicia penal, se ha desplegado en Catalunya el modelo de atención de abusos contra la infancia Barnahus.

La experiencia de los países donde se ha implementado el modelo, como Suecia, Noruega y Dinamarca, dice que el modelo Barnahus facilita el relato del niño en la fase de investigación, ayuda a reunir pruebas de calidad, evita las dilaciones, y la grabación en vídeo del testimonio del niño le evita la exposición durante el juicio oral. Para determinar el impacto de estas medidas en los procesos judiciales, investigadoras del Departamento de Derecho Público de la URV han diseñado una herramienta de evaluación que ha analizado más de 1.100 casos en Tarragona y Lleida entre 2020 y 2022 y los ha comparado con los anteriores a la implementación de Barnahus, entre 2018 y 2020.

Los resultados del estudio, publicados en un informe, han revelado cambios significativos en los procedimientos penales desde la implantación del modelo en las dos fiscalías catalanas. Uno de los resultados más significativos se ha observado en la duración media de los procedimientos, que se ha reducido notablemente: mientras en el periodo analizado anterior a 2020 se alargaban, de media, prácticamente tres años, tras la implantación del modelo Barnahus se han reducido a poco más de quince meses de media. Para Núria Torres, investigadora de la URV y directora del proyecto, se trata de una noticia importante para el bienestar de los menores víctimas de abuso: «Evitar procedimientos excesivamente largos se vincula con un menor riesgo de victimización secundaria para los niños y sus familias».

El análisis también refleja el impacto del modelo en el número de sobreseimientos. «Un caso se sobresee cuando el juez considera que no hay suficientes elementos para llevar el caso a juicio», explica Torres. La investigadora señala que en la mayor parte de los casos el sobreseimiento es causado por una falta de pruebas o indicios racionales. El sistema Barnahus, que apuesta por una exploración a la víctima efectuada por profesionales formados y especializados en infancia y en un entorno adaptado, facilita que la información que se recoge sea apta para llevar a cabo un procedimiento penal concluyente, tal y como refleja el informe: poco más de un 36% de los casos en que intervino Barnahus acabaron con un sobreseimiento,  frente a casi el 64% de la etapa anterior a 2020.

Aunque no se ha podido determinar estadísticamente si la intervención de Barnahus influye en el sentido de la sentencia, debido a «el escaso número de casos» que han podido estudiar, los datos apuntan a una clara tendencia: en todos los procesos penales en los que intervino Barnahus y que desembocaron en sentencia, ésta fue condenatoria. En los casos anteriores a 2020, la ratio de condenas fue del 77%. «Nos interesaba especialmente saber si la intervención de Barnahus podía influir en el sentido de la sentencia; necesitaremos más datos para confirmarlo, pero las perspectivas son buenas», valoran.

Actualmente, hay desplegados 13 centros Barnahus en todo el país, siguiendo una estrategia que comenzó en el año 2020 con una prueba piloto en Tarragona, pionera en el sur de Europa. Son los datos derivados de estos primeros dos años de funcionamiento del programa los que han permitido a las investigadoras llevar a cabo el estudio. La metodología que han desarrollado ofrecerá indicadores para monitorizar la implementación de este modelo en otras regiones y países del mundo. «Estamos valorando la posibilidad de replicar un estudio como este, ampliando la muestra a medida que el modelo se extiende a otros territorios», dice Núria Torres, que considera que disponer de más datos es indispensable para confirmar los resultados de este primer informe.

Una casa para los niños y niñas

El modelo Barnahus (Casa de los Niños en sueco) reúne bajo un mismo techo, a nivel conceptual y también físico, a todos los agentes y procesos que tienen lugar una vez se ha producido una denuncia por abuso sexual. Se trata de un espacio amigable para el niño, donde se le hace desde la exploración, a la entrevista, la valoración y el seguimiento, en el que deben trabajar coordinados todos los agentes implicados con independencia del servicio al que pertenezcan.

Responde a las consecuencias negativas que los circuitos del actual sistema de justicia tiene para los menores que son víctimas de abusos. Save the Children, entidad socia en este proyecto, hace un diagnóstico: la intervención en el proceso de diferentes agentes hace que sean necesarias múltiples entrevistas en diferentes espacios y por diferentes motivos; el tiempo de espera para el juicio oral, que puede ser de meses a años, pone la vida del niño o niña entre paréntesis, y hay una falta de servicios médicos y terapéuticos apropiados para las víctimas y las familias.

El informe «Impacto del modelo Barnahus en la protección de los derechos de los niños víctimas de abuso sexual en el sistema de justicia penal» ha contado con la participación de la UOC, Save the Children y la Red Promise Barnahus, con el apoyo de la Generalidad de Catalunya y ha sido financiado por la entidad internacional OAK Foundation.

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